Escapada rural

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El alcalde del municipio les esperaba para abrir aquella vivienda. Era primavera, y debido al descuido prolongado por el paso de lo años, la maleza había devorado la mitad de la cabaña. Algunos grafitis hecho por personas con intenciones poco respetuosas aparecían en la entrada.

- Buenas agentes, tengo que hacer un par de asuntos en la oficina y ustedes se han retrasado un poco, así que les dejo las llaves, cuando acaben, lleven las llaves a la oficina, está a unos quince minutos de aquí. Doy por hecho que saben donde está.- dijo aquel hombre apresuradamente.

- Buenos días, gracias por esperarnos y sentimos el retraso. Cuando acabemos, tendrá las llaves de vuelta- dijo Enzo.

El alcalde se despidió y Manu tomó las llaves, nada más abrir la puerta, un olor hediondo llegaba a las narices de los oficiales. Las manchas de sangre en el suelo y las paredes perseveraban. Era algo siniestro pensar en lo que había sucedido en aquella cabaña, desde luego, cada caso era como una película de terror, solo que esta podía ganar algún premio por originalidad.

Al subir a la planta de arriba, las vista eran peores. Dos manchas de sangre enormes abarcaban los colchones. El techo tenía salpicaduras de sangre seca y el suelo estaba lleno de cristales rotos. El olor era incluso más intenso. Había animalejos muertos por las esquinas, sobre todo ratas y algún sapo. Lo que antes había sido una humilde morada, ahora era una cabaña destroza con una historia espantosa.

- Oye Enzo, ¿ésta familia no tenían un perro?- preguntó Manu.

- Sí, tenían un dálmata, al igual que la niña desapareció- respondió su compañero.

Enzo seguía en la planta de abajo, mientras, Manu observaba entre algodones la zona de los insectos. "Interesante..." balbuceó. El viaje de dos horas había sido bastante largo, y los chicos se encontraban algo cansados. En esa cabaña, además de la escena tan tétrica que presentaba, no iban a encontrar mucho más.

Acabada la investigación, Manu y Enzo abandonaron aquel lúgubre lugar, asegurándose de que estuviera muy bien cerrada la puerta y se dirigieron hacia el despacho del hombre que les entregó las llaves.

La cabaña Donde viven las historias. Descúbrelo ahora