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Ya estando en México los dos fueron recibidos de una manera grata, la gente los esperaba en el aeropuerto para darles regalos por su vuelta a aquel lugar. Lionel estaba gustoso de aceptarlos pero Guillermo aún se sentía inseguro, que lo único que podía hacer era tomarse fotos con ellos.

(...)

Me había quedado dormido en el carro que se suponía que nos iba a llevar a la case en la que nos quedaríamos, aquel lugar quedaba bastante lejos y al parecer, este era un mejor lugar según Rogelio.
Al despertarme de ese sueño por sentir que estábamos por llegar, mire hacia donde estaba Guillermo, quien nuevamente estaba viendo su celular, pero ahora sus comportamientos estaban yendo más lejos, se mordía las uñas y su pierna subía y bajaba constantemente.

─ ¿Estás bien? ─ Pregunte mientras me acercaba para ver que era lo que lo tenía así.
Pero no me respondió.
─ ¿Guillermo? ─ Levante la voz esperando a ver si me respondía.
Pero nada, solo seguía mordiendo sus uñas y pronto comenzó a llorar. Las lágrimas salían constantemente pero Guillermo parecía no hacer ningún tipo de sonido.

Mi único reflejo ante eso, fue abrazarlo por un lado, mi corazón volvía a doler de pensar que Guillermo podía estar pasando de nuevo por un mal momento y quizás, aún no aprendía a abrirse con los demás, no lo suficiente para poder contarme que sucedía con él.

─ Perdón... ─ Me contestó mientras me abrazaba fuertemente.
─ No hay porqué pedir perdón Guille, sea lo que sea que te tenga así, no es tu culpa. ─ Comencé a acariciar su espalda con mi mano, intentando hacer que se calmara.
─ De verdad perdón. ─ Escondió su rostro en mi cuello y pude sentir como las lágrimas comenzaban a salir en grandes cantidades.

Un rato después, Guillermo logró calmarse, sus ojos estaban rojos al igual que su nariz, hacia tiempo que no lloraba de esa manera, quizás, eso era lo que quería, tal vez el quería volver a desahogarse.

─ Hemos llegado. ─ Habló en voz alta el chófer, abriendo la ventanilla del carro.
─ Gracias. ─ Respondí
Cada quien por su puerta comenzó a salir, el chófer abrió con cuidado la cajuela del auto y nos ayudó a bajar las maletas y llevarlas hasta la puerta de la pequeña casa que nos había proporcionado Rogelio.

─ Muchas gracias, el dinero ya esta depositado en su cuenta.
Y dicho eso, el chófer se fue, volviendo a dejarnos solos a Guillermo y a mi.

─ ¿Entramos? ─ Pregunte mientras lo miraba fijamente dándole una sonrisa de confianza, este solo asintió.
La casa era grande, con tonos cálidos y los muebles bien acomodados, el aire entraba perfectamente bien y se sentía como si estuviéramos en un sueño, un sueño bastante bueno.

Subimos hacia la segunda planta, en la cual, se encontraba nuestra habitación, aquel lugar era distinto a la casa y quizás eso era lo que le daba un toque de rareza. Acomodamos las maletas a un lado del gran ropero que estaba pegado en la pared derecha y nos sentamos en la grande cama que habitaba en aquel lugar.

─ Este lugar es bastante grande ─ Comente mientras daba pequeños saltos en la cama.
─ Sí. ─ Respondió Guillermo algo apagado.
─ Guillermo, ¿qué sucede contigo?, haz estado semanas así y no te atreves a decirme nada, siento que me estas alejando de ti ─ Me levante de la cama y lo miré frente a frente, ya estaba cansado de que estuviera así.

Por mucho que lo amará, me dolía que me tratara así, que se olvidara de las cosas importantes y siempre estuviera más interesado en su celular, era agotador y abrumante para mi, más cuando ni siquiera me prestaba atención y el único momento en el que sentía que estábamos juntos, era cuando íbamos a dormir.

─ Perdón. ─ Volvió a decirlo.
─ ¿Perdón por qué?, ¿por qué pides perdón?, ¿qué hiciste?, hazme entender por favor. ─ Hable mucho más fuerte, mi desesperación estaba al tope.
─ Es solo qué... no sé cómo decírtelo ─ Bajo la mirada y juntó sus manos.

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⏰ Última actualización: Jun 17, 2023 ⏰

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