Clara
Mako descansaba en el sillón. Mi madre no estaba en casa y Mako lo sabía, aprovecharía para hacer todas las travesuras que nunca puede hacer cuando mi madre se encontraba presente.
David Bisbal sonaba de fondo desde mi computadora, me encontraba arreglando la lista de materiales que necesitaríamos para la graduación. Grecia una vez me comentó que Colin era una persona perfeccionista y siempre quería todo lo más pronto posible. Por lo tanto, el salón ya lo había apartado.
Faltaba la cena, la música, los globos, el Dj, en fin, todas las cosas importantes en una fiesta. Se trataba de mi fiesta de graduación, merecía todas las ganas del mundo.
Las fotos de maestros seguían perdidas, durante la semana de clases buscamos formas de recuperarlas y nada. Grecia insultó a todos los que pasaron frente a ella, menos a Sebas, cada vez que lo veía, la bomba se reiniciaba y se apagaba. Chris y Archie regañaron a los pobres novatos, los cuales no tenían nada que ver con lo sucedido y Colin lloró una media hora encerrada en su oficina todos los días.
Me daba tristeza verla de esa forma, platiqué con Ángel llegando a la conclusión de que debía animarla un poco. La azabache vivió una semana muy mala; primero, la suegra de su hermano era una verdadera perra; segundo, las fotografías no aparecían; tercero, su supuesta mejor amiga la ignoró todo el tiempo y la alejaba, y, por último, el entrenador parecía que tenía algo contra ella, la puso a correr cinco vueltas más que a todos los demás, por lo que me contó Adriel.
Ah y como olvidar que el señor Montoya la regañó por no aprenderse los diálogos de Rizzo. Aún faltaba para la presentación de la obra, pero a nuestro profesor le gustaba tener todo perfecto.
En fin, no se la estaba pasando nada bien. Antes de salir del instituto le pregunté si deseaba comer conmigo, ella aceptó emocionada, ahora me encontraba esperándola.
El timbre sonó y Mako ladró mirando la puerta. Amaba a mi mejor amigo guardián. Pausé la música, caminé a la entrada y la abrí. Ahí estaba mi guapa chica.
- Hola. – me dejó un beso en mi mejilla. – Espero no molestar, perdona si llegué un poco tarde. Nat me... - tragó duro. – Nat me pidió que la ayudara con su cita.
- Tranquila, linda. – la dejé pasar.
Colin admiraba mi hogar. Para mí se encontraba frío y solo. Desde que mi padre falleció no sentía mi casa de la misma manera. Mi madre durmió conmigo por dos semanas, decía que su cuarto perdió su calidez.
Corrección, mami. La casa perdió su vida.
Troté a la cocina, encendí la estufa para poder calentar la comida. Le pregunté a Luca la comida casera favorita de la chica, si la iba a alegrar debía de hacerlo de la manera correcta, lo iba a hacer bien. Me dijo que con una pasta ella era feliz, pero eso sí, la chica amaba el pan y siempre comía pan.
Al saber eso preparé espagueti y tosté un poco de pan blanco, comida sencilla, pero especial. Acomodé la mesa y saqué la jarra del agua que se encontraba en el refrigerador.
- Espagueti, pollo asado y pan blanco. – dije como si fuera la chef de un restaurante. – Ah y agua de frutas.
Colin sonrió. Me gustaba verla con una sonrisa en la cara, se veía hermosa.
- Su asiento, bella dama. – extendí la silla y le permití sentarse.
- Gracias, dulzura.
Comimos en silencio, con varias miradas coquetas entre ambas. Deseaba poder leer mentes, como Edward Cullen en Crepúsculo, quería saber que era lo que tanto rondaba por la cabeza de la bella chica. A pesar de verme con lindas sonrisas y tratar de iniciar pláticas conmigo, se perdía en la nada cada tres minutos.
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Cartas a Clara
أدب المراهقينSer una estudiante estrella, es complicado. Rendirle cuentas a tu hermano, es complicado. Vivir en otro país lejos de tus padres, es muy complicado. Aprender a amar, tiene muchas pruebas. El primer amor, es doloroso. Sumarle el aceptarse a sí mismo...