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–HIJO DE PUTA, ¿CÓMO TE ATREVES?

Y ahora se preguntarán, como terminamos en esto? No lo se, pero esta es la tercera vez que intenta matarme, ya me acostumbre, por que mejor no comenzamos desde el principio.
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Se supone que ese par de chiquillos estaban jugando, aunque parecía más una pelea de lucha libre, por supuesto el mini Dominic estaba dejando que la niña ganará, era más pequeña no podía pasarse de la raya, si no seguro terminaba muerto, aunque ese final no sonará tan mal.

¡Gane!– exclamó la niña dando brinquitos de felicidad.

–Te deje ganar

–...

–Ahora que? Ya vas a llorar?

–Ño, so una niña gande– dijo para dar media vuelta con los brazos cruzados y una clara expresión de enojo.

El chiquillo no le entendía, en un rato estaba llorando y al otro estaba enojada, es que esos cambios de humor tan repentinos le confundían totalmente, y no sabía que hacer con ella, si fuera por su propia decisión ya le hubiera dicho que no la soportaba.

Pero había un problema, no podía hacerlo, sus padres le habían aclarado perfectamente que tenía que ser cuidadoso con ella, o si no vaya a saber Dios que iba a pasar. El niño respiro con fuerza y se acercó a la chiquilla para que le perdonará, aunque esta no quiso hablarle de nuevo en todo el día.
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Los años pasan y la etapa más agradable de la juventud llega o en teoría es así, claro junto con eso las hormonas revueltas también hacían efecto, vaya que sí. Por primera vez podía notar que la chica con la que había estado obligado a jugar toda su vida se veía linda.

Habían acordado salir solo a conversar por que que más podían hacer?, la joven duro toda la mañana arreglandose, haciendo que las sospechas de su padre aumentarán y comenzará a buscar aquella 9mm que tenía guardada algún lugar de la casa.

La salida como siempre terminaba en una discusión que al día siguiente arreglaban, ya era costumbre y que dijeran que no se iban a hablar nunca más solo se lo creería el más ingenuo del mundo. Ya dejándola en su casa, le pidió que hablaran un poco más, dudandolo mucho por que aún estaba molesta decidió oir que más iba a decir.

Mientras tanto un Dann sigiloso miraba desde la ventana con pistola en mano apuntando a la cabeza del muchacho, por si lo que él pensaba se hacía realidad, y pasó cuando estuvo apuntó de apretar el gatillo, su hija se movió cubriendo el paso por debería surcar la bala, ella ya había notado lo que podría suceder, no se iba a quedar sin novio en menos de un segundo, eso sería tiempo récord.

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