El comienzo

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Capítulo 3-El comienzo

Habían pasado un par de semanas desde que los Ainsworth me adoptaron, todo en la escuela había sido igual o peor, intentaba evitar las peleas para que los Ainsworth no me echarán

Tomé un poco de mi refresco y me levanté para ir al baño de la secundaria antes de entrar a clases, David estaba parado en la entrada con dos niños más.

—Miren a quien tenemos por aquí —David se ríe uniéndose a él los otros dos niños, cuáles toman de mi camisa y jalan hacia adelante, una parte de la camisa se agrieta a punto de romperse y al darse cuenta lo sueltan de inmediato, pierdo el equilibrio y caigo contra en piso.

El trio no paraba de patear por mi pierna y mi abdomen, en alguna ocasión pararon y David se posicionó frente a mí y empezó a pegar fuertes golpes sobre la piel de mi rostro con sus puños, sonó el timbre y todos salieron corriendo del comedor nadie quería tener que ver con la pelea recién

Intente no perder la calma, camine con pasos cortos hasta llegar a la clase con la camisa desgarrada, el cuerpo adolorido y el rostro enrojecido.

—¡Dios mío Benjamín! —grito la profesora María— Que te han hecho, hay que llamar a tus representantes, acompáñame.

Caminé junto a la profesora mientras todos se reían de lo sucedido llamaron a mis padres, quienes fueron a buscarme.

—Benjamín que ha sucedido, mira cómo te han dejado.

—Nada madre todo está bien.

—Benjamín, ya deja de decir que no sucede nada dime de una vez por todas que está sucediendo-ella intenta poner hielo en mis heridas a lo que me arqueo casi de inmediato, el hielo solo hacía que doliera más.

—Es lo mismo de siempre —digo algo desanimado.

—Benjamín ¿Porque no te defiendes? —Mateo pregunto por primera vez era un hombre de pocas palabras en la paternidad era nuevo y no sabía cómo tratarme en algunas situaciones ni siquiera sabía sobrellevar los problemas.

—No quiero —decidí tomar el hielo por mi cuenta-No puedo perderlos-a Teia le corren las lágrimas por las mejillas y ambos me abrazan como consuelo

La verdad eran la mejor familia que había tenido en este transcurso tan difícil y tenía miedo de perderlos.

Me sentía en un lugar seguro como si nada ni nadie me haría más daño al estar aquí, aunque muy claro tenía que al salir de aquí sería pan caliente para David.

Ambos se levantaron y se dirigieron a la cocina

—Tenemos que hacer algo, no podemos dejar que a Benjamín lo muelan a golpes y quedarnos esperando el que más viene, en fin, de cuentas somos sus padres ahora.

—Teia, cálmate y pensemos todo tranquilos-se escucha un silencio recuesto mi espalda sobre el espaldar del mueble y descanso mis ojos —Que te parece si mientras conseguimos una escuela mucho mejor donde nuestro hijo pueda estar seguro, contratamos un tutor que le dé clases aquí en la casa.

—Si me parece increíble esa idea, de inmediato llamaré a Colín

***

Tres años después...

—¿Londres?

—Llevas tres años encerrado aquí entre estas cuatro paredes, mereces tener tu último año de prepa ¡Con amigos Ben! —Grita mi madre mientras me alejo.

—Madre me niego a irme a Londres, la profe María, la profe Colín...

—La profesora María y la profesora Colín solo quieren que estés bien quieren un buen futuro para ti y graduarte de preparatoria en tu propia casa es la definición de eso.

—Pa ¿Tu qué dices?

—Consiguió una entrevista para un equipo de fútbol, si la rechazas va a matarte, además queremos encargarnos de la sede Londres personalmente, de todas maneras, no puedes decir que no.

—Me niego a tener amigos.

—Vamos gigantón, no puedes vivir toda tu vida en la soledad.

—Si puedo.

—Benjamín tienes diecisiete años ya no eres un niño huérfano e indefenso nos tienes a nosotros y sabes defenderte.

—Empacare —digo un poco desanimado con el temor de hacer "amigos" o posiblemente enemigos otra vez.

Tome mi celular y subí las escaleras de la casa, empecé a empacar mi ropa y a guardar mis cosas importantes, todo lo demás se quedaría aquí, nos iríamos mañana por la mañana y ya sentía los nervios de punta.

***

Desperté de mal humor, tome las cajas de mala gana y las adentre totalmente al camión de mudanza que se hacía frente a mi casa, voltee y vi su cabello deslumbrado por la luz del sol.

—Chao Benja te voy a extrañar mucho —la profesora María me abraza con cuidado y algunas lágrimas escaparon de sus ojos-te quiero mucho.

—Yo a usted profesora María la quiero y la voy a extrañar demasiado.

—Vuela alto y se feliz, ama sin fronteras, se libre sin razón, amate a ti mismo, quiere más que ayer, que así la vida es mejor, recuerda que cualquier problema se soluciona con amor.

—Lo tendré en cuenta —volví a abrazarla y allí fue nuestra despedida.

Estaba en camino hacia el aeropuerto viendo las tiendas y los árboles frente a la ventana del auto, el cielo expresaba melancolía y los árboles lo gritaban con el sonido de las hojas chocando entre sí, dejaría el lugar donde según había nacido, ¿Melancolía? También se sintió paz porque dejaría atrás el lugar que tanto me hizo llorar.

Y volví a sentirme invencible como aquel niño de ocho años que jugaba con sus amigos antes de ser adoptado por penultima vez.

A mis recuerdos llegó una peli roja que años atrás había sido mi amiga crecimos juntos y como rareza me defendía de David cuando me ofendía.

Llegamos por fin al aeropuerto, se sentía tan fresca la brisa de aquella entrada, mientras mi estómago era gobernado por un par de mariposas.

Intentaré vivir cada segundo de mi vida como si fuera el último tal y como se lo prometí a la profesora María, quizás un día regrese a Houston y sea alguien más que un huérfano en una esquina.

Y en aquel momento donde mis pies tocaron el suelo de aquel aeropuerto me lo prometí no volvería, no volvería sin ser alguien.

—¿Emocionado?

—Y nervioso —exclamo borrando del rostro de mi madre aquella sonrisa.

—Todo va a salir bien Ben, verás que sí.

—Todos los pasajeros del vuelo setecientos ochenta y nueve dirigirse al puente de abordaje-tomo mis maletas con cuidado y empiezo a caminar sin mirar hacia atrás, adiós, adiós para siempre a esta vida miserable —ultimo llamado a los pasajeros del vuelo setecientos ochenta y nueve.

Llegue al puente de abordaje, éramos uno de los últimos en abordar a mi madre no le gustaban mucho los aviones o de eso estaba comentando hace un rato en la sala de espera.

Estaba muy nervioso, pues nunca me había subido a un avión ya habían pasado seis horas en el aire solo podía ver el mar desde aquí, según mi madre lo que estábamos viendo era el océano atlántico ya tenía sueño y posicione mi cabeza sobre el respaldo a descansar.

***

Me desperté de repente todos en el avión se movían rápido y yo estaba algo confuso.

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¿Que estará pasando en el avión?

Aprendiendo a no amarte ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora