CAPÍTULO 10

146 8 0
                                    

Alemania, 12 de junio de 2015.

Un nuevo día nos esperaba. Después de desayunar salimos fuera de la residencia porque nos iban a hacer unos exámenes físicos para dividirnos en grupos y así poder desarrollar nuestras mejores capacidades, eso decía Errante. A los niños y sus madres se les liberaba de esos exámenes debido a que su edad no era la más adecuada para entrenarse y salir de la cúpula.

— Como todos sabes vuestras capacidades hay que medirlas y para ello os hemos dividido en tres grupos para luego clasificaros en diferentes niveles, esa clasificación previa está formada por "los invadidos", "los huyentes" y los "supervivientes".

Sergio y yo estábamos en el mismo grupo, "los supervivientes", que significaba que éramos los únicos que quedábamos en nuestro país, bueno también había tres chicos belgas, dos chicas italianas y un chico y una chica holandeses.

Se me olvidó decir que "los huyentes" eran los que habían abandonado su tierra por miedo de que los oscuros llegasen allí, el grupo estaba formado dos chicos y tres chicas daneses y cuatro ingleses. "Los invadidos" eran los que se fueron de su país porque la masa negra estaba empezando a conquistarlos, en él estaban dos chicas francesas, tres chicas austriacas y cuatro chicos suizos.

Errante nos mandó formar filas. A medida que nos íbamos colocando, me iba fijando en cada uno de ellos. Todos eran altos, por su cuerpo parecía que hacían mucho deporte y fuertes. Sergio y yo nos pusimos al final de la fila, yo detrás de él.

Cuando todos estábamos ordenados tres chicas americanas vinieron a examinar a cada grupo de uno en uno.

— ¿Qué pruebas van a ser? ¿Cómo las que hicimos en clase? -me susurró Sergio-.

— Sí pero también nos van a hacer pruebas mentales y de sentidos.

— ¿Cómo lo sabes?

— He visto salas en la residencia en las que hay unos instrumentos para mirar la vista, el oído y también hay una especie de casco que nos pondrán para mirar cuál es nuestro grado de inteligencia.

—¡Silencio! -nos gritó la entrenadora-.

Ella hablaba en inglés, pero a nosotros nos habían dado un especie de walkie-talkie para poderla oír en nuestro idioma.

Los tres grupos nos separamos para realizar las pruebas. Nosotros fuimos a una sala de la residencia que estaba casi vacía, solo había un ordenador y una pantalla que cubría una pared entera, supongo que los otros dos grupos estarían en otras salas iguales. Nos mandaron tomar una bebida de color verde que tenía un sabor horrible. Después de eso, la entrenadora nos mandó tumbarnos a cada uno en una colchoneta.

Nadie tenía ni idea de lo que había que hacer, hasta que a todos nos empezó a entrar el sueño y de repente yo cerré los ojos.

Les abrí y vi que estaba en un bosque sola y oí que alguien me pedía ayuda, antes de empezar a correr quise escuchar más esa voz para saber de quién. En un segundo averigüé que era la de Sergio y salí corriendo para donde la escuchaba.

Me adentré en el bosque y vi un río. Decidí acercarme a él para mojarme un poco la cara para refrescarme. Cuando lo hice, miré mi reflejo en el agua y pude ver reflejado un arco y una flechas que estaban escondidos al lado de un árbol y casi no se les veía por la hierba alta que había.

Cogí el arma y continué corriendo hacía donde había oído a Sergio. A pesar de que ya no gritaba, me podía acordar de qué lugar venía su voz.

Corría y corría y no le encontraba. De repente se hizo de noche y empezó a llover. No sabía qué hacer y entonces me quedé quieta hasta qué vi una sombra grande. Tuve miedo, solo quería esconderme pero no había ningún lugar para ocultarme pero finalmente me fije que un árbol tenía una cuerda atada a una rama.

Fui sigilosa hasta el árbol. Cuando llegué, utilicé la cuerda para escalar por él. Me senté en una de las ramas más altas que tenía.

No pasaba nada, pensaba bajarme pero de repente vi a una chica de mi grupo, era una de las italianas. Ella se paró y yo no sabía por qué hasta que apareció un lobo. El animal intentó abalanzarse sobre ella pero la chica lo esquivó y se pudo montar en su lomo. Cuando casi le había inyectado un veneno letal, el lobo la tiró y la dejó incosciente. Vi como el perro salvaje iba acercándose para matarle pero antes de que lo hiciera, decidí lanzarle una flecha, le di en la sien y el lobo calló muerto al suelo.

Después de eso, bajé del árbol lo más rápido que pude para ayudar a mi compañera pero cuando toqué el suelo y me giré ya no estaba ni ella ni el animal.

— ¿Qué está pasando? -me dije a mi misma-.

No tenía ni idea de lo que había sucedido y me quedé quieta hasta que volví a oír a Sergio llamarme y entonces empecé a correr de nuevo.

Llegué a una especie de castillo que estaba en medio del bosque, entré y hay estaba Sergio, pero cuando me acerqué a él abrí los ojos.

Me costaba respirar. Vi como al resto de compañeros les pasaba lo mismo.

— Bueno, ya habéis hecho el examen -nos contó la chica americana mientras nos daba un vaso de agua a cada uno-.

— ¿Cómo que le hemos hecho? Si quedan más -le contestó un chico belga-.

— No, hemos englobado en un examen todas las pruebas que había para saber cómo reaccionaríais en cada ocasión. Dentro de una semana os daremos los resultados.

Abandonamos la sala. Sergio y yo salíamos hablando de lo que habíamos hecho en la simulación. Nuestra prueba era idéntica pero se diferenciaba en una cosa, que él no vio el arco y tuvo que ayudar a la chica con su propia fuerza.

Ahora solo tocaba esperar para saber en qué sección nos habían colocado.

FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora