Capitulo 2: La llama en el invierno

621 62 264
                                    


       Nadie logró notar a Barloc

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Nadie logró notar a Barloc. Ni Phoe a la distancia, ni el niño en el suelo, y ya ni hablar de las dos mujeres que aún se encontraban enfocadas en perseguir al chico. Únicamente veían relucir su capa, envidiaban su genialidad y, en el caso de una de las agresoras, sentía su puño en el rostro. Un golpe rápido y pesado, que dejó una marca de quemadura en la zona de impacto. Ni bien su acompañante logró pensar «Mierda», sintió un golpe en las piernas, y cayó al suelo sin lograr atajarse con las manos.

-Les recomendaría desistir de lo que hacían -dijo Barloc con una sonrisa de extremo a extremo.

-¿Por qué mierda te metés? -refunfuñó la primera de las muchachas-. Y más importante, ¿quién se supone que sos? -Tocó su propio rostro, intentando revisar si sufrió mucho daño.

-Soy Barloc, un héroe -respondió haciendo relucir su capa con llamas.

-¿Barloc? ¿Ese Barloc? Mierda...

-Veo que conocen mi nombre, lamentablemente yo no el suyo. No importa, ya van a tener tiempo.

Ambas mujeres ignoraron su provocación, y lograron levantarse entre complicaciones y piernas temblorosas. Aparentaban prepararse para contraatacar levantando unos bates de acero.

-Claro que te conocemos. ¿Quién no? -dijo la mujer de pelo azul-. Sos Barloc, ese tonto sujeto que derrota Bairolettos y dice salvar refugios.

-Y si te llevamos con nuestra líder, nos va a recompensar muy enormemente -agregó su compañera de pelo rojo-, le encantaría tener tu cabeza en su muro. Creo que encontramos una mina de oro, Plu.

-Si que lo hicimos, Min.

Barloc no dio respuesta, y aguardó a unos pocos pasos de distancia, expectante. El fuego azul en sus manos crecía y se parecía extender por sus brazos hasta casi llegar a los hombros. Dio palmadas y las llamas naranjas que se golpeaban en sus manos se empezaron a teñir de un azul imperial. El calor desprendido que llegaba a las personas circundantes llenaba sus almas, y se esfumaba al segundo, junto con la combustión. A Barloc no parecía quemarlo, o siquiera afectarlo en absoluto.

Las perseguidoras del niño se echaron sobre él, una atacando por la izquierda, y la otra por la derecha. La de la derecha fue la primera en atacar, haciéndolo de frente sin ningún plan aparente; cargó su bate e intentó darle un golpe a Barloc, quien lo detuvo utilizando únicamente su mano. Al bate le surgieron llamas al contacto, logrando que la agresora lo tuviera que lanzar a un lado del susto. Pero quedaba la de la izquierda, quien aprovechó ese momento para atacar por la espalda, un punto ciego. Barloc agachó la cabeza y lo esquivó por la mínima, agarró el brazo de su atacante por un momento, y el fuego que lo rodeaba hizo efecto, calcinando parte de su uniforme hasta dejar su piel expuesta al frío, y finalmente logrando que retrocediera.

-¿Están seguras de que quieren seguir con esto? -preguntó Barloc, estirando los músculos de su cuerpo. El adulto iba agarrando ritmo, y el fuego se extendía cada vez más.

Los héroes también sienten fríoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora