•J A D E•
¿Quién puede ser tan cruel en este mundo? Un nombre: Yoo Mi-suk. No sé por qué esta mujer se ha ensañado conmigo, pero de qué tiene algo contra mí, tiene algo contra mí. No sé si esto es un amor tóxico o amor-odio, pero de verdad se está pasando.
Trato de seguirle el paso, a ella y a los chicos que dejan su alma en la sala de ensayo, pero por más que lo intente mi arritmia, mal estado físico y mi poca coordinación no me lo permite. Soy un jodido tronco junto a ellos que llevan años bailando y aprendiendo de este bonito arte que definitivamente no es para mí, no nací con ese don, de hecho con ningún otro. No se cantar, bailar, tocar algún instrumento, modelar menos y dibujar ni se diga. Soy esa chica que no nació con ningún talento, soy esa chica que no es para nada especial.
—Vale... Yo lo dejo hasta aquí... No doy más.
Llevo mis manos a mis rodillas inclinándose hacia al frente para recuperar el aire que se ha esfumado de mis pulmones. Esto es una tortura. Lo gracioso del asunto es que me se está coreografía de memoria ya que mi sobrina, literalmente, me obligó a aprendérmela, sin embargo, entro en corto circuito.
—Bailas horrible—se burla Nolan dejando de seguir el ritmo con su cuerpo.
—Sí, pues bueno. Soy maquillista, no bailarina profesional—enderezo la espalda con la poca fuerza que aún me queda—El baile no es lo mío, prefiero tener los dos pies sobre la tierra, muchas gracias. Pensaba ser bailarín de respaldo cuando mi contrato culminará, pero no aguantaría esto—niego con la cabeza y me dirijo hacia uno de los bailarines del equipo de Mi-suk que me observan con gracia—Soy tu fan, no todos pueden hacer lo que tú haces.
Golpeó el centro de mi pecho dos veces para después señalarlo. Es admirable.
—Gracias, pero no todos pueden lidiar con ellos—escucho el jadeo de Nolan junto a mí—Te admiro.
— ¿Eso piensas de nosotros?—N pasa un brazo a la rededor de sus hombros—Me agradecerás esto.
Y con eso, lo aleja de mi como si estuviera escapando del mismísimo demonio ¿Tan mal me veo en este momento? Doy asco, parezco un pollo sudado sin gracia alguna. Hace mucho tiempo que no traspiraba de esta manera, exactamente hace un año. Compre una membresía en un gimnasio cerca de mi casa. Resumen: Solo fui el primer día y el siguiente día me quedé en mi casa comiendo helado y quejándome del dolor de cuerpo. Un desastre.
Me acerco a la mesa en donde yacen varios tipos de bebidas y saludo a un par de bailarines que charlan entre ellos bastante simpáticos mientras obró una lata de Coca-Cola ¿Es recomendado? Absolutamente no, pero soy la persona menos fitness del mundo así que no me importa, total, no volveré a este lugar de tortura.
Llevo mi boca a la abertura añorando por el líquido helado, pero enseguida me arrebatan la lata de las manos. Sin decir ni una sola palabra HJ deja la lata sobre la mesa y me entrega una botella de agua antes de darme la espalda.