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Las navidades pasadas


El día de nochebuena había llegado, la mayor parte de la mañana había sido para preparar los ingredientes que ocuparían para la cena, el relleno del pavo, el cual lo habían dejado descongelar en un pequeño recipiente la noche anterior y temprano dejado marinar en poco vino blanco, además de unos pocos postres para acompañar el platillo.

Todo lo anterior a cargo de Bucky, esa noche la celebrarían al estilo estadounidense, y para fin de año sería con el estilo de Zemo, lo cual estaban muy de acuerdo los dos, en probar las dos tradiciones en las mismas fechas de navidad.

Así que Zemo se movía en las ordenes que le decía el pelinegro sobre como picar, cocer y que ingredientes se podían mezclar, para así agilizar el trabajo y no dejar solo a Bucky en todo el proceso, ambos se saltaron el almuerzo, quien comió fue Alpine, no tuvieron corazón de dejarla sin comida, ellos podían esperar a la cena y probar todo lo que estaban haciendo, además de que la comida les duraría unos días, hasta posiblemente volver a cocinar para fin de año.

Horas después cuando había platos con galletas y pastelillos ya decorados sintieron el peso desvanecerse de sus hombros, en el horno solo quedaba el pavo, faltando unos minutos para que sonara la alarma del tiempo, así que, aprovechando, limpiaron la mesa levantando los trastos que ocuparon en todo el proceso y lavándolos hasta dejarlos escurrir al lado del lavabo.

La alarma sonó, Bucky se acercó al horno y lo apago, pero no saco el pavo, sino que lo dejaron allí para que se conservara caliente, podía demorar por un par de horas, tiempo que sería suficiente en poner la mesa y darse una ducha.

En la mesa decoraron con unas velas de diferentes tamaños, una pequeña guía de plástico con adornos de noches buenas, los platos uno frente al otro, a los lados los cubiertos y las copas para el vino, el cual estaba en una cubeta con hielo.

Satisfecho con la decoración el primero en irse a ducharse y arreglarse fue Zemo, apareciendo unos minutos después en un pijama, pantalones verdes estampados de serie de luces navideñas y la parte de arriba, un suéter con las magas de la misma tela del pantalón y la parte de enfrente en blanco con un dibujo de un árbol de navidad.

Abrió sus brazos mostrando el conjunto, dio una vuelta para darle más vista, haciendo que Bucky sonriera por la vestimenta, Zemo se veía muy adorable, con ganas de envolverlo entre sus brazos, guardarlo en una cajita y que nada lo lastimara.

--Es tu turno. – dijo el castaño. – Yo estaré al pendiente de lo que falte.

Con un asentimiento Bucky salió de la estancia, siendo seguido por Alpine.

Los minutos corrían y no había señal de Bucky, cada cierto tiempo Zemo observaba el reloj, pasando de diez minutos, a los quince, después a veinte minutos, hasta que paso alrededor de cuarenta minutos que el pelinegro había abandonado la sala, estaba a punto de ir a buscarlo, tenía mucha hambre, necesitaba comer.

Se puso de pie y en ese preciso momento apareció Bucky modelando el mismo pijama, solo un par de tallas diferente, haciendo poses y con su rostro mostrando la mayor seriedad posible, Zemo no aguanto y soltó una carcajada, la cual aumento al ver al pequeñín con el pelaje limpio y una bufanda color verde, lo más parecido que pudo encontrar para hacer juego con ellos.

--Bañar a un gato no es sencillo y menos que coopere para vestirlo. – dijo el pelinegro con cierto tono de voz para evitar una reprimenda.

--Te creo, pero necesito comer.

--Yo también. – el pequeño maullido de Alpine se escuchó fuerte. – Bueno, tenemos hambre.

Bucky fue a la cocina y abrió el horno y con cuidado saco la charola donde estaba el pavo, caminando a paso lento al comedor, lo dejo en la mesa, rápidamente lo cortaron y sirvieron, también una presa en pedacitos pequeños fue depositada en el plato del gato.

Ambos soltaron un suspiro de satisfacción al tener contacto con el primer bocado, la carne estaba blanda, jugosa y con un sabor apetitoso, comenzaron con una plática sobre lo que rico que estaba el pavo, siendo confirmado por Alpine, quien entre maullidos y toquecitos de sus patitas en las piernas de ellos pedía más.

Al finalizar toda la cena, dejaron la mesa y llevando la botella de vino junto con los postres se fueron al acogedor sofá, acurrucándose, Alpine después de comer se había retirado a dormir en su cama, siendo la pareja los únicos despiertos, en un silencio agradable, abrazados el uno al otro veían las flamas centellear en la chimenea, poco a poco el semblante y animo de Zemo fue decayendo, siendo notorio para Bucky, quien en su preocupación le pregunto.

--No es nada malo, solo estoy comparando esta navidad con las anteriores en mi vida. – expresa con naturalidad Zemo.

-- ¿Hay algún problema?, o ¿algo que no te gusta? – cuestiona interesado, para intentar cambiar algo.

--Solo recuerdo cuando era niño, y parte de mi juventud, estas fechas no eran tan familiares, la mayoría de las fiestas a las que asistíamos eran para hablar de negocios, expandir las relaciones, no existía un ambiente festivo y mucho menos familiar. – guarda silencio observando las chispas de la madera. – había ocasiones en que mi madre hacia todo lo posible para que parecieran cenas en familia, siempre agradecí el esfuerzo que hacía, pero por algún motivo no siempre resultaban.

Al escuchar el relato del castaño, Bucky lo estrecha en un abrazo más fuerte y cercano, se imagina a un niño y joven Helmut deseando algo en familia, solo en una de las cenas de la realeza y que no pueda expresar sus sentimientos.

--Helmut. – susurra con cariño Bucky.

--No te preocupes James, esta noche ha sido la mejor de mi vida, aunque solo estemos los tres, es la mejor navidad que he pasado. Gracias. – voltea a verlo, sus ojos están un poco cristalinos, además de que transmiten alegría, agradecimiento y amor por el hombre que está a su lado y ha hecho una noche inolvidable para él.

Bucky acuna entre sus manos el rostro de Zemo y se lanza en un suave beso, el castaño posa sus manos en el pecho del contrario, comenzando una danza de labios, suavidad y humedad en ambas partes, saborean el dulce de sus bocas, el suave sabor del vino hace una experiencia deliciosa, haciendo que un calor recorra los cuerpos, separándose para tomar aire y decirse todo con la mirada, volviendo a otro beso más feroz, lentamente las pijamas desapareciendo, frotando y tocando la suavidad de las pieles, suaves susurros y gemidos de satisfacción hasta volverse uno en varias ocasiones a lo largo de la noche.


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¡Feliz Navidad!

<3 

12 días WinterBaronDonde viven las historias. Descúbrelo ahora