Desaparecieron

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Colin

Nota mental, nunca más te vuelvas a dormir con el maquillaje en el rostro. Parezco un maldito mapache en estos momentos, ni siquiera uno tierno al cual den ganas de abrazar.

Mi alarma tomó la cruel decisión de no funcionar, me quedé dormida y ahora llegaba tarde a la segunda clase del día. No supe en qué momento Sonia regresó a su habitación, ni cuando Calvin salió para irse al trabajo.

Estaba corriendo de un lado a otro. Desmaquillándome, poniéndome los tenis, maquillándome, desayunando, poniéndome la blusa, lavando mis dientes. Hoy no era mi día.

Salí de casa con el tiempo encima, angustiada de poder llegar a tiempo o, al menos, llegar con los diez minutos de colchón que nos daban los profesores.

Estiré la mano, con la esperanza de que un taxi frenara. Pasaron dos, ninguno se detuvo. Venga, la tercera es la vencida. Me estiré y uno de los taxis que cruzaban por la avenida central se detuvo.

-   Al instituto Kreiin, por favor.

Subía y bajaba la pierna con rapidez. Tenía media hora para llegar corriendo o perdería otra clase y mi asistencia perfecta. Vamos, vamos, acelere, señor.

La bandera del colegio hizo aparición en mi campo de visión, dándome esperanzas, tenía mis diez minutos de colchón. Sin darle tiempo de frenar al conductor le lancé unos euros, segura de que lancé de más y salté del auto. No me daba tiempo de ir a mi casillero, por lo que, me moví rápido al salón de clases.

-   ¡Llegué! – grité emocionada.

Nada.

Ni una sola alma presente. Saqué mi celular del bolsillo trasero verificando la fecha, jueves 9 de septiembre. Un día laboral, normal y corriente. No entendía que sucedía. ¿Por qué no había nadie?

Salí, los pasillos estaban desiertos.

-   ¡Colin! – el grito de Amaia llamó mi atención. – Te estuve buscando.

-   ¿Dónde están todos?

-   La profesora Hernández y el maestro de historia nunca llegaron, estamos todos en la cafetería. Vamos.

Vega 1 – Escuela 0.

Entrando a la cafetería mi grupo y el de Clara se encontraban sentados alrededor de dos mesas. Solté un suspiro largo con el hecho de verla y cambié mis estadísticas del momento.

Vega 1 – Escuela 1.

Clara me había llenado de mensajes toda la noche anterior y me daba miedo responderlos. ¿Qué le diría? La chica se me hacía preciosa y había algo en su mirada que me atrapaba. Perderme en su mirada se convirtió en uno de mis hobbies. Podía ver el océano reflejado y al mismo tiempo la intriga me carcomía por saber lo que pasaba a través de esa mirada azulada.

Luca y Chris estaban sentados, comiendo una sopa instantánea, platicando sobre el próximo partido de soccer. Las abejas de Kreiin llevaban una victoria por el momento, ahora nuestra escuela sería la que le daría la bienvenida a la próxima escuela mañana por la tarde.

-   ¿Abejas u osos? – me preguntaron al llegar con ellos.

-   Abejas, siempre. – les respondí.

Chocamos las manos en señal de victoria, iniciando una gran apuesta entre varios estudiantes. Más les valía ganar el partido o perdería treinta euros, eso no lo contemplé por la mañana.

-   Oye, Amaia... - no estaba a mi lado. - ¿En qué momento se levantó?

-   Nunca se sentó. – contestó Archie. – Te dejó aquí y se fue con las porristas. Escuché que tenían una nueva rutina para mañana.

Cartas a ClaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora