Una hora después, Helaena se calmó. La Reina Alicent no se movió de nuestro lado, intentando consolar a su hija, pero cada vez que la Reina intentaba tocarla, Helaena se apartaba de ella y se aferraba más a mi. Aemond tamoco salió de la habitación por más veces que Alicent le dijo que se fuera pero este insistió en quedarse y cuidar a sus pequeños sobrinos.
Más tarde, Helaena se quedó dormida y los tres salimos de la habitación. Aemond miraba a su madre como esperando algo, pero esta no decía nada.
TN: Con permiso, majestad, iré a mi habitación. Si necesitaís cualquier cosa, no dudeís en avisarme - le sonreí haciendo una reverencia y caminé.
AEMOND: Madre, ¿No tienes nada que agradecerle a Tn? - me giré al escuchar mi nombre y miré a Aemond.
Alicent lo miraba con los ojos muy abiertos y después me miró a mi. Sin acercarse, la Reina habló.
ALICENT: Agradezco mucho su ayuda con mi hija, Tn
TN: No ha sido molestia, majestad
ALICENT: Pero la próxima vez, dejenos a su abuelo o a mi
Alicent miró a Aemond, luego de nuevo a mi y se marchó bajando las escaleras. Vi como Aemond miraba a su madre hasta que se perdió tras unos muros, después se acarcó hasta mi.
AEMOND: Perdonala, le cuesta confiar de la gente que no conoce
TN: No hace falta perdonar nada, recuerda que se como sois todos aquí - sonreí - Iré a mi habitación, mi principe - hice un gesto con la cabeza
AEMOND: Nos vemos en la cena, Tn
Ya no quise girarme, ni hablar más sobre el tema. Aemond quiere mucho a su madre y es un gran protector con su familia. Mejor no avivar esas llamas todavía.
Después de descansar un rato, dos doncellas llamaron a mi puerta y entraron para ayudarme a vestirme. No soy de vestidos, pero iba a cenar con el Rey y los pantalones para una mujer en ese tipo de eventos no eran precisamente lo que se esperaría que llevara. Elegí un vestido negro con adornos en Rojo, los colores de los Targaryen. Siempre me pregunté porque necesitaba una mujer ayuda de doncellas para vestirse y, lo comprendí pronto. Tanto para atar el corpiño del vestido, como para acomodarlo de hombros, una sola no podría hacerlo.
Las doncellas salieron de la habitación y segundo después tocaron a la puerta. Quizás se les olvidó algo. Abrí y Aemond estaba tras ella vestido de negro. Siempre va de negro, pero es un color que le sienta estupendamente.
AEMOND: ¿Estás lista?
TN: Sí, ¿has venido por mi?
AEMOND: Sí, no dejaré que entres en la cueva del dragón tú sola
TN: Es muy amable por su parte, mi principe
Salí, cerré la puerta y Aemond me ofreció su brazo. Caminamos por los pasillos de la fortaleza hasta llegar al comedor donde se daría la cena. Quise soltarme de Aemond antes de entrar, pero este no me dejó.
AEMOND: ¿Te he dicho ya que con ese vestido estás preciosa?
TN: Gracias, mi principe. Pero en este momento preferiría llevar los pantalones de siempre - susurré para él - No soy mujer de vestidos
AEMOND: De eso me di cuenta en cuanto os vi - nos acercamos a la mesa y Aemond me susurró - Pero si os place, más tarde podría deshacerme de ese vestido por vos
Le miré y sonreí mirando al suelo. No conocía esta faceta de Aemond. Esa picardía y ese jueguecito me gustaba mucho en él. La puerta se abrío y por ella entraron Jace, Luke, Baela y Rhaena. Miré a Aemond y este miraba a sus sobrinos ya sin su sonrisa de antes.
ESTÁS LEYENDO
Destino: Poniente (Aemond Targaryen y tu)
FanfictionUna chica normal y corriente por causas del destino, acaba en el Reino de Westeros y conocerá a la familia Targaryen y muchos otros. Ella, fan de las series de Juego de Tronos y La Casa del Dragón, tendrá que ayudar a los protagonistas a que la casa...