Unos brazos me rodearon y yo me sumergí en aquel pecho desconocido pero cálido. El miedo solo me invadía, intenté llevar la mirada hasta su rostro pero los bruscos movimientos del avión nos empujó cerca de la puerta del baño, me escondí aún más entre aquellos brazos, me aferré con fuerza al saco que portaba y cerré los ojos como si solo eso lo solucionaría todo.
Sus brazos me rodeaban, y sus pies trataban de afirmarse contra los movimientos turbulentos, pero era inestable. Un tirón brusco del avión nos empujó dentro del baño, me acorraló en una esquina, reposó su cabeza sobre la mía, y reafirmó con dureza sus piernas evadiendo las duras sacudidas. Así hasta que la azafata dio la información de que ya había pasado la turbulencia, y que solo quedaban treinta minutos para el aterrizaje.
— ¿Por qué no me hiciste caso? — escuché una voz conocida.
Deshice el abrazo rápido y lo miré.
— ¿Tú? ¿Qué haces aquí? — pregunté empujándolo fuera de mi camino.
Me fui a mi asiento y ahí estaba la azafata, a mi encuentro.
— Señorita Bianchi… le he traído su merienda, como estaba dormida, su novio no quiso despertarla — sonrió.
— Mi… ¿novio? Te refieres a…— apareció el chico alisando su traje, y al cual atravesé con la mirada — No gracias, no quiero — me senté y miré por la ventanilla.
— ¡Claro que si! ¡Ella comerá! — intervino el hombre.
Tomó la bandeja mientras se sentaba. La azafata se marchó y él colocó la bandeja en mis piernas.
— ¡No comeré! — volví a dejar en claro — Compraré algo de comida cuando esté en tierra otra vez — dije.
— ¡Claro que no! — mostró una expresión autoritaria — Una vez que estemos en tierra no tendrás tiempo, habrá otro avión esperando a que abordemos, así que come — se centró en su móvil.
— Te dije que… — me interrumpió metiendo una papita frita en mi boca.
Lo fulmine con la mirada y el ceño fruncido. Empecé a comer, y el sonrió victorioso.
— ¿Como te llamas? Pretendes que te llame el señor sin nombre? O quizás… ¿El hombre pervertido? — pregunté con la boca llena.
— ¿No tienes modales? — no prestó interés.
— Y tú eres un…
— Vicenzo Cassano — interrumpió — Y tú debes ser Lilith Bianchi ¿no? — preguntó mirándome mientras guardaba su móvil en el bolsillo.
— ¿Que? ¿Cómo…? — lo miré confusa.
— Termina que no puedes estar comiendo mientras que solo faltan minutos para el aterrizaje — me regañó.
#
Después de aterrizar exitosamente, nos informaron que debíamos esperar dos horas en el aeropuerto, estaba nevando y me estaba muriendo de frío, no podía ir a un hotel o ir a buscar algo de ropa para cubrirme porque no conocía a nadie en este país de escala y mucho menos alguna dirección útil.
Estaba sentada en un banco mientras miraba las horas pasar, apenas eran las tres de la mañana, en este momento estaría en casa, dormida y bien acurrucada bajo mis sábanas. Sentí las manos de alguien cubrirme con un abrigo, miré atrás y ahí estaba el Sr Vicenzo Cassano.
— ¿Tú otra vez? — pregunté cubriéndome bien con el abrigo que me depositó.
— ¡Soy mayor que tú! ¿Por qué me hablas tan informalmente? — replicó tomando asiento a mi lado — Tengo veintiocho y tú seguro eres una mocosa de quince años — se burló.
— No soy una mocosa, ya soy mayor de edad, tengo dieciocho, y a ti que te importa, ¿no tienes nada mejor que hacer?. En vez de andar molestando a una mujer — refunfuñé — Pervertido— susurré.
— ¿Mujer? — sonrió burlón mirando sus manos — ¡No podemos salir de aquí! ¿Qué más puedo hacer? Además no soy un pervertido, solo que tú eres demasiado pequeña para cosas demasiado grandes — me miró con una sonrisa de picardía y me sobó la nariz, se que se refiere a la escena donde lo vi viendo fotos sexys en Instagram.
Se levantó y se puso en marcha, me puse de pie y corrí para seguirlo, de alguna manera él me hacía sentir protegida a su lado, sin importar que fuera un total desconocido.
#
Abordamos el avión una vez que fue reemplazado, tomando los asientos con el mismo número que el anterior. Cerré los ojos y cuando desperté ya estábamos aterrizando. Después de esto no vi más al Sr Vicenzo, me dirigí a un taxi, bastante ostentoso para serlo.
(Coreano)
— ¡Buenos días! ¿Me podrías llevar a esta dirección? Robot for Narrow Spaces, ¡por favor! — el taxista se puso en marcha, vi una botella de agua la cual tomé y le di un sorbo, pasados unos minutos me dormí.
O.P.V.
— Señor, acerca de la señorita que viajó con usted…
Habló mi asistente mirando por el retrovisor interno del auto
— Habla — ordené al ver que hizo una pausa.
— Bueno… la cosa es que, investigamos acerca del hombre que lo asaltó la última vez que tomó un taxi, y tenía un compañero, la señorita Bianchi acaba de tomar ese taxi — informó.
— Síguelo — respondí muy tranquilamente.
Hizo lo que le ordené. Seguimos discretamente al taxi hasta que se aparcó en un viejo almacén ya abandonado.
— Eso es linda — lo oí reír como psicópata mientras me escondía detrás de un monto de cajas — Esta noche será divertida para ti bomboncito — la cargó fuera del auto y se dirigió al almacén.
Lo seguí hasta adentro y lo vi mientras la soltaba sobre un charco de agua.
— Ups, lo siento preciosa, te has mojado la ropa, ahora debo quitarla sino atraparás un terrible resfriado — rasgó su mini vestido de mangas largas y dejó su pecho al descubierto.
— Oye idiota ven aquí, anda — grité.
Él no dudó en abalanzarse sobre mi con un arma, le patee el trasero dándole su merecido. Tomé a la chica en mi brazos y la llevé al auto.
O.P.V
Lo último que recuerdo es que subí a un taxi y me bebí la botella de agua, después de eso… todo negro.
— ¿Dónde estoy? — desperté asustada, mi respiración entre cortada y mi corazón agitado.
Estaba en una habitación con vista a la ciudad, me levanté y me miré como estaba vestida, no era la ropa que traía. ¿Qué me ha pasado? La camisa de hombre que apenas cubría mis piernas era blanca, y cubría todo mi brazo. Caminé mirando por todos lados hasta llegar al ventanal de cristal, me quedé emocionada con esa vista preciosa de las luces que iluminaban a la ciudad en la noche.
¿Dónde estoy? Decidí salir de la habitación y bajé las escaleras.
— ¿Hola? — pregunté mirando por todos lados — ¿Hay alguien aquí? — nadie respondió.
"Abriendo puerta".
Escuché la marcación de un código, me volteé y vi al señor Vicenzo entrar.
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Vicenzo Cassano no es el personaje de la serie "Vicenzo Cassano" solo tomé el nombre porque me gusta, con que no estaría mal imaginar a ese personaje mientras leemos, solo que mi imaginación ha creado otra personalidad .

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Mi Sr Vicenso Cassano
RomanceLilith Bianchi es una joven que apenas cumple sus 18 años decide viajar para realizar sus sueños, con el apoyo de sus padres viaja a Corea del Sur donde se esforzará al máximo por alcanzar su carrera de robótica y trabajar en la compañía Robot for N...