Olivia estaba regando el girasol que tenía plantado en una maceta en su apartamento del Soho en Londres, cuando su móvil, que coronaba una pila de cartas, vibró:
@olivia_sunflower soy Nico. He abierto un hotel, se llama Girasol y está en mi terreno. Estás invitada a la inauguración, es el finde de las Perseidas.
En los seis años que habían pasado desde su verano juntos, Olivia no había sabido demasiado de Nico: tan solo las migajas que las redes sociales ofrecían y un par de mensajes intercambiados durante los años de pandemia, para asegurarse el uno de la salud del otro. Tras su ruptura, Olivia había llegado a Londres con una maleta llena de lágrimas y un corazón roto. Se había refugiado en fiestas llenas de glamour, había acabado sus estudios y se había enamorado varias veces. Después había recorrido el mundo entero, convirtiéndose en una influencer de viajes en Instagram, motivo por el cual suponía que Nico la reclamaba.
Planificó el viaje sin pensarlo demasiado, movida por la intuición y el recuerdo. Cuando bajó del coche alquilado y pisó el suelo de tierra que llevaba al Hotel Girasol, Nico se acercó con una sonrisa y una mirada indescifrable:
—Olivia, me alegro de verte...
Si Nico se sorprendió de que Olivia llevase a su novio con ella, no lo manifestó. En cambio, le estrechó a él la mano sonriente y le plantó a ella dos besos en las mejillas.
—Acomodaos —dijo señalando una fila de sillas giratorias que había a un lado del hotel, entre el campo de girasoles—. Voy a recibir al resto de invitados.
Nico cumplió a la perfección su papel de anfitrión. Cuando cada uno de los invitados estuvo sentado en su silla, contó la historia de un chico que, con el corazón roto, se sentaba todos los días en un silla similar, dando vueltas al son de los girasoles:
—Siempre miraba al sol —concluyó, recibiendo aplausos y suspiros por igual.
Con el atardecer llegó la cena y la noche trajo un baile con la música de Bob Dylan. Al ritmo de Desolation Raw, Olivia decidió buscar a Nico, que estaba escondido entre los girasoles y los sillones.
—¿Hotel Girasol? ¿Bob Dylan? ¿Siempre mirando al sol? —fue todo lo que ella dijo, enfadada.
—¿Olivia Sunflower? —respondió él, levantando una ceja.
—Me hiciste daño, Nico. Ya lo he superado.
—¿Con el dandy inglés? —Olivia puso los ojos en blanco—. El chico de la historia era yo, Oli —su voz se había vuelto un susurro—. Te dejé por tu bien, porque yo era un lastre. Pero, ahora, te merezco.
El tsunami de emociones que se desató en Olivia fue tal que, en dos grandes zancadas, salvó la distancia entre ellos y le besó.
—Vámonos de aquí —le dijo Nico, ella asintió.
Se subieron en la vieja furgoneta de Nico y se alejaron bajo un cielo en el que las Perseidas no paraban de caer. El aire olía a verano cuando se pararon en el río Júcar, con la silueta del Castillo y las casitas de Cuenca perfilándose en lo alto, de espaldas al amanecer. El frío se pegó a sus pieles desnudas cuando se bañaron en el río, rodeados de los miles de verdes de la vegetación. Antes de dormirse en la orilla, Nico le dijo:
—Quédate conmigo. O vámonos juntos. Haremos una cadena de mi hotel, plantaremos girasoles en todo el mundo.
Olivia le besó en sus ojos dormidos antes de robarle el coche y volver al hotel. Recogió a su novio, que seguía de fiesta con los influencers, y se marcharon.
Unas horas después, al abrir la puerta de su apartamento, se dio cuenta de que su girasol se estaba muriendo. Sus semillas caían una a una sobre la pila de cartas, que Olivia cogió y tiró al suelo: la boda que esas invitaciones anunciaban era la razón por la que había huido.
Se sentó al lado de su girasol. Las lágrimas recorrieron su cara al compás de la caída de las semillas. Lloraron juntos durante horas, hasta que cayó la noche y la última de las semillas: fue entonces cuando Olivia descubrió que los girasoles solo mueren cuando se va el sol.
Nota de la autora:
Siguiendo con la reciente costumbre de hablar un poquito de lo que hay detrás de cada relato, voy a contar la historia de este capítulo. Como sabéis, esta historia fue el primer trirrelato que escribí y el germen de todo el libro.
La idea de los trirrelatos nació mientras, en una actividad del grado, diseñaba mi propia imagen de marca personal. Allí creé mi logo y senté las bases de lo que yo quería ofrecer: un producto que fuese una mezcla de algo escrito, algo ilustrado y, quizás, algo animado. De primeras, se me ocurrió recopilar los tres capítulos de Trirrelatos en un tríptico, pero pronto me di cuenta de que se quedaba corto. Tenía que ser algo más. Ese algo más llegó de nuevo cuando publiqué esta segunda parte en Instagram y tuvo otra gran acogida. Vi una oportunidad de crear historias cortas, que no me llevasen muchísimo tiempo (para poder compaginar con mis estudios y trabajo), y que pudiesen conectar con vosotros. Así nació este proyecto.
Espero que os guste conocer este proceso que hay detrás del libro :)
Y, ahora sí,... se abre el debate, ¿qué debería hacer Olivia? ¿Volver con su viejo amor o seguir con su boda?
¡Saludos!
Crispy World
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Trirrelatos
RomanceTrirrelatos son doce historias entrelazadas, cada una compuesta por tres relatos diferentes. Cada trirrelato transcurre en un mes del año y en una ciudad distinta. Adéntrate en sus páginas para vivir historias de amor, de superación y aventuras con...