11.La celebración

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─ ¡No me convence! Es demasiado atrevido...Yo soy más sencilla.

─ Olga, ¡pero si estas guapísima! Hay veces que es necesario arriesgar un poquito, ¿no crees?─Miriam meneó la cadera─. Se vienen cambios en tu vida, así que, ¿por qué no cambiar también tu aspecto al menos por un día?

Volví a mirarme en el espejo, intentando asimilar ese nuevo look.

─ ¿Está o no está guapa, Carmen?─ la preguntó Miriam ante mi expresión nada convencida.

─Claro que esta guapa. Olga siempre lo está─sonreí por los halagos que Carmen tantas veces nos dedicaba─, pero si es ciert...

─ ¡No hay peros que valgan! Tengo dos amigas tremendamente sosas.

Miriam se había empeñado en ponerme un poco más atrevida esa noche. Íbamos a celebrar en El Refugio que en dos días me convertiría en una empleada más de ese lugar. Insistencia también de Miriam que se excusaba en cualquier cosa con tal de salir un rato. Así que, allí me encontraba. Frente al espejo de mi casa, vestida con una falda de cuero, una camiseta roja demasiado pegada para mi gusto y unas botas excesivamente altas .El peinado y el maquillaje también eran algo arriesgado, al menos para mí. Miriam había optado por dejarme unos rizos realmente marcados, y maquillarme los ojos ahumados y los labios rojos. Del maquillaje no me quejé. Me gustaban esos tonos para las noches, y muchas veces yo misma me había maquillado de esa manera. Pero, todo en conjunto, ropa, peinado y maquillaje me parecía desmesurado.

Me volví de nuevo hacia el espejo para mirarme por enésima vez. Después busqué a Miriam a través de él.

─ ¡No lo pienses más! ¡Estás perfecta! ─me dijo con una radiante sonrisa.

Carmen se acercó a paso lento, y ella también se puso frente al espejo, entre Miriam y yo.

─Sí ─ladeó la cabeza primero hacia un lado y luego hacia el otro ─.La verdad es que no estás mal...Algo distinta, pero...te queda bien.

He de admitir que la opinión de Carmen no me parecía muy convincente, pero era entendible. Miriam había dado un cambio muy brusco a mi estilo, aunque solo fuera por un día. ¡Hasta yo estaba impresionada!

─De acuerdo ─Miriam me abrazó contenta de que al fin hubiera cedido ─.Igualmente, con todo el trabajo que te ha costado, no me iba a quitar todo esto y a ponerme otra cosa a estas horas.

─Es un detalle por tu parte apreciar mi arte.

Las tres nos echamos a reír.

─ ¡Y que lo digas! Una verdadera obra de arte.─Estiré un poco más hacia abajo la camiseta, pero era tan ceñida que no había manera de que se moviera.─ Bueno, voy a por mi chaqueta al dormitorio. Ahora vuelvo ─anuncié.

Tanto Carmen como Miriam asintieron.

Cuando regresé, segundos después, vi como Carmen, que de nuevo estaba sentada en el sofá, me hacía señas apuntando a Miriam, que permanecía en el mismo sitio donde la había dejado, de espaldas, y otra vez enganchada al móvil. Caminé despacio hasta llegar a su altura. Ella en ningún momento se volvió. Parecía estar absorta en lo que estuviera haciendo, pese al ruido de mis tacones.

─ ¿Está interesante lo que escondes en ese aparato?

Miriam se giró repentinamente hasta quedar frente a mí.

─ ¡Olga!─se llevó una mano al pecho.─Me has asustado.

─Por qué será... ─repliqué con retintín.

─ ¿Cómo dices?

Hice un gesto a Carmen con la mano para que viniera. Sabía que ella era más comedida, pero necesitaba su apoyo, ya que también había sido partícipe en observar el comportamiento que Miriam había tenido en el último tiempo.

Enséñame a creer en el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora