She? [4]

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George arrastro a la chica por los cabellos, aventándole contra la pared cerca de la cocina.

—Yo se, Alyssa, que estás demente. Que eres una maldita psicópata, pero quiero creer qué hay una razón detrás de todo lo que hiciste.

La chica limpió la sangre de su nariz, acomodándose adolorida en el suelo.

—Está era la única manera de remendar todo... ella me lo dijo...— pronunció con dificultad, debido a las punzadas en sus costillas.

Le ponía los nervios de punta ver el fuego expandiéndose por todo el internado.

—¿Alguien te lo dijo?— cuestionó George con incredulidad, soltando una risa seca.

—Este internado me quito a mi Callahan... tenía que destruirlo.

El chico quito sus lentes, intentando comprender las palabras de Alyssa.

—¿Y matar personas era la solución?

Después de la pregunta, le aventó los lentes al rostro. A pesar de que aquello le dolía.

—Karl me regalo unos idénticos.

La chica tomó entre sus manos aquella pertenencia, examinándola.

—¿Y sabes por qué ya no los uso? porque es lo único que me queda de él.

Se colocó de cuclillas, tomándola por sus ropajes para estamparla contra la pared.

—Quackity era tu amigo...— escupió con rabia, viéndola con decepción.

—¿Por que ellos sí podían ser felices y yo no?— su tono era amargo y lleno de resentimiento —¡Nadie puede ser feliz si yo no lo soy!

Empujo a George, quien perdió el equilibrio y cayó de espaldas contra el suelo. Soltó un quejido y se levantó rápidamente.

—¡Fuiste una maldita egoísta!

—¿¡Y tú no, George!?

Aquello detuvo sus movimientos.

—¿No fuiste tú el que iba a huir junto a Dream sin importar lo que le pasara a los demás?— preguntó con cierta burla.

Eso solo logro enfurecerlo más.

Se lanzó de nuevo contra la chica, comenzando una pelea de golpes.

Ninguno tenía la ventaja ahí. Sabían que ambos saldrían demasiado lastimados.

—¡Terminaré lo que empece esa noche!

—¡Maldita loca!

La sangre salpicó el piso.

—¡Arderemos juntos!

—¡Estúpida esquizofrénica!

Se dio un golpe contra la pared, recomponiéndose al instante algo desorientado.

—¿Entonces sufres de esquizofrenia?

Pregunto el pequeño George, ladeando la cabeza con confusión. Alyssa soltó una risa.

—Sí, a veces unas voces suelen hablarme. Son realmente molestas.

—¿Y te piden cosas?

—Algunas veces...

Inmovilizó a la chica contra el suelo, mirándola horrorizado. Había olvidado aquello.

¿Cómo pudo olvidar algo tan importante como la esquizofrenia de Alyssa?

Ella aprovechó esa distracción para patearlo.