Confesiones

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Continuación del capítulo anterior.

—Es posible que Lionel nos venga a buscar—dijo Eliza a todos los presentes, que eran Alex, su hija recién llegada, John, Mike y Alice, que no decía palabra alguna, sólo se limitaba a escuchar.

—Así es—comentó John y luego señaló la habitación de Kara, donde dormía Lena.—Pero nosotros tenemos a Lena de nuestro lado y ella sabe la verdad, no dejará que se convierta en un baño de sangre.

—Lo sé, confío en Lena— suspiró Eliza.—Aunque ella no confíe en ella misma.

—No es que no confíe, es que está destrozada—dijo Mike.—Y es entendible.

—Se ha convertido en un monstruo—Eliza suspiraba sin saber qué demonios hacer.

—No Eliza, ella no sabe lo que nosotros sabemos, y por lo que ella sabe le acaban de arrebatar lo único que tiene en la vida, por muy mala que sea Kara, ella, la diferencia es que ya la da por muerta, esperemos que Lucifer nos ayude con eso.—John parecía el más sensato de todos, aunque estaba igualmente nervioso.

Todos siguieron conversando, Eliza se encargaría de los asuntos referentes a los Luthor y haría la finalización del acuerdo con Lionel, menos mal John estaba al tanto.

Una semana después.

Lena se levantó como cada día, iba a ver a Harley, la miraba con sus ojos verdes gatunos, vigilantes y casi muertos, luego continuaba a la celda de Lex, tomaba el mismo bate de siempre, le rompía algunos huesos y se iba a ver a Kara al hospital.

La pelinegra bajo la supervisión de Ava se quedaba a dormir en la habitación de Kara fuera de los horarios de visita y allí le hablaba a la rubia, con la esperanza de que pudiese oírla.

—Kara— sus ojos estaban hinchados de llorar, ojerosos, Lena no podía conciliar el sueño luego de aquel día en que vió a Kara casi muerta.—Perdóname por ser tan débil— bajó la mirada avergonzada de sí misma. —Perdóname por ser tan ilusa— Ahora era un castigo, uno personal para sí misma.—Por ser tan estúpida...

Lena miraba a Kara pero no se atrevía a tocarla, no podría tocarla con esas manos que la habían alejado, ni siquiera se sentía con el derecho de hablarle después de todo lo que le había dicho, pero debía hacerlo, era la única forma de no caer en la locura. —Regresa, haré lo que sea por que regreses.

Salió de la habitación después de su charla, que más que charla era una súplica a la nada, y se fue a la mansión, a llorar nuevamente, a bañarse y a dormir, no le interesaba trabajar, no le interesaba absolutamente nada.

Lucifer.

Cuando el hombre fue a visitar a Kara, Ava no lo esperaba, definitivamente no, lo veía hablando con alguien en el celular y luego comprendió que era con Eliza. La mujer lo dejó pasar cuando el hombre le sonrió cortezmente y un mensaje de Eliza que decía Déjalo pasar  llegaba a su teléfono.

—Gracias querida.

—No demore señor, el horario de visitas ya ha concluido.

—Seré breve, no se preocupe.

Ava asintió y Lucifer entró a la habitación de Kara, se sentó en una silla y la miró enfocado.

—¿Sabes Kara?—Comenzó a hablar, su voz era profunda y lenta, sin prisa.—Cuando te conocí eras pequeña, tendrías—hizo una pausa—Ocho años creo, quizás, menos, o más...está borroso en mi memoria, Eliza te había adoptado, eras una pequeña criatura rebelde, terca y bocona, pero aprendiste...aprendiste a tal punto que me impresionaste, yo me preguntaba cómo una humana tan pequeña podría aprender tan rápido.

Kissing Killing LovingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora