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Guillermo se encontraba viéndose un punto fijo en el techo, pensando en que había hecho mal, estos dos últimos días no había salido de la habitación y mucho menos había comido, se sentía culpable, ni siquiera podía ver a los de la selección sin romper en llanto, estaba devastado.

Esta vez, Lionel seguía intentando comunicarse con él, como si fuera un juguete que dejara abandonado para después irlo a buscar. Memo no tenía ganas de tomar el celular y hablar con alguien, por lo que no había notado que tenia demasiadas llamadas perdidas y más de 100 mensajes sin leer.

No quería saber nada del mundo, quería estar tres metros bajo tierra, y lo haría, lo haría después de terminar su partido con Adabia Saudita, ya lo había estado meditando, y llego a la conclusión de que debió hacerlo hace mucho tiempo, por lo que se tomaría estos dos últimos días para despedirse de sus amigos, solo que había un problema, Lainez era el problema.

Lainez era como un hijo para Guillermo, quien lastimosamente no estaba en Qatar con él, por lo que tendría que esperar a volver a México para despedirse de él, no se iría del mundo sin darle un abrazo a su pequeño hijo, aquel chico que adoraba demasiado y estaba dispuesto a darlo todo por él, pero ya no podía más.

La mañana siguiente llegó pronto, Ochoa se dio una ducha y salió de la habitación para ir al campo de entrenamiento, las miradas se fijaron en el al verlo entrar por la puerta de los vestidores, sintió ganas de vomitar, pero no podía, pues no tenía nada en su cuerpo que pudiera desechar.
Un Lozano feliz lo recibió con brazos abiertos.

ー Te extrañé tanto ー Lo abrazo con fuerza
ー Yo también a ti ー Guillermo correspondió el abrazo y le dedico una sonrisa a Lozano.

Después de eso, los siguientes dos entrenamientos siguieron con normalidad, Herrera y Funes habían olvidado lo que tenían planeado hacer con el de chinos y extrañamente tenían un presentimiento de que algo malo iba a pasar.

***

1-2 México había ganado, pero no clasificado en el mundial. Guillermo se despidió de todos ellos, pensando que sería su última vez que los vería, que estaría ahí, que tendría el sudor en todo su cuerpo, que volvería a atajar un balón, se estaba despidiendo para siempre, pero ellos no lo sabían.
Después de mucho tiempo, Ochoa volvió a utilizar las regaderas de los vestidores, bañándose por última vez con los de la selección.

Todos estaban feliz, pues creían que Guillermo ya lo había superado, pero no era así. Pronto fueron a descansar a sus habitaciones y a preparar sus maletas, Guillermo a paso lento se dirigía a su habitación.

Iba pensando en si despedirse por última vez de él, tal vez no era lo más coherente, pero quería hacerlo. Salió de aquellos pensamientos al momento de sentir una mano en su hombro.

ー Guillermo ー La voz baja del Omega hizo que el mencionado se estremeciera
Hubo un silencio absoluto

ー ¿Podemos hablar? ー Retomo la conversación el más bajo

Guillermo abrió la puerta de la habitación y lo dejó entrar, los dos se sentaron en el sillón, Lionel acortó la distancia y tomó sus manos.

ー Perdóname, ¿sí?, estuve mal, lo sé, pero existen una razón por la que me aleje. ー Lo miro fijamente
ー ¿Hay una razón para todas las veces que me alejaste? ー Guillermo soltó sus manos
ー Guillermo, yo te amo, te amo de verdad, te amo tanto que mi corazón puede estallar ー Intento buscar el contacto del contrario

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