Clara
Después de decirle a Colin que la vería mañana caminé sin rumbo fijo, terminando frente a la puerta de la cafetería. Al entrar vi que solo había unas seis mesas ocupadas, encontrándome que en una de esas mesas estaban mis mejores amigos, Grecia y Sebastián. Los conocía desde el jardín de niños y nos habíamos vuelto inseparables.
- Hey. – saludó Sebastián. – ¿Todo bien con el director?
- Solo me llamó para avisar que debo ayudar a Colin Vega con el anuario y que debemos organizar la graduación.
- Oh, yupi. – la emoción falsa de Grecia se notaba a kilómetros y me reí por su acción.
Mi amistad con ellos era demasiado rara, consistía en Grecia como la chica mala, Sebas el hombre del grupo y yo la chica amable. Solía pensar en nosotros como Carly, Sam y Freddy. Solo que mis amigos solían decirme que era demasiado infantil y todo lo relacionaba con películas y series para niños, sobre todo Disney.
Me levanté para pedirme una rebanada de pizza y regresé a la mesa con los chicos, los cuales ya habían sacado un juego de cartas.
- Vamos, tengo diez minutos antes de llegar al aula de periodismo. – dijo Grecia, tronando sus dedos en señal de que estaba lista para ganar. – Conociendo a Colin querrá empezar con el anuario hoy mismo.
- A mí me parece linda y canta muy bien, será Rizzo en la obra.
Ambos me miraron con una ceja levantada y dudosa. No era ningún secreto que en mi opinión la directora del anuario era una de las chicas más lindas del instituto. Se me hacía muy amable y tímida. Me encantaba su cabello negro como la noche y sus ojos color miel parecían llenos de secretos. Cuando la vi por primera vez pensé que era una chica egocéntrica y narcisista, llegué a esa conclusión gracias a que siempre la veías al lado de la famosa Amaia Laguna.
Y ahora, sin duda, podía admitir que Colin era todo lo contrario a ella y pude darme cuenta de eso en nuestra primera clase de artes escénicas del año pasado cuando cantó 'En cambio no' de Laura Pausini. Sus facciones y sus ojos se me hicieron tan bellos y sinceros que toda opinión negativa de ella se volvió positiva.
- Si quieres te traigo una cubeta, estás babeando. – ambos me miraron burlones.
- Oh, callad.
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Después de un pesado día de escuela llegué a casa, donde el delicioso aroma de la cocina me aclamaba. Me encontré con mis padres platicando sobre alguna serie que estaban viendo de momento y ambos me vieron cuando entré.
- ¿Qué tal el instituto, querida? – me preguntó papá.
- Debo organizar la graduación.
- Suena divertido. – comentó mamá.
Alcé mis hombros en señal de que no me importaba y me senté al lado de mi padre. Continuamos platicando sobre diversos temas. Amaba a mis padres, sin ningún atisbo de duda aceptaba que eran los mejores del mundo. Me apoyaban con cada una de mis decisiones y siempre me alentaban a seguir adelante con mis sueños. Como el día que les dije que deseaba estudiar música en una universidad como Julliard. Al inicio me tomaron como la persona más desquiciada del planeta, pero después llegaron con la computadora de papá y me dijeron que eran buen momento para mandar la solicitud.
- Clara, linda. – la sonrisa de mi madre estaba a solo centímetros de separarse de su cara por lo amplia que estaba. – Te llegó algo.
Mi padre giro sobre su silla y tomó un sobre que estaba sobre la tarima de la cocina. Era blanco, aunque lo que llamó mi atención fue el gran logo en una de las esquinas del sobre. Mis ojos se abrieron como platos y lo agarré con emoción. Se hallaba cerrado, mis padres no lo habían abierto. Iba a tomar un cuchillo para poder abrirlo, la desesperación me ganó y con mis propias manos lo rompí.
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Cartas a Clara
Roman pour AdolescentsSer una estudiante estrella, es complicado. Rendirle cuentas a tu hermano, es complicado. Vivir en otro país lejos de tus padres, es muy complicado. Aprender a amar, tiene muchas pruebas. El primer amor, es doloroso. Sumarle el aceptarse a sí mismo...