•J A D E•
A veces pienso que soy un jodido enigma que ni yo misma sé descifrar. Soy de esas personas que te aconsejan cada vez que lo necesitas, pero en realidad no sabe qué hacer consigo misma, soy muy torpe y asustadiza aunque no lo aparente, me encariño muy rápido con las personas a pesar de que no construyo un vínculo fuerte, no me gusta mentir, pero últimamente lo estoy haciendo con frecuencia, me gusta bromear en circunstancias difíciles porque una sonrisa hará que no se sienta tan malo. A pesar de que no entiendo lo que Jade Wood es y transmite, me amo porque he vuelto a ser yo misma, sin ataduras y sin restricciones.
Una semana he estado tratando de adaptarme a Corea, pero por más que conozca sus costumbres y tradiciones es difícil acoplarme porque vengo de vivir en Londres durante toda mi vida. Ha sido duro no despertarme con las risas de Hina o los regaños de mi hermana y es triste saber que estamos en diferentes continentes con una diferencia horaria de más de 8 horas. Extraño mi ciudad en general, sin embargo, este nuevo inicio es necesario para sanar y para alejarme de la toxicidad que lamentablemente normalice.
Estos días me fueron otorgados para organizar o tratar de organizar mi vida aquí. Hace dos días deje de rondar los pasillos del hotel como un alma en pena a rondar los pasillos del complejo de apartamentos en el que estoy viviendo ahora en el corazón de Seúl, es rentado, mi capital no alcanza para comprar un apartamento propio, o bueno, si alcanza, pero como dije, no quiero nada que me ate a este país cuando mi contrato culmine en 8 meses.
Subo las escaleras del edificio con las pesadas bolsas de comida instantánea en mis manos. Mi hermana me mataría o le daría un infarto si viera la cantidad de fideos instantáneos que ahora hacen parte de mi dieta, en mi defensa no tengo ni la más mínima idea de las artes culinarias, se me quema hasta el agua y lo gracioso del asunto es que eso es científicamente imposible, milagrosamente no he quemado la cocina.
Mi planta es la número 4 y contiene 4 aparta estudios idénticos al mío y los vecinos son muy amables conmigo, tengo un pastel de chocolate en el refrigerados hecho por la señora que vive junto a mí. Camino por el pasillo de paredes grises hacia mi apartamento y dejo las bolsas en el suelo para poner mi contraseña en el panel de acceso y me doy cuenta de que la puerta frente a la mía está medianamente abierta. Me causa intriga y curiosidad porque se supone que los coreanos son muy celosos cuando de su privacidad se trata.
Lo admito, soy un poco cotilla y es por esa razón que inconscientemente camino hacia la puerta negra con el número 404 a hurtadillas. Golpeo la puerta un par de veces, pero el inquilino no los escucha por el sonido tan alto de los disparos y los gritos de una chica. Armándome de valor empujo a puerta y asomo la cabeza sosteniéndome de la madera. Es un apartamento distinto al mío. Las paredes están pintadas de negro en su totalidad y el final de las paredes en el límite con el techo hay luces led moradas que alumbran todo el lugar, no hay más iluminación que esas luces. Localizo a una chica sentada en el sofá con su control en las manos y un teclado en su regazo mirando directamente hacia la gran pantalla en la que se reproduce algún juego militar.