13.-Amargo

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Las manos del oji morado sostenían las del castaño que se encontraba en la camilla, cubierto por una manta blanca como las vendas que tenía en las manos y por la parte izquierda del ojo

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Las manos del oji morado sostenían las del castaño que se encontraba en la camilla, cubierto por una manta blanca como las vendas que tenía en las manos y por la parte izquierda del ojo.

Se sentía horriblemente mal, miro con tristeza las telas que no permitían la visión de los ojos rubíes del contrario, odiaba el echo de que su mejor amigo estuvo batallando por una gran cantidad de tiempo y el no pudo hacer nada para ayudarlo. Odiaba el echo de que justo ese día tuvo que salir por tanto tiempo sabiendo el peligro que corría Luzu al estar solo en su hogar, sin compañía alguna para que lo ayudara en caso de que algo malo pasara.

Y justo como lo predecía, uno de sus mayores miedos fue cumplido, que Quackity atacara a su mejor amigo aún estando superandolo y peor aún, con una cría en camino.

Estaba tan enojado con el híbrido pato, no pudo hacer denuncia alguna disque porque el anterior mencionado no estaba en la escena, no lo vió pero estaba seguro que fue él ¿Quien más querría hacerle daño a Luzu después de todo?

Su enojo aumento al escuchar el chillido de la puerta y ver de quién se trataba. Quackity.

¿Cómo tan siquiera tienes el descaro de dar la cara después de lo que hiciste?–pregunto en lo alto el oji violeta–

La policía dijo que yo no tenía que ver en el caso–intervino rápidamente–

Yo sé que fuiste tú, eres el único que tendría una "razón" para dejarlo en tal estado –

Sus manos se hicieron puño, la impotencia de no poder hacer nada en estos momentos lo asfixiaba como si algo le quitase la capacidad de respirar, como si fuera tan pequeño como un grano de entre tantos frijoles, casi inexistente.

Y su enojo no hizo más que sumarse en demasía ante la llegada del híbrido oso de nombre Rubius.

Apretó las telas de aquella camilla, su molestia solo aumentaba con el pasar del tiempo, no tenía intenciones de sacar conversación o de tan siquiera hablarles como última opción, las personas ajenas a él y Luzu eran tan dobles cara como una moneda. Odiaba a las dos personas que acaban de llegar, repudiaba a uno más que al otro y no eh de decir a quien exactamente.

Se alteró cuando el alcalde trato de acercar sus manos a los mechones de cabello marrón pertenecientes al chico que se encontraba en la camilla conectado a varios cables.

Agarro su mano con velocidad, sin dejar que se acercara más de lo que ya estaba.

No lo vuelvas a tocar–su agarre apretó tras las palabras salidas de sus labios–

No eres quien para mandarme–amenazo el alcalde–

La tensión de hace días atrás volvió, tan siquiera con verse era una razón suficiente para lanzarse a los golpes, su deseo de tan solo hacerle pagar por todas las lágrimas que su mejor amigo derramó solo crecían conforme al tiempo pasaba.

Padre "Soltero"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora