Capítulo 4.

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I hope that I can say, the things I wish I'd said to sing my soul to sleep and take me back to bed you want to be alone when we could be alive instead. —

Valentina se levantó muy temprano al día siguiente, habiendo dormido bastante poco. Su mente había divagado en el giro que su vida había dado en los últimos días gracias a una omega preciosa de ojos oscuros y un pequeño niño que sin querer ni buscarlo, se habían robado su corazón por completo.

Cepilló sus dientes y cabello, que lo tenía un poco largo en el último tiempo y se le formaba unos pequeños rulos al final. Quizás se lo cortaría pronto.

Ese día le tocaba guardia muy temprano en la mañana, siendo aún de noche. Una vez que tuvo todo listo, su ropa para cambiarse y bolso en mano, bebido un café bien cargado, tomó una inspiración y abrió la puerta de la habitación donde se encontraban Lorenzo y Juliana, aún dormidos. Sonrió para sus adentros, porque verlos ahí hacía su corazón latir con fuerza.

Decidió no molestarlos, y emprender su camino hacia el hospital. Miró su reloj de muñeca y le queda poco tiempo, así que cerró la puerta y se dirigió hacia su automóvil. Tanto Juliana como Lorenzo debían ir también al hospital, para que el pequeño recibiera su última revisión lo cual no sucedería hasta cerca del mediodía que era la hora en la que podrían hacerle los exámenes necesarios para ello.

Juliana y Lorenzo irían en taxi cerca de la hora que ya habían pactado con Valentina, habiendo dejado este dinero para movilizarse. Antes de irse, la alfa se aseguró de que hubiera todo para que sus chicos pudieran desayunar a gusto.

Una vez que llegó al hospital, dejó su automóvil en su lugar, fue hasta su looker y procedió a cambiarse para comenzar con sus rondas, teniendo algunos niños que necesitaban ser visitados por el para ver su evolución desde la última vez.

Valentina amaba su trabajo, para el cual había estudiado duro durante mucho tiempo. Una de las partes más bonitas era encontrarse con esas pequeñas caritas que la miraban, algunas, con alegría y anhelo y otras con recelo y cuidado.

De las partes más difícil eran aquellas en las que sus turnos comenzaban con complicaciones o incluso haber perdido alguno de sus pacientes, lo cual hoy no había ocurrido ninguna, pero sí estuvo muy atenta a una niña de dos años que había desmejorado durante la madrugada.

Durante lo que llevó sus rondas, Valentina se concentró, casi obligó, a no pensar en Lorenzo ni en Juliana, por más que quisiera pues si deber era para sus pacientes en ese momento y no para que su mente se adentrará en una ensoñación en dónde construía una pequeña familia con ambos chicos. No, ese pensamiento era para después.

La mañana sucedió rápido para la alfa, y a media mañana tuvo un pequeño descanso para poder desayunar algo más que un café se dirigió hacia la cafetería para comprarse un sándwich y algo de beber, y tan solo llegar se encontró su omega amiga. Lena estaba en la misma situación que ella, esperando para poder desayunar.

—Hey, Le —saludó la alfa, llegando al lado de la pelinegra. Su amiga levantó la vista de su teléfono celular y le dio un grato saludo.

—V, ¿Cómo ha estado esa guardia? —Preguntó luego de un corto abrazo con la rubia.

Valentina se encogió un poco de hombros y tomó el sándwich frente suyo y una botella de agua.

—Bien, supongo. Tengo una pequeña de dos años que vigilar de cerca, pero tengo certeza de que mejorará durante el día —dijo, mientras pagaban lo que consumirían.

—Oh, me apena oír eso. Estoy segura de que podrás hacer algo por ella.

Cuando se encontraban en la etapa de elegir especialización, Lena no podía comprender cómo Valentina podría hacer para ver tantos niños enfermos todos los días y no llegar enferma a casa, fue por eso que ella eligió la carrera de emergentología. Tiempo después, coincidieron en ambas tener la suerte de trabajar en el mismo hospital, pero aun así nunca habían dejado de ser amigas durante lo que llevó completar sus estudios.

𝐀 𝐂𝐡𝐫𝐢𝐬𝐦𝐚𝐬 𝐁𝐚𝐛𝐲; 𝐉𝐲𝐕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora