CAPÍTULO 7

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Volví con Daemon a la fortaleza. En el patio vi como Aemond dejaba su espada, supongo que acaba de terminar su entrenamiento con Sir Criston. Este me vio y se acercó a nosotros. ¿Y ahora estos dos que hacen... duelo de miradas?. Tn recuerda, decirles a los dos que son familia, no enemigos. Ni ellos mismos se imaginan que si todo sale mal, se enfrentarán a muerte.

DAEMON: Me retiro, debo ir con mi esposa

TN: Príncipe Daemon - me despedí con un gesto de cortesía con la cabeza

Aemond no despegó la mirada de él hasta que entró en la Fortaleza Roja. Luego este me miró a mi.

AEMOND: ¿Qué hacías con mi tío?

TN: Beber - suspiró - Él también quería información

AEMOND: ¿Sabe lo mismo que me contasteis a mi?

TN: Vuestros intereses son los mismos, pero el príncipe Daemon requiere de una información y vos de otra distinta

AEMOND: ¿Y yo no puedo saber que le habéis contado?

TN: Creo que es suficiente información la que os di como para pensar en otra información que no os concierne. El tiene un cometido, vos otro y los dos buscáis el mismo fin, eso es lo importante

AEMOND: ¿Y si os diera la orden como príncipe de que me contéis lo que le habéis dicho?

TN: Tendría que contároslo, pero no os ayudaría para nada saberlo. Solo os traería más dudas

Miré hacia Si Criston Cole, que entrenaba con uno de los guardias. Ignoré a Aemond y me acerqué para verlo mejor. Necesito conocer las tácticas de Sir Criston. De alguna manera debo hablar con él para que deje de odiar a la princesa Rhaenyra. Una persona resentida tantos años solo se hace daño a uno mismo. Aemond se puso a mi lado, pero no observaba el combate, me observaba a mi. Sir Criston derribó a su contrincante y este miró al príncipe Aemond.

CRISTON: ¿Habéis venido a por más, mi príncipe? - dijo divertido

AEMOND: No, por hoy he terminado. Tn quería ver el combate, parecía muy interesada

CRISTON: ¿Le gustan los combates, mi señora?

TN: No hace falta tanta formalidad conmigo, Sir Criston. - le sonreí - Me gustaría probar, si os place

Sir Criston me miró primero a mi sin decir nada y luego a Aemond. Este último me miraba a mi sin entender nada.

CRISTON: No creo que sea conveniente para una dama el uso de la espada

TN: Yo no soy una dama, Sir Criston

Fui hasta las armas y elegí una espada adecuada para mi tamaño y fuerza. La gente iba acercándose hasta la zona de combate y yo me puse en el centro. Sir Criston miraba al príncipe Aemond y le asintió con la cabeza para después mirarme. Le sonreí y me concentré en el combate.

Esperé ha que Sir Criston diera el primer golpe, luego todo fue esquivar y defender, esquivar y defender. Así estuvimos unos minutos, Sir Criston es el doble de mi tamaño, así que debo cansarlo primero y, para su mala suerte ya estaba cansado. Era mi turno para la ofensiva.

Ataqué desde arriba al lateral de su escudo, rompiendo ente en dos. Sir Criston me miró con la boca abierta sin poder creer como alguien de mi tamaño pudiera haberlo roto de un solo golpe. Sonrió y lanzó el escudo. Atacó de nuevo haciéndome retroceder y de una patada me tiró al suelo, para segundos después intentar atacarme sin dejar que me levantara. Paré el ataque con mi espada, pero este hizo una maniobra y mi espada salió volando hasta caer lejos de mi. Con toda la fuerza que pude, pateé las piernas de Sir Criston y este cayó al suelo, lo que me dio tiempo a sacar mi daga, agarrar a Cole del pelo y poner el arma en su cuello.

El patio se quedó en silencio, una chica había derrotado al protector de la Reina. Guardé mi arma bajo el peto y ayudé a Sir Criston a ponerse en pie dándole la mano.

CRISTON: Ha sido un buen combate. No me esperaba que tuviera más armas

TN: Siempre hay que estar preparado para la batalla, Sir Criston. Nunca confíe en su oponente

AEMOND: Sir Criston, retírate - este hizo una reverencia. Aemond miró al resto de la gente y se fueron poco a poco a seguir haciendo lo que quiera que estuvieran haciendo antes del combate - Ven conmigo - dijo mirándome

Caminó fuera de la fortaleza y le seguí. Su paso era rápido, pero no me importaba. Hacía tanto tiempo que no luchaba contra alguien tan bueno, que me sentía con mucha energía. Por estar pensando en mis cosas, no me di cuenta cuando Aemond se paró frente a mi y puso mi capucha en la cabeza. Agarró mi mano y bajamos por unas escaleras que conducían al Aguasnegras. En la misma orilla del mar se encontraba Vhagar.

AEMOND: ¿La habías visto tan de cerca antes?

TN: No - no podía apartar la vista de la dragona - es increíble - Le sonreí y volví a mirar a la dragona

AEMOND: Ven - agarró de nuevo mi mano y me iba acercando más y más

TN: Aemond - era la primera vez que no le llamaba mi príncipe - No me conoce, podría quemarme

AEMOND: Vamos a que te conozca. No te hará nada

Aemond soltó mi mano cuando Vhagar notó que se acercaba este a ella. Esta se dejó que Aemond la acariciara. Alzó su mano hacia mi para que me acercara y lo hice pero con cautela. La dragona observaba cada movimiento, pero estaba tranquila.

AEMOND: Dohaer Vhagar, Dohaer (obedece, Vhagar obedece) - le susurró cuando estaba a mi lado - Monta conmigo

TN: ¿Montar en Vhagar?

AEMOND: Sí, quiero enseñarte algo

Aemond me dio la mano, pero esta vez espero a que yo estuviera segura. Con un suspiro asentí y este me ayudó a subir hasta la montura. Me coloqué tras él y Aemond agarró las riendas de Vhagar.

AEMOND: Soves (vuela)

Vhagar se levantó y desplegó las alas. Corrió por la arena mientras agitaba estas hasta que se elevó entre las nubes. Me agarré fuerte a Aemond cuando la dragona giró lo suficiente para hacer que me cayera de la montura. Minutos después sobrevolábamos las nubes a un velocidad increíblemente rápida, pero segura. Me solté de Aemond y alcé los brazos a los lados para sentir el viento. De mi boca salió una risa, en mi vida imaginé que volaría en un dragón. Aemond se giró para mirarme y este también rio. Era la primera vez que escuchaba su risa o la veía en persona y debo admitir que es lo mejor que he visto hasta ahora.

No se cuanto tiempo pasamos volando hasta que a lo lejos avisté un castillo. Era Rocadragón. Vhagar descendió hasta parar a orillas de la playa. Aemond me ayudó a bajar de la montura y de la dragona. Me acerqué a esta pidiéndole permiso a Aemond y después de que este asintiera levanté mi mano y Vhagar agachó su cabeza. Toqué a la dragona durante unos minutos hasta que sentí que Aemond agarraba mi mano y me alejaba de allí.

AEMOND: No deberíamos estar aquí. Este es...

TN: Estamos en Rocadragón. Ya se que no deberíais estar aquí

AEMOND: Será rápido. Solo quiero enseñarte algo.

Sin soltarme la mano, seguimos la playa. En mi mundo, ese gesto lo verían como si fuera el de una pareja. La verdad, no me imaginaba a Aemond Targaryen así.

AEMOND: Ya hemos llegado. En esta ladera se encuentra Montedragón. Es un volcán donde la dragona de mi hermana pone sus huevos de dragón

TN: ¿Vamos a ver huevos de dragón?

AEMOND: No lo creo. Pero veremos algo mejor. Escuché hace días a mi tío Daemon hablando con Rhaenyra de que en Montedragón se ocultaba uno de los dragones más viejos que existen. Vhagar es mucho mayor tanto en edad como en tamaño, pero este dragón le sigue por muy poco

TN: Vermithor...

AEMOND: Sí... - agarró mis dos manos - ¿Quieres verlo?

TN: Claro

Destino: Poniente (Aemond Targaryen y tu) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora