CAPÍTULO 28

90 9 0
                                    

País desconocido, 7 de febrero de 2017.

Después de la explicación de Mario decidí quedarme a observar la burbuja que nos envolvía durante unos segundos. Me parecía sorprendente que aquellos cristales en realidad fuesen espejos con cámaras...

Decidí dejar de pensar en eso y me volteé para buscar a Sergio, Mario y Hugo pero no estaban. Me preguntaba en mi mente dónde se podían haber metido, al principio pensaba que me estaban intentado gastar una broma pero tras gritar sus nombres durante un rato me di cuenta de que no era así.

Cuando decidí ir en su búsqueda aparecieron ante mis ojos una serie de pasillos pero no eran unos pasillos cualquiera, sino llenos de espejos.

— ¿Y ahora que pretende Pagán con esto? -me preguntaba a mí misma en voz alta-.

Ya no tenía miedo, por lo menos a ese lugar lleno de reflejos míos. A lo mejor era porque había perdido la fe en poder escapar de ese mundo que nos atormenta.

Mientras andaba a veces parecía que no tenía salida el pasillo pero lo que pasaba era que verme tantas veces me impedía ver la salida, y otras veces me chocaba contra mi propio reflejo.

Caminaba tranquila, sin prisas hasta que oí algo:

— ¡Nayara!

— ¿Quién eres? -pregunté a la persona que me llamaba ya que no podía distinguir su voz por el eco que en esos pasillos-.

— Sergio. ¿Dónde estás?

— No... No lo sé. Es imposible saberlo estando rodeada de pasillos idénticos -intentaba bromear-.

— Hagamos una cosa. Yo he encontrado una especie de "lugar clave". Estoy debajo de una columna que tiene un diamante encima. ¿La ves?

— Sí -le respondí cuando la encontré después de buscar la gema como una loca-.

— Ven hacia aquí, yo no me moveré.

No le respondí. Aceleré mi paso para llegar antes. A veces me parecía que estaba justo ahí, debajo del brillante diamante y cuando me confiaba le volvía a ver más lejos... ¿A caso mi mente me estaba jugando una mala pasada?

Después de correr sin parar durante demasiado tiempo, sabía que ahora sí que había llegado al "punto clave". No quería arriesgarme en dar un paso más, ya que un paso en falso me podría hacer retroceder.

— ¿Sergio? -le llamaba-.

— ¿Ya estás aquí?

— Sí... Bueno eso creo, pero no te veo.

— Espera un segundo... ¡Ya te veo! Estás justo detrás de mí, solo tienes que dar vuelta alrededor de la columna en la que estás y me verás.

— Te sigo sin ver.

— Normal, si no te mueves...

— Acabo de dar la vuelta completa Fuego.

— Eso es imposible -respondió sorprendido-.

¿Qué estaba pasando? ¿Por qué no puedo encontrarme con él? Seguro que era cosa de Pagán.

Nos desesperamos, ya no sabíamos que más hacer. Los dos nos movíamos alrededor de la gigante columna de espejos con la gema que tenía arriba y nada.

Al final decidí sentarme en el suelo y rendirme. Envolví mis piernas con mis brazos pero después les quité y decidí levantarme y dar un puñetazo a la columna.

Cuando lo hice vi como mi mano se introducía dentro del cristal, ¿sería esa la salida?

— ¡Sergio! Tenemos que meternos dentro del cristal.

— ¿Estás segura?

— Es la única salida... Pero tengo miedo.

— Tranquila, si tu caes yo también caeré y sabes que siempre pensaré eso -me intentó tranquilizar-.

— Una, dos... -contaba para saltar-.

— ¡Y tres! -finalizó Fuego-.

Saltamos y seguía sin verle. Solo sentía que me caía a una velocidad increíble a un fondo que no podía ver ya que todo estaba oscuro y negro.

Abrí los ojos y vi que estaba al lado de la burbuja, justo en el lugar donde empecé el recorrido pero ya sin los pasillos. No me levanté y vi a Sergio a mi lado.

— ¿Estáis bien? -vinieron Hugo y Mario para preguntarnos-.

— Sí, estamos bien -respondí-.

— ¿Alguno sabe quien ha sido eso? -preguntó Sergio-.

— Estábamos hablando ahora en esa hoguera que hemos preparado con el resto. Cada vez somos menos los que quedamos aquí, se ve que hay unos chicos y unas chicas que se han quedado atrapados ahí dentro -nos contó Hugo-.

— Bueno venid, necesitáis descansar -cambió de tema Mario-.

Fuimos a la hoguera. Me miré mi ropa negra y estaba llena de polvo pero le quité rápidamente con unas cuantas sacudidas que hice con mi mano.

Al final la noche terminó siendo una noche de velada, la verdad es que también teníamos derecho a divertirnos a pesar de estar prisioneros.

FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora