Libros de navidad - Charles Leclerc (+18)
belle · francés ·ㅤ=ㅤbonita · español ·Charles y tú estaban juntos desde hacía demasiado tiempo. Llevaban dos años en pareja, sin contar el año "en algo" y los otros dos que demoraron en conocerse y darse cuenta que no estaban destinados a ser solo amigos.
Charles no era realmente fanático de la lectura. Había terminado algunos libros en su vida, pero apenas eran un par en la lista.
Sin embargo, aquello los había llevado a conocerse: los libros.
Te conoció una tarde sentada en un parque, leyendo "Monaco: Inside F1’s Greatest Race", que habías sacado a escondidas de la biblioteca de tu padre. Se acercó a tí y con una bonita sonrisa te preguntó si podía sentarse a tu lado.
Y de una pequeña charla que tuvieron se fue con dos datos tuyos: el primero era que amabas la lectura y el segundo era tu nombre para buscarte en Instagram.
Así pasaron tres años y algunos meses hasta que se mudaron juntos en pareja. Y ese era el segundo año pasando la navidad juntos.
Era bueno para los regalos, te lo había demostrado en todos los años anteriores. Pero quería que la ocasión fuera especial, que su regalo fuera más que alguna cosa envuelta para abrir el 25 de diciembre.
Y buscando por internet inspiración se topó con videos de gente abriendo sus calendarios de adviento personalizados. Definitivamente era lo que él quería, tal vez con algún chocolate diferente cada día o cuarzos que sabía que amabas.
Pero el día que fue a la feria a buscar cuarzos y sahumerios encontró una venta de libros, y supo que debía cambiar los regalos.
En una búsqueda desesperada encontró tu lista de libros que querías leer en algún rincón de su habitación. Y con eso en la mano fue a tu biblioteca favorita para comprar 25 de ellos.
Aunque el regalo no era lo suficientemente bueno para su gusto. Si bien eran tus libros favoritos no sentía que fuera tan personal como él tenía planeado.
Y volviendo a internet encontró una página de reseñas, buscó uno de los libros y se topó con una mujer que decía cuáles eran sus partes favoritas de aquél. Ahí se dió cuenta que los libros que había comprado no eran de romance fresa, sino eróticos, y quiso desaparecer porque era lo menos romántico posible.
Pero no podía devolverlos y comprar otros. Por lo que se arriesgó y buscó en aquella página cada uno de los libros, acompañados de los comentarios que indicaban el número dónde estaban las escenas más calientes.
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— Tengo un regalo para tí — dijo el primero de diciembre cuándo te vió entrar a la casa, llena de bolsas del supermercado.
— Dios mío, Charles. Espera a que llegue a casa.