Más y más

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El tipo que les dio las llaves era un hombre de avanzada edad, las canas le cubrían toda la cabeza. Tenía unas ojeras pronunciadas las cuales le daban un aspecto de cansancio. Su oficina era pequeña, por lo visto, era alcalde de aquel municipio desde hacía muchos años atrás.

-Hola de nuevo, permitirme presentarme como es debido, me llamo Jaime Cobo- dijo con una voz ronca debido a los puros que le gustaba fumar. Los dientes amarillos y el olor lo delataban claramente.

- Buenas tardes, yo soy Enzo Hernández y él es mi compañero Manuel Cruz. Nos envían a investigar el caso de la familia Pérez.

-Ya veo que a vuestros superiores les gusta hacer que perdáis el tiempo, ¿verdad caballeros?- comentó Jaime entre risas.

-El caso que se de por perdido es un reflejo de la pasión y el empeño que le pongas- contestó Enzo con un tono algo molesto- puede que lleve seis años parado, pero eso no quiere decir que no podamos resolverlo.

- ¿Te crees mejor que los policías que lo investigaron en sus tiempos?- preguntó Jaime con tono desafiante.

-Yo sí- contestó Manu. Una respuesta que nadie se esperaba dado la expresión de los otros dos hombres- hemos venido a que nos de información, no a perder el tiempo, ¿qué nos puede decir sobre ello?

El ambiente estaba tenso después de la breve conversación entre aquellos hombres. Estaba claro que Jaime quería olvidar aquel caso, parecía que solo le había traído inconvenientes desde que surgió. Rumores, quejas, una prensa fastidiosa... Incluso podría decirse que se encontraba incómodo tras volver a oír aquel apellido.

- Dirijo este pequeño municipio en el que hay 5 pueblos en él. Apenas son 450 habitantes entre todos ellos. Aquella cabaña se encuentra en Tasez. Una zona montañosa, con unas vistas increíbles. Normalmente son familias que compran cabañas para reformarlas y usarlas en vacaciones. Casos como éste en estas zonas no existen, pero siempre tiene que haber una excepción- suspiró el alcalde.

- ¿Cuántas personas viven permanentemente allí?- preguntó Enzo.

- Solo cuatro familias, todos superan los cincuenta años de edad. No pierdan el tiempo con ellos, son gente atrasada, ya me entienden.

-¿Podría facilitarnos información personal de la familia?- inquirió Manu.

- A ver... El padre era electricista, trabaja en una empresa y además hacia algún trabajo por su cuenta. La madre había sido profesora de infantil, era una mujer muy querida según los padres de sus alumnos. Y en cuanto a los hijos, no hay mucho que comentar. Un hijo en plena adolescencia y una niña denominada "rarita" por sus compañeros de clase.

Tras decir esas palabras hubo un silencio muy incómodo, era como que ya no necesitaban más información, cuando en realidad acababan de empezar.

-¿No tienen informes que les describan todo lo que les estoy diciendo?- gruñó Jaime.

-Sí, pero siempre está bien refrescar la memoria, no vaya a ser que algo no concuerde- rio Enzo.

-No me haga perder el tiempo... Inútil juventud- musitó el oficial.

- Solo una pregunta más- interrumpió Manu antes de que el oficial siguiera faltando el respeto- ¿qué puede decirnos acerca de su familia?

- Eran su propio núcleo, no tenían malas relaciones con el resto de la familia, pero tampoco una relación sólida. Los abueletes fallecidos a excepción de Ramona, la madrastra de Marta. Por parte paterna, tenían dos tíos y tres primos; y por parte materna, una tía la cual guardaba una estrecha relación con Marta. Una familia no muy numerosa.

- Gracias por su tiempo- contestó Manu.

-Si necesitan algo más, tienen policías municipales a vuestra disposición- concluyó Jaime.

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