Capítulo 5

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~Childe~

"He decidido darte otro consejo, solo porque me caes bien. Si quieres más información sobre aquella rubia puedes preguntarle a ese subordinado tuyo, el de las mechas verdes. Su nombre era ¿Xaoi? Ni idea, pero bueno, por lo que sé tiene visitas frecuentes con alguien cercano a ella, así que ya sabes a quien preguntar.

Tu amigo, K."

Vuelvo a releer la carta de Kazuha que me llegó esta mañana a mi casa. No sé cómo narices sabe ese estúpido donde vivo, pero no es lo que más me importa ahora mismo, ya he encargado que comiencen con la mudanza, lo que más me molesta es la información de la carta.

Aprieto el puño, arrugando el papel y echo la cabeza hacia atrás. Lo cierto, es que llevo leyendo la carta desde que la he recibido, así que ha sido inevitable acabar aprendiéndomela de memoria.

Cierro los ojos, recitando mentalmente cada una de las palabras escritas y me muerdo la lengua a llegar a una parte en concreto. "... ese subordinado tuyo, el de las mechas verdes. Su nombre era ¿Xaoi? Ni idea, pero bueno, por lo que sé tiene visitas frecuentes con alguien cercano a ella..."

Puñetero Xiao...

Unos golpes en la puerta hacen que deje de divagar y dejo pasar al visitante con un sonoro "si". Xiao cruza la puerta, vestido totalmente de negro y con su característico semblante serio.

Cierra la puerta tras él y se acerca hasta quedar frente a mi escritorio. Le pido que tome asiento y él lo hace sin rechistar, aún con la mirada fija sobre mí. Se sienta recto, apoyando uno de sus pies en la rodilla contraria y cruzándose de brazos. Sus botas, relucientes como siempre, no hacen el menor ruido al deslizarse sobre el suelo.

- ¿Me había llamado, señor?

Me vuelvo a sentar recto, apoyando ambos codos sobre la mesa y dejando caer mi barbilla sobre la mano derecha. Inclino un poco la cabeza, intentando averiguar qué es lo que pasa por esa cabeza suya, pero al igual que con su padre, es una misión imposible.

- Tenemos algo que... debatir.

Xiao asiente, aún sin cambiar su expresión sería y no deja de mirarme en ningún momento.

- Verás, un pajarito, bastante insoportable, a decir verdad – mascullo por lo bajo -, me ha dicho que tu podrías tener información sobre alguien en concreto.

Abro el primer cajón de mi escritorio y saco la foto de la rubia, dejándola sobre el escritorio y empujándola hasta dejarla al borde de la mesa. El pelinegro se inclina sobre sí mismo para poder ver la foto mejor.

Al verla, su rostro pierde el color y por un momento deja entrever una expresión que se encuentra entre el pánico y la sorpresa, pero rápidamente la vuelve a esconder con un gesto serio, aunque no puede dejar de abrir los ojos un poco más de lo normal. Tose un poco, recomponiéndose de la evidente sorpresa, aún sin despegar los ojos de la imagen.

Yo dejo escapar una sonrisa lobuna, relamiendo mis labios. Coloco la mano imitando una pistola y señalo directo a él.

- ¡Bum! – susurro y levanto la mano, simulando un disparo – Bingo.

Vuelve a tragar de manera forzada y por primera vez desde que ha visto a la rubia consigue mirarme de nuevo, con los ojos aun temblando por el pánico, pero manteniendo el gesto serio en el resto del rostro.

Echo la silla hacia atrás y me levanto, acercándome hasta él mientras silbo por lo bajo. Me coloco a su espalda y poso ambas manos sobre sus hombros. Xiao gira un poco la cabeza, mirándome por el rabillo del ojo y tensando más su espalda.

En busca de El Abismo // CHILUMI (Genshin Impact)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora