CAPÍTULO 25

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País desconocido, 6 de febrero de 2017.

Abrí los ojos. Al principio veía borroso. Pensaba que estaba en el agua, pero no estaba al lado del lago rodeada por Sergio y los demás. No recordaba nada, lo último que me acuerdo fue de que me deje caer a lo más profundo de la gran charca mientras soltaba aquellas flores.

- ¿Qué ha pasado? -les pregunté-.

- Perdiste el conocimiento, te encontramos después de que se fuera la nube de gas -me contestó Sergio-.

- ¿Cuánto tiempo duró el gas?

- Como una hora.

Una hora dormida en el agua... ¿Eso es humano? Me parecía casi imposible de que pudiera aguantar tanto, ¿y sí la voz misteriosa tenía algo que ver?

Intenté levantarme pero Sergio no me dejaba.

- ¿Por qué no me dejas levantarme? -le pregunté enfadada-.

- Debes descansar -me dijo de una forma sospechosa-.

- Aquí pasa algo -le respondí mientras me levantaba-.

- ¡No! -me advirtió-.

Cuando me levanté y dirigí mi mirada al frente vi un montón de gente tirada en el suelo. Me asusté.

- ¿Qué les ha ocurrido?

- Están... -me intentaba decir Hugo-.

- ¿Muertos? -afirmaba en forma de pregunta-.

- Sí -me contestó de forma apenada-.

- No solamente fue el gas -intervino Mario-.

- Tiene que haber sido el gas, no había nada más. Además no están heridos por ningún tipo de arma.

- Esos chicos de allí nos han explicado que donde ellos estaban no había el aire asfixiante, sino lluvia.

- ¿Agua? ¿Y qué va a hacer el agua?

- No era una simple lluvia, era lluvia ácida -me resolvió la duda Sergio-.

Unas treinta personas muertas por ácidos. ¿Cómo ha podido ser que en cada sitio de la burbuja haya pasado una cosa?

- Nos tenemos que ir, no sabemos qué puede ocurrir ahora.

Nos fuimos de ese lugar, era increíble como un sitio tan bonito se haya transformado en un cementerio.

Andábamos sin rumbo buscando a gente que estaría viva. Nuestro grupo de nueve personas había aumentado a veinte. Esto me hizo pensar que cuántos estaríamos en este sitio encerrados.

Hacía mucho calor y el sol brillaba con toda su fuerza, así que decidí recogerme el pelo para que no me tocara el cuello.

- Espera un momento Nayara -me dijo Sergio que venía detrás de mí-.

- ¿Qué pasa?

- Tu cuello. ¿Cuándo te hiciste ese tatuaje?

- Yo nunca me he hecho un tatuaje -le contesté riéndome-.

- Pues aquí tienes una especie de cruz dibujada.

- ¿Qué pasa chicos? -intervino Hugo-.

- Venid -le dijo Sergio-.

Me miraron el cuello, nadie sabía por qué podía tener esa marca.

- Un segundo -les dije de repente-.

Me puse detrás de Sergio para mirarle el cuello, y en efecto, tenía lo que yo pensaba. Un tatuaje.

- Tú también tienes la marca Sergio -le comenté-.

Se sorprendieron todos. Cada uno tenía una especie de dibujo. Mario tenía unas esposas, Hugo un ojo, otros tenían una pezuña de un animal, un reloj, una espiral... Pero el que más me llamó la atención fue el de Sergio, era un fuego. No entendía por qué una simple llama me pudiese llamar tanto la atención.

- Veo que estáis muy entretenidos con esos dibujitos -intervino esa voz-.

- ¿Dónde estás? -le preguntó Mario-.

- Mejor dicho, ¿quién eres? -reformuló la pregunta Sergio-.

- Eso lo tendréis que adivinar vosotros si queréis -les contestó de forma sarcástica-. Solo os hablaba para deciros que pensé que ibais a quedar menos, así que tendré que aplicar medidas más fuertes porque como no queréis hacerlo vosotros...

- ¿¡Entonces has sido tú el del gas!? -se sorprendió Hugo-.

- Enhorabuena por adivinarlo -se burló-.

Esa voz... ¿Por qué me parecía tan familiar? Ellos seguían hablando con el creador mientras yo empecé a pensar que quién podía ser y para eso cerré los ojos. Vi mi vida pasar en cuestión de segundos pero de repente un momento de mi historia se hizo más lento. Era cuando Pagán vino a nuestra casa.

- ¡Eso es, es él! -murmuré-.

- ¡Eres Pagán! -le grité mientras les interrumpí la conversación-.

- Bueno, ¿pues que comience la fiesta no? -respondió después de unos segundos de mi apelación-.

Vimos como nuestro alrededor se transformaba. Nada era igual pero nosotros seguíamos ahí sin que nada nos pasara. Cuando la naturaleza dejó de dar vueltas vimos que estábamos rodeados por un laberinto formado por todo tipo de plantas.

FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora