Mis Creadores

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Colin

La computadora se había tardado media hora en encender y ahora mis padres solo me llenaban de mensajes por mi tardanza. Mamá se desesperaba más que mi padre y eso ocasionaba que yo me estresara de más. Uno de los acuerdos para estudiar en España y convivir con mi hermano era que debíamos hablar un vez al mes. Solo que ahora mi computadora no quería ayudarme.

-   ¡Aleluya! – grité al aire.

Ingresé mi clave de Zoom para poder enlazar la llamada con mis padres y puse el ID. A los tres segundos el rostro de mis creadores hizo aparición en la pantalla de mi computadora. Solté un silbido coqueto al ver el nuevo look de mis padres. Mamá tenía un nuevo corte, como el de Jamie Lee Curtis en Un viernes de locos y papá se había quitado, después de tantos años, el bigote y la barba.

-   ¡Mi princesa! – expresó mi mamá. – Rubén, dile algo.

Mi padre y yo sonreímos con ternura por mi mamá. Siempre hacía eso. Gritaba a la pantalla y le exigía a mi padre que me dijera algo lindo. Para mí, verlos me llenaba de alegría.

-   Hola, panda. – la sonrisa tierna de mi padre se me pegó.

-   Hola, polar.

Cargué la computadora y la posé entre las almohadas de mi cama, recargándome en la parte baja de mi cama, abrazando mi peluche de vaca.

-   Mira, Rubén, aún tiene al Señor Manchas. – observé mi peluche con cariño. - ¿Lo estás viendo?

-   Si, Mariana. El Señor Manchas sigue ahí, la vez pasada también lo vimos y la vez que viene igual aparecerá.

Mis padres no tenían remedio.

-   Me aceptaron en Cambridge. – solté sin más.

-   ¡No puede ser! – gritó mi madre efusiva. Sabía que esta noticia los emocionaría, estudiar en Londres había sido un sueño que teníamos los tres desde que yo estaba pequeña. – Rubén, pásame el teléfono, debo presumirle esto a Karenka. – rodé lo ojos ante el comentario de mamá.

Por alguna extraña y aburrida razón, mi mamá y mi tía Karenka presumían todo lo que hacían sus hijos. Mi prima Mónica fue la primera en tener hijos, mi hermano fue el primero en obtener un doctorado, mi primo Charlie se independizó primero y ahora saldrán con mis estudios en Londres.

-   Ma, ¿cuándo dejarás esa rivalidad con mi tía Karenka? – me quité los zapatos. – Deberían de ser mi papá y mi tía los que compitan en todo caso, son hermanos.

-   No lo entenderías, cuando tengas hijos querrás competir con Alba, ya verás.

¿Yo? ¿Competir con Alba? No, gracias. Si de inicio solo teníamos platicas de diez palabras y en todo quería ser el centro de atención no me imagino compitiendo con ella por los hijos que aún no estoy segura de querer.

Mi madre se levantó corriendo e ignorando por completo a mi papá.

-   Nunca entiende.

-   Déjala, papi.

-   ¿Alguna otra novedad? – lo vi darle un trago a su copa de vino y mordió una galleta. - ¿Algún chico del cual deba preocuparme?

'O chica' pensé.

-   Sonia ya sabe andar en bicicleta. – puse mi dedo en mi barbilla dándole a entender a mi papá que estaba pensado en que más debía contarle. – Ah, tendrás un nieto, me contó Calvin ayer.

Un grito de fondo nos hizo saltar a los dos y realizamos una mueca al escuchar a mi mamá.

-   ¡Tendré un nieto! ¡En tu cara, Karenka!

Volví a rodar los ojos. A mí parecer, y el de mi hermano, el que mi mamá y mi tía fueran tan competitivas, nos ayudaba a los primos para llevarnos bien entre nosotros y cuidarnos. Cuando era pequeña jugaba todo el tiempo con Charlie y mi hermano se la vivía con Mónica. Mientras nuestras madres peleaban, nosotros buscábamos la manera de hacer travesuras.

-   Al rato le escribo un mensaje a Calvin. – asentí. – Creo que ya no vendrá tu madre. Hablemos mal de ella.

-   ¡Papá! - me burlé de su entusiasmo.

-   Cuéntame. ¿Qué ha pasado con esa chica Clara? – sentí que el alma se me salió del cuerpo. No sabía que decir. Si con Luca fue complicado, con mi padre prefería que se fuera la luz en este momento. - ¿Colin?

-   Aquí sigo. – respiré hondo. – Tenemos que organizar el anuario y la fiesta de graduación. – mi teléfono vibró.

El nombre de Chris apareció en la pantalla y pude visualizar el mensaje. '¿Podrías armar un grupo con el equipo? Para ir revisando todo, en especial los presupuestos.' Entré a mis fotografías y anoté el número de Clara en un papel. El día que ella lo había escrito en mi brazo le tomé una foto llegando a casa, pero no me había animado a escribirle.

-   Eres una chica ocupada. – alcé los hombros sin importancia. – Estoy orgulloso de ti, Colin. Tu madre y yo lo estamos. Solo hay una cosa que me tiene pensando, panda.

-   ¿Qué cosa?

-   Que hay algo de ti que te da miedo dejar salir a la luz. Colin, soy tu papá. Jamás te juzgaré o regañaré por ser quién eres. Porque, aunque lo dudes, ya lo sé, solo debes confirmarlo.

-   Papá, yo...

-   Medítalo, mi niña. Ahora te dejo, tu madre le está gritando a mi hermana.

Colgó.

Vaya, jamás me imaginé que mi padre sabría más de lo que yo alguna vez pensé. Resultaba raro que en mi familia siempre me llevara mejor con mi papá que con mi mamá. No es por decir que entre las dos hubiera una mala relación, al contrario, pero éramos tan parecidas que siempre chocábamos. Ahora que vivíamos en países y continentes diferentes extrañaba pelear con ella cada día por cosas tan banales.

Una idea llegó a mi cabeza al cerrar la computadora, corrí a mi cajón especial e introduje la llave. Una nueva carta siempre me ayudaba a mejorar mis ideas en la cabeza.


Carta no. 209

Querida persona especial,

No sabes la alegría que me da, de que ahora ya no me equivoco con los números cada vez que te escribo una nueva carta. Es impresionante la forma en la cual mi cabeza quiere sacar todo lo que trae encima y la única forma que encuentra es escribiéndote a ti.

Nunca pensé encontrar una forma para expresar mis sentimientos, dolores, lamentos y hasta todo lo bueno de esta forma. De momento sigo sin un remitente exacto, aunque he estado consciente de que posiblemente ya sé a quién le pertenece cada una de estas cartas.

Desde que cruzaba los pasillos del colegio solía pensar que la persona más bonita en este mundo, no, en este universo era Clara Valle. Claro que solo eran ideas locas y personales. Ahora que la había besado en aquella fiesta confirmaba que esa chica era todo lo que me gustaba en una persona.

Necesito saber más de ella. Me gustaría conocerla, su color favorito, su animal favorito, hasta su película favorita. La idea de conocer a una persona me emociona. Me hace sentir como cuando llegué a España y conocí a Luca, el conocerlo me llenó de dicha y alegría. Después llegó Hayes, que me causaba intriga. Pero bueno, eso lo sabes porque te lo conté en la carta 100, cuando me desahogué, después de aquella desastrosa cita con Hayes y sus seis amigos que yo ni sabía que irían.

¿Cómo sabré quien es el verdadero remitente de mis cartas? Espero que, en las siguientes, cada una tenga nombre específico de a quien corresponden, todo dependerá de lo que suceda en unos días y anhelo que sea algo bueno.

Con cariño excesivo,

Colin.

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