Capítulo 14.La mentira.

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─ Entonces, ¿te dio buena impresión?

─Si, Carmen.─Respondió Miriam mientras descolgaba una falda roja de la percha, y simulaba ponérsela para verse en el espejo.

Nuestras tardes de domingo solían ser así Normalmente, íbamos a un centro comercial a probarnos trapitos, aprovechando que las tiendas raramente cerraban y después buscábamos una cafetería donde poder tomar algo. Llevábamos haciéndolo desde que nos conocimos, aunque, ese día teníamos un motivo de peso, y es que, no podíamos quedarnos con las dudas de lo que había sucedido en la cita que tuvo el viernes Miriam con Ángel, el chico de internet. ¡Necesitábamos saberlo todo! Por lo que, mientras mirábamos ropa y complementos, aprovechábamos para hablar de nuestras cosas.

─ Pero, ¿te gustó? ─pregunté mirando su espalda, pues ella no paraba de colgar y descolgar prendas de la tienda.

─Ajá.

─ ¿No te decepcionó nada? Mira que una cosa es verse las caras por una pantalla, y otra muy distinta hacerlo en persona ─agregó Carmen.

─Nada de nada.─Miriam sonreía. Se notaba a leguas que se estaba divirtiendo de lo lindo a nuestra costa.

─Ósea, que pensáis quedar de nuevo ─volvió a insistir Carmen.

─ Ajá.

Carmen y yo nos miramos con un encogimiento de hombros y un mar de dudas en nuestra cabeza. ¿Qué le pasaba a Miriam? ¿Pero por qué no soltaba ni media palabra?

─Miriam, ¿podrías dejar de decir todo el tiempo "si"," ajá"," nada de nada", "ajá" y contarnos las cosas un poco más desarrolladas?─Ya no pude aguantar más y exploté. Mi paciencia había llegado al límite. Necesitaba saber y ella no me lo estaba poniendo nada fácil.

De pronto, Miriam se giró frente a nosotras con un vestido de cuero en la mano.

─ ¿Os gusta?─preguntó señalando la prenda.

─Miriam...─susurré en un tono de advertencia.

─A mí me parece ideal. Creo que me lo voy a comprar.

─Si, el vestido es muy de tu estilo.

─ ¿Verdad que sí, Carmen?─Miriam volvió a mirar por enésima vez esa minúscula prenda a la que ella llamaba vestido, pero en mi opinión distaba mucho de ello.

─Pruébatelo, así ves cómo te queda.

Me volví bruscamente hacia Carmen y la eché una mirada reprobatoria. Miriam estaba consiguiendo su propósito con ella que era evadir el tema de conversación. Pero, ¿es que no lo veía? ¡A veces era demasiado ingenua!

─ ¡Miriam! El vestido es precioso, pero, ¿nos puedes relatar de una santa vez que es lo que pasó el viernes en tu cita con Ángel?

Ella me observó detenidamente con los ojos muy abiertos. Inmediatamente su labio empezó a temblar y seguidamente, sin poder remediarlo más, estalló en carcajadas.

─Os estáis muriendo de la curiosidad, ¿eh? Sobre todo tú ─me señaló con su dedo índice ─.Hay que ver Olga, que poco aguante tienes .No puedo hacerte sufrir ni un poquito. Al instante te desesperas y sacas ese carácter rancio que tienes a veces.

Rodé los ojos. Sí, puede que a veces tuviese un carácter rancio, como ella decía, pero las intrigas no iban conmigo. Cada vez menos.

─ ¿Y bien? ¿Vas a contárnoslo o lo piensas  mantener en secreto como estas acostumbrando a hacer últimamente?

Lanzándole esa pulla me arriesgaba a que se envalentonara, y se marchara enfadada , pues yo no era la única que tenía un carácter rancio, pero me estaba inquietando , y lo único que me desahogaba un poco era atacarla de igual manera, aunque las consecuencias se volvieran en mi contra.

Enséñame a creer en el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora