mockingbird. (otto hightower)

01; DAMA DE COMPAÑÍA

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DAMA DE COMPAÑÍA

El Norte era frío, frío con el que Raveena tenía que vivir cada día de su vida desde que nació. La niña fue criada como la primera hija, bastarda, del señor de Winterfell Rickon Stark. Fue querida por todos los que la conocían, una niña sonriente con grandes ojos verdes que brillaban de felicidad todo el tiempo. Una belleza del Norte la llamaban a menudo. Pero como cualquiera, ella quería conocer el resto del mundo, más allá del Norte que ya conocía. Por esa razón, cuando tenía nueve años, su padre decidió llevarla con él a King's Landing para la boda del príncipe Viserys y su prima Aemma Arryn. En la cabeza de Raveena aún no lograba entender dichas uniones, pero no pensaba mucho en eso, le causaba dolor de cabeza.

Durante todo el viaje al sur la niña fue montada en caballo para poder ver todo lo que la rodeaba, sus ojos escaneando cualquier cosa que llamará su atención. La llegada a la fortaleza roja no disminuyó el entusiasmo de la niña que a menudo huía de la vista de su padre para recorrer la fortaleza. En una de sus escapadas se encontró con una niña muy bonita, cabello blanco, una Targaryen pudo reconocer de inmediato. Pero ella no vestía como el resto de los Targaryen, tenía un vestido que la hacía ver como si un pedazo del cielo hubiese caído en medio del pasillo y eso le llamó la atención.

—Tu vestido es bonito—se acercó con pasos tímidos a la otra niña—, parece que caíste del cielo.

Un par de ojos azules se fijaron sobre ella y una sonrisa apareció en el rostro de la peliblanca.

—Tu vestido también es bonito—señaló—, ¿Eres de Winterfell?

—Raveena Snow—se presentó con una sonrisa—, ¿Cúal es tu nombre?

—Aemma Arryn—respondió la mayor, totalmente enternecida con la niña—, ¿Cuántos años tienes, Raveena?

—Nueve inviernos—respondió subiendo sus manos para enseñarle con sus dedos cuántos años tenía—, ¿Tú?

—Once—Aemma miró detrás de la niña al escuchar personas acercándose—, ¿Te gustaría ir al jardín?

—¡Me encantaría!

Después de ese encuentro era normal ver a Raveena siguiendo a Aemma por todos lados preguntando miles de cosas sobre ese lado del reino. La Reina Alysanne llegó a expresar su contento con la amistad de las niñas felicitando al señor de Winterfell por tener a una hija tan amable y bien portada, toda una dama había dicho. Cuando el día de la boda llegó y las celebraciones acabaron Raveena lloró desconsolada ante la idea de regresar a casa, Aemma era su única amiga y tener que dejarla en el sur la hacía sentir miserable.

—Quizás podría quedarse y ser dama de compañía de Aemma—Viserys había sugerido a su padre en un susurro detrás de su abuelo.

—¿Qué tal si Aemma toma a Raveena como su dama de compañía?—ofreció Baelon con una sonrisa mirando de reojo a su hijo mayor.

—Es una magnífica idea, hijo—la Reina se mostró de acuerdo con la propuesta.

Y así Raveena se convirtió en una habitante más de la fortaleza, siempre en la sombra de Aemma y algunas veces de Viserys. Muy pocas veces se le veía sin la compañía de los príncipes, o de Daemon que siempre iba a quejarse y a maldecir a todos con ella cuando alguien lo hacía enojar. Constantemente enviaba mensajes a Winterfell para mantenerse en contacto con su familia, aunque con el paso del tiempo las cartas comenzaron a escasear y ahora llegaban una vez al mes informando sobre la salud de su padre y su ahora esposa, también para decirle cuánto la extrañaban todos en Winterfell. Para sus cumpleaños si su padre no podía visitarla enviaba regalos con sus hombres más cercanos disculpándose por su ausencia.