Cap 2

315 21 2
                                    

— ¿Vicenzo? — susurré confusa.

— ¿Despertaste? Creí que tenía que hacerte lo mismo que me hicieron a mí — soltó su portafolio en el asiento y se desabotonó el saco.

— ¿Qué… qué haces? — pregunté nerviosa.

Colocó el saco sobre el portafolio y me miró detallando cada parte de mi cuerpo descubierto.

— ¿Qué miras, pervertido? — grité.

Me imaginé la escena de él cambiando mi ropa por su camisa, me vi descubierta y completamente sin ropa.

— Tú…

— Creí que te quedaría más largo — me interrumpió mirando mis muslos fijamente e hizo una mueca de desinterés con sus labios y se dirigió a la cocina.

— Oye, espera… — corrí tras él — ¿Cómo es que llegué aquí? — pregunté.

— ¿En verdad no recuerdas nada? — preguntó.

— Si lo supiera no te estaría preguntando — rodé los ojos y me fui a la habitación.

Me quité aquella camisa y tomé unos vaqueros blancos, un abrigo y unos tenis de mi equipaje. Bajé las escaleras con la maleta en manos y ahí estaba Vicenzo.

— ¿A dónde vas? — preguntó.

— A buscar donde vivir, no es como que me valla a quedar aquí — repliqué.

— Llegaste aquí porque seguí al taxi que tomaste y resultó ser un psicópata sexual, si quieres tú vestido todo rasgado está en el depósito de basura — comentó absorbiendo su batido con una pajita.

— ¿Un… psicópata sexual? ¿Y tú por qué seguiste el taxi? ¿Eres otro psicópata? — repliqué.

— Es el mismo que me asaltó — respondió moviendo su taza. Admito que sus labios se ven sexys en esa pajita.

— Yo…

— Es de noche, no tienes que irte ahora, solo descansa y mañana podrás marcharte — sonrió y subió las escaleras.

#

Unas horas más tarde después de haberme cambiado a la camisa que Vicenzo me prestó, me senté frente al espejo y empecé a cepillar mi cabello. Todo se ve tan bien, no perece una habitación de invitados, la puerta se abrió y volteé.

— ¿Qué haces aquí? ¿Por qué no tocas antes de entrar? — gruñí al verlo entrar en su pijama.

— ¡Es mi habitación! No tengo que llamar — respondió buscando algo en el armario.

— ¿Tú habitación? ¿No es la de huéspedes? — pregunté dándole vuelta a la silla.

— Bingo — tomó una toalla y cerró el armario.

Me puse de pie y caminé hacia él, apoyé mi mano en su musculoso abdomen y lo empuje contra el armario.

— ¡Que trato tan especial! — susurré de forma seductora acercando mi rostro al suyo, poniéndome de puntitas.

Me dedicó una mirada incrédula y con ambos de sus dedos índices, me apartó por los hombros.

— Después yo soy el pervertido — susurró saliendo de la habitación y cerrando la puerta.

#

Es costumbre en mi ver doramas en la noche y dormir en el día. Así que debido a mi noche llena de tecnología y videos me desperté un poco tarde y no por mi propia voluntad.

— ¿Cariño? ¿Por qué no despiertas aún eh? — escuché una voz femenina.

Mi cuerpo cansado y somnoliento cubierto por las sábanas quería ignorar aquella escena.

Mi Sr Vicenso CassanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora