Carl y Natasha aprendiendo a sobrevivir juntos.
"es en ese momento en el que te das cuenta que algo está roto dentro de ti y jamás podrá ser reparado"
"soy veneno, vengo de veneno"
"aveces siento que tengo una fuga y cada buena acción que pude hacer...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
— ¿te sientes cómoda? —preguntó Nat acomodando las almohadas para Lori.
la mujer soltó un suspiró y un quejido acomodándose en su cama. asintió levemente a la pequeña rubia y le dió una sonrisa.
— gracias por cuidarme.
— cuidaré de ti hasta que el bebé nazca, después de eso, esa cosita se llevará toda mi atención. estuve practicando como cargarlos, cómo alimentarlos, aunque de eso te encargas tú —la niña se sentó en un banco frente a la cama de Lori quién sonría— perdón por apuntar a tu hijo en el bosque cuando llegamos.
— no te preocupes por eso, perdón por tratarte mal al inicio. aveces el estrés de este nuevo mundo me hace olvidar que eres una niña al igual que Carl —Nat se llevó un mechón de cabello detrás de la oreja— ¿quieres que te peine?
la rubia la observó unos segundos y asintió apretando los labios. Lori palmeo la orilla de la cama y Nat se puso de rodillas en el suelo dándole la espalda.
jamás había sentido las manos de otra persona en su cabeza. siempre tenía que hacer todo por si misma, su madre jamás la peinaba y ni hablar de su padre. cuando pedía ayuda... su madre optaba por tomar unas tijeras y cortarle su cabellera rubia.
prefería no batallar a tener que peinarla, con el tiempo empezó a aprender ella sola. pero en ese momento se sentía especial al tener las manos de Lori peinandola con sus dedos.
— listo —abrió los ojos y se levantó.
llevó su mano para tocar el peinado que le había hecho y era una trenza francesa a lo que conocía. la mujer le sonrió a la niña quién le regresó el gesto.
— ¿cómo nombrarás a tu bebé? —se sentó de nuevo en el banco.
— te quedan muy bien las trenzas. otro día te haré otro estilo de trenza, las de corona se ven muy lindas junto a tocados de boda —la mujer desvío la conversación— ¿cuándo quieres casarte?
