Colin
Globos, listo. Mesa, preparada. Tachar el diecisiete de septiembre del calendario, completo. Comida, en camino.
Después de clases le rogué a Luca que manejara rápido a la casa. El entrenador había terminado conmigo al pedirme que le cumpliera las cuatro vueltas que le debía y me sumo otras cuatro, dejándome con el alma, los pulmones y la energía por los suelos.
Deseaba que este día llegara con ansias. Invitar a Clara me tuvo emocionada desde aquel día, claro que debía quitar la tristeza que me daba que alguien borrara las fotografías, seguíamos sin saber quién lo había hecho.
Una vez que me puse un vestido negro con flores que me llegaba un poco más arriba de la rodilla y mis converse negras, bajé al comedor con toda mi – rara – familia.
Los suegros de Calvin platicaban con Alba y su abultado vientre, Sonia veía la televisión, Nat terminaba de poner la mesa y Calvin abría la puerta, dejando a mis bellos amigos entrar a la casa. Luca, Hayes, Amaia, Grecia, Sebas, Chris, Clara y Ángel, la prima de Clara, que casualmente era la misma chica que conocimos en el antro, caminaron a mi dirección con una enorme sonrisa en los rostros, y con un regalo cada uno.
- Feliz cumpleaños, Colin. – mencionó Amaia seca y se retiró con sus tíos, no sin antes dejar en mis manos una cajita negra.
- Es el cumpleaños de mi hermosa latina. – me abrazo Hayes, un abrazo tierno. – No te librarás de tomar mucho el día de hoy. – susurró en mi oído.
Ligeros escalofríos recorrieron mi columna vertebral. La ronca voz de Hayes se me hizo, en exageración, sexy.
- ¿Lista para cumplir diecinueve años? – Sebas me abrazó y dejó la delgada caja en mis manos.
- No encuentro lo fascinante, no es legal en Las Vegas. – Grecia era una de las personas más serias que conocía y sumándolo a mi personalidad alegre, me generaba un cómodo contraste.
Ninguno de mis amigos me daba la oportunidad de emitir sonido alguno. Tenía un partido de tenis frente a mí, unos decían que debía disfrutar mi juventud y otros que la diversión llegaría al cumplir la mayoría de edad a nivel mundial.
Una pizca de ansiedad se formaba en la boca de mi estómago, sería cuestión de segundos para que el volcán verbal explotara y toda la celebración se cancelara.
Tres, los gritos seguían subiendo de intensidad.
Dos, Nat y Calvin se adentraron en la estúpida discusión.
Uno...
- ¡Chicos! – la melodiosa voz de Clara calló la pelea y varios pares de ojos la miraron fijamente, incluyendo los míos. – La están abrumando. – caminó a mi lado, ofreciéndome una caja y me abrazo. Un abrazo dulce y adorable, el mejor de todos los que había recibido en todo el día. – Feliz cumpleaños, nena.
- Gracias. – gesticulé sin emitir sonido.
La conversación de miradas entre Clara y yo la definiría con la palabra 'perfección'. Lograba entender todo lo que quería decirme sin tener que decir algo, sus hermosos ojos brillaban llenos de vida, sus labios se entreabrían un poco y las ganas de besarla frente a todos me estaban matando.
¿Si la besaba? ¿Qué podría pasar?
Lo más probable sería que la señora Sonia "entrometida" Laguna diera el grito al cielo y dijera que era algo inhumano y grotesco, aunque para mí sería besar al ser más hermoso del planeta, al ángel caído que me mandaron del cielo.
- ¿Ya dejaron de admirar a la rebelde? – arruinó la conversación la señora chismosa. – Me muero de hambre. – le dio una mirada rápida a los adolescentes que la rodeaban y generó una mueca de asco al vernos a todos. – Bueno... - tragó duro. – Vamos a la mesa, andando.
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Cartas a Clara
Teen FictionSer una estudiante estrella, es complicado. Rendirle cuentas a tu hermano, es complicado. Vivir en otro país lejos de tus padres, es muy complicado. Aprender a amar, tiene muchas pruebas. El primer amor, es doloroso. Sumarle el aceptarse a sí mismo...