Siempre estaré aquí para ti

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Capítulo 17 — Siempre estaré aquí para ti

Estaba sentado en la sala de espera de un hospital infinito, sentía frío, todo me recordaba a aquella noche cuando el color carmesí invadía mi cuerpo, mire a Martín de reojo traía cafés en sus manos y galletas a su lado.

—No hay nada agradable en este estúpido hospital—se sentó a mi lado y sin alguna otra palabra entrego el café a mis manos, tomé un sorbo pensativo en mi mente recurría esa imagen de Megan acostada sobre la camilla derramando sangre de sus brazos mientras los paramédicos intentaban detener el sangrado ¿Por qué? Su padre solía vivir una doble vida, una con su madre y otra con una familia en Tennessee la chica con la que bailaba era su hija, el descaro de integrarlas en un lugar al que no pertenecen, de llevarlas sin previo aviso sentía culpa de no haberlo sabido antes ¿Cómo era que recién me enteraba de algo que le afectaba tanto a Megan?

Un doctor salió de un pasillo, con cara fría, sería y toqueteando sus nudillos quería saber que pasaba estaba muriendo por dentro, sentía que no podía respirar ¿Por qué demonios Megan me importaba tanto? Tenía tan poco tiempo conociéndola pero era tan especial para mí que la sentí parte de mi vida, sentía que no podía dejar jamás de estar a su lado o todo se derrumbaría, el doctor recogió unos papeles cerca de donde estábamos y volvió a dirigirse hacía la puerta de donde había salido.

—¡Doctor! Disculpe —la madre de Megan se puso de pie y tomo el hombro del doctor— me puede decir algo de mi hija, ella entro por urgencias se llama Megan Smith, por favor dígame algo sobre ella ¿esta bien? ¿está estable? —pregunto preocupada.

—Señora disculpe no tengo información sobre su hija, déjeme pregunto y vuelvo a traerle noticias —el doctor volvió a irse y todos nos quedamos impacientes viendo ese pasillo por donde se fue esperando que alguien nos dijera algo sobre el estado de Megan los doctores solo pasaban por allí y respondían lo mismo cuando la señora Smith preguntaba, siempre eh pensado que los doctores dicen eso para dar esperanzas y realmente nunca preguntan por el estado de los pacientes que no les incumben.

—Ya no puedo, necesito saber como esta —me levante después de un tiempo que se sintió como mil años dispuesto a caminar en el momento en el que Martín tomo mi brazo y me volvió a sentar— Martín no me puedo quedar aquí haciendo nada.

—¿Eres médico? —negué— ¿y que demonios crees que puedes hacer si entras? ¿rellenar espacio? las malas noticias siempre son las primeras en llegar así que cálmate y acompáñame a traerle algo de tomar a la señora Smith —me levante con el sin decir una palabra, estaba en lo cierto, no podía hacer nada al respecto.

—Familiares de Megan Smith —voltee de inmediato por fin sabría como esta.

—Dígame doctor como esta mi hija

—A la señorita Smith se le realizo una reconstrucción de las venas afectadas para el restablecimiento del flujo sanguíneo, está estable y podrá salir en unos días pueden pasar a verla, dos personas a la vez por favor, sin presionarla, ya que hasta mañana se empezará el tratamiento psicológico por lo cual se les recomienda discreción al tema, las visitas son hasta las once de la noche y se pude quedar una persona ya que necesitara supervisión.

—Muchas gracias doctor —la señora Smith entro a la habitación junto a una de las primas de Megan y Martín y yo fuimos a buscar algo de comer.

—Ves, ella estará bien —al llegar a la cafetería Martín presionó una pequeña campana que se encontraba en el mostrador.

—Estará bien, pero no quiero dejarla ni un segundo.

—Hola chicos, buenas noches mi nombre es Katherine y hoy seré su mesera ¿Qué van a pedir? —ordenamos un par de cosas y la chica nos pidió sentarnos en una de las mesas

—Katherine es linda

—¡Martín! Eres realmente idiota

—Le pediré su numero —intento levantarse y de golpe lo volví a sentar.

—Idiota —di un ligero golpe en su brazo— ¿acaso no querías regresar con lince? —de inmediato mostro su dedo anular

—¿ves algún anillo allí? —negué— no estoy comprometido ¿por qué dejar perder la gran oportunidad de tener el número de Katherine?

—Eres un real idiota —coloque mi celular en la mesa, Martín ya compartía miradas coquetas con la mesera, la cual en pocos minutos volvió con nuestros pedidos— muchas gracias Katherine —deje la propina sobre la mesa y levante las cosas de la misma, al levantar uno de los ponqués hacia un número de teléfono sonreí y mire a la mesera —ya tenemos novias pero gracias.

—No es lo que crees es para... —se lo empuje a Martín riendo un poco mientras la chica se ponía aún más roja.

—Vámonos idiota —tome el ponqué— hasta luego Katherine.

—Juro no se lo pedí —dijo ya afuera de la cafetería.

—¿Viste su cara de vergüenza? —dije entre risas.

—Eres un idiota Benjamín —dijo entre carcajadas— la pobre chica quería que se la tragara la tierra.

—¿Le vas a escribir? —tome el papel de cartulina celeste donde se hacia el número

—Quizás sí —me quito el papel de la mano— nada más mira la producción que le dio a un simple número que se podía escribir en una hoja de cuaderno —saco su celular y comenzó a agregarla, ya habíamos llegado a la sala de espera le entregamos las cosas a la señora Smith y su sobrina y nos dirigimos a la habitación de Megan.

—Megan —mis labios pronunciaron con dificultad cada una de las letras de su nombre, me acerqué a su frente y di un beso en ella— ¿Cómo te sientes? —era una pregunta algo estúpida tenía el brazo izquierdo vendado y claramente no estaba bien.

—Benja —con su mano acomodo un poco del cabello que me caía sobre la frente— gracias por estar aquí.

—Siempre estaré aquí para ti —tomé su mano y di un ligero beso sobre ella.

—Querida —Martín la abrazo— pensé que te perdía.

—Tranquilo, no te liberaras de mi tan fácil —sonrió ligeramente, Martín le dio un poque de los que habíamos comprado en el cafetín— oh, gracias —volteo a verme— ¿Cómo sabias que son mis favoritos?

—¿Intuición? —verdaderamente no tenía ni idea que eran sus favoritos— ¿quieres saber la historia de ese ponqué?

—¿Historia? —asentí y comencé a contarle lo que había ocurrido mientras nos reíamos y Martín lo negaba todo—verdaderamente eres un idiota ¿le escribiste?

—¿Lo hago? —pregunto vacilando con su celular

—¿Qué puedes perder? —pregunto Megan.

—Nada, espero...

Katherine:

Hola, soy Martín el chico de la cafetería ¿Cómo estás? —

Megan y yo estábamos a la expectativa pasaron unos minuto y grito.

—¡Está escribiendo! ¡Está escribiendo!

Aprendiendo a no amarte ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora