Cap 5

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Me dirigió la palabra al ver que nunca dije nada.

— Qué pasa? Dije algo mal? — preguntó.

— No… no dijiste nada — respondí — me voy a casa — me di la espalda.

— Yo te llevaré — se ofreció.

— No! — afirmé — tomaré un taxi — me di la vuelta.

— No tienes que tomar un taxi. Sólo…

— Dije que no — interrumpí.

— Por qué razón eres tan desobediente? — preguntó enojado — te vas en el auto, y no dirás nada, después que estés bien haces lo que quieras, mientras… — se acercó a mí y alzó mi brazo por encima de su cuello quedando una muleta en el piso — mientras harás lo que yo diga — con la otra me agarró por el trasero y caminamos hacia su auto — entendiste? — gruñó.

— A sus órdenes general — susurré indignada.

Subió al auto junto a mi y nos pusimos en marcha.

— Señor Cassano — habló su secretario, el mismo que conducía — todo estará listo mañana — informó este, a lo que Vicenzo respondió con un acierto.

— No es que ibas a llegar tarde esta noche? — pregunté.

— Mientras estés incapacitada estaré trabajando en casa, ya veo que eres una chiquilla sin experiencia, testaruda, mal educada, y desobediente, en resumen, no se te puede dejar sola — comentó.

Fruncí el ceño ante su desagradable comentario.

— Desobediente por querer ir a ver con mis propios ojos mi futuro trabajo? — pregunté enojada.

Ambos hicimos un silencio incómodo el cual fue invadido por el secretario Kim.

— Ah? Así que quieres trabajar en la compañía del señor Cassano — miró por el retrovisor interno del auto y mostró una sonrisa — Será difícil, él es muy exigente, dudo que usted lo pueda soportar — devolvió la mirada al camino.

— Veremos quien no puede soportar a quien — susurré cruzándome de brazos — Para que lo sepas, he venido a Corea con el apoyo de mis padres para estudiar mi carrera de robótica y ser admitida en Robot for Narrow Spaces, no me importa de quien sea la compañía, yo me las arreglo para entrar ahí, no hay algo que todavía me lo proponga y no lo logre — comenté — así que… nos vemos siendo compañeros de trabajo dentro de tres años — levanté su mentón con mi dedo índice y luego sonreí.

Llegamos al apartamento y me fui a mi habitación, sin idea de que debía hacer. En el piso de abajo está el estudio del señor Vicenzo, lleno de libros y cosas, parece alguien de gran importancia.

Ya estaba oscureciendo así que esperé un poco para entrar y poder tomar unos libros.

— Cho, me puedes preparar un baño caliente? Por favor — pregunté acercándome a ella en la cocina.

— Desde luego señorita Bianchi, el señor Cassano entrará a su baño dentro de cinco minutos, deme unos segundo para acabar con su pedido — comentó.

Asentí y me di la vuelta. Genial, se va a bañar, eso quiere decir que esta es mi oportunidad. Mientras esperaba sentada en el sofá, vi a Vicenzo bajar las escaleras y dirigirse a la cocina, y tomar un sorbo de agua.

— Señor, su baño de burbujas está listo — informó la Cho.

— Gracias Cho — agradeció y se dirigió a su habitación.

Habiendo cerrado la puerta me puse en marcha.

— Señorita Bianchi, iré a preparar su baño ahora — comentó.

— Eh… si! — sonreí nerviosa.

La señora Cho subió las escaleras y yo fui al estudio del señor Vicenzo, cerré la puerta y caminé con mis muletas hasta la estantería detrás del escritorio.

— Por qué tiene tantos libros eróticos? — fruncí el ceño viendo algunos.

Me encontré con la saga de Harry Potter y tomé el primer libro, junto a uno de los eróticos y me escapé a mi habitación. Allí me encontré con Cho lo que me llevo a esconder los libros detrás de mí.

— Que lleva ahí? — preguntó sonriendo.

— N… nada — respondí rodeándola hasta la cama.

— Su baño está listo, debe bajar en unos minutos a cenar — informó.

— Oh! Espera — dejé los libros sobre la mesita de noche y caminé con mis muletas hasta el clóset.

Saqué un vestido blanco de tela fina, y me lo puse en el baño

— Señora Cho — grité — Ya puede venir — informé

Esta entró al baño y me ayudó a entrar en la tina de agua caliente, dejando mi pie enyesado fuera, encima del borde de la tina. Una vez que disfruté del reconfortante baño, me ayudó a salir, me empecé a vestir para la cena, nada extravagante, solo me puse mi pijama compuesto por unos shorts de tela fina y cortos, junto con una blusa de tirantes finos y una vasta caída de vuelos.

Bajé las escaleras con un poco de trabajo, y ahí estaba en señor Vicenzo esperando en la mesa del comedor. La señora Cho me miró asombrada como su hubiese hecho algo malo, Vicenzo volteó y puso los ojos como platos. Devolvió la mirada a su sitio cabizbajo, con los codos sobre la mesa y sus manos en su frente.

— Por qué me miran así? — pregunté tomando asiento.

— Puede retirase Cho — dijo este a la señora.

Esta no dudó en irse de inmediato con pasos presurosos.

— Estás loca? Por qué no te pones ropa? — replicó en voz baja.

— Y esto qué cosa es? — pregunté dándome un sorbo de jugo.

— Eso es estar completamente desnuda — gruñó.

— No sé cómo visten las mujeres aquí, pero donde yo vivo, puedo ir al centro comercial usando pijamas — respondí — Además… ya me viste en ropa interior cuando me cambiaste la otra vez — recordé, por lo que este se sonrojó.

— Eso fue una urgencia, la señora Cho no estaba en casa y no iba a dejar que el secretario Kim lo hiciera, si te quedabas así ibas a coger un resfriado — frunció el ceño.

— Que más da? — pregunté — Ah? Me falta un cubierto Dios! — me puse de pie sin las muletas.

— Usa las muletas, no te confíes y ve a ponerte ropa — gruñó.

Meneé la cadera provocativamente demostrando que no obedecería su orden, me volteé y lo vi sonrojado por lo que reí a carcajadas.

— En serio lo digo, con mis pijamas puedo ir al centro comercial en mi país! — repetí lista para el hipo después de reír tanto.

Caminé con pequeños pasos sin muleta hasta la cocina y tomé el cubierto, de vuelta a la mesa, empezamos a cenar. No hablamos durante la cena, todo el tiempo el señor Cassano mantuvo su mirada baja, habiendo terminado subí las escaleras y entré a la habitación, es bueno saber que dentro de unos días podré usar mis piernas sin muletas.

Me senté en la cama y me recosté al monto de almohadas, tomé el libro erótico de la mesita y decidí hojearlo.

— Lilith maña…

Apareció Vicenzo empujando la puerta de repente, por lo que escondí el libro detrás de mí.

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Mi Sr Vicenso CassanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora