Cita a ciegas

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-De camino al motel, ambos querían chillar lo más fuerte posible. Sabían con certeza que se trataba de Isabel. Ese collar debía de ser de Bimba, la perrita de la familia que también desapareció aquella noche. Querían soltar el peso que cargaban sabiendo que durante una noche más, esa pobre niña estaría al lado de sus secuestradores y asesinos de su familia. Todo encajaba, aquella noche, aquel matrimonio tan desesperado por la falta de un hijo asesinarían a la familia de la pobre Isabel y se quedarían con ella. Era una lindura de niña. Una vez muerta su familia, no tendría nada más en la vida. Y si intentaba escapar, estaba asegurado que se iba a perder. Esos ancianos llevaban toda su vida allí. Sería cuestión de tiempo encontrarla. Además, la cabaña estaba situada en una posición casi secreta. No pasaba nadie por aquella zona. Un plan casi perfecto realizado a causa de la profunda soledad y el exasperado deseo de ser padres.

Antes de irse a dormir, decidieron continuar el plan en secreto. Una vez confirmada que era ella, mandarían arrestar a aquellos ancianos tan perturbados.

Apenas habían pegado ojo esa misma noche. Enzo se volvió a vestir igual que el día anterior, simplemente lo complementó con una chaqueta vaquera. Manu ya estaba en el coche esperándole pero por algún motivo, Enzo no salía de la habitación. Agotada la paciencia de Manu, este decidió entrar para buscar a su amigo.

-¡Oye compa vamos!- exclamó Manu.

-No puedo hacerlo- sollozó Enzo- Después de seis años nosotros hemos avanzado más que ningún oficial. Algo no me cuadra, sigue habiendo piezas del puzle sin encajar... Estoy muy nervioso- dijo finalmente Enzo.

-Nosotros solo intentamos ofrecer un poco de justicia a este mundo, hay gente que ni siquiera le parece bien nuestra profesión y aún así arriesgamos la vida porque mientras haya una sola persona digna de ser salvada, nosotros actuamos. Y ahora súbete al coche novato.

Enzo se puso en pie tras una pequeña risa que soltó tras oír aquella palabra que le provocaba sarpullidos. En ese momento solo tenía clara una cosa, iban a sacar a Isabel de allí.

Repitieron la misma operación del día anterior, y una vez en su casa, llamó a la puerta.

-Adelante Pedro- anunció Mari con un tono encantador.

-Hola a todos- respondió el chico.

En el salón estaban todos esperándole. Parecía imposible que una pareja de ancianos tan honrados pudieran asesinar a sangre fría a una familia. El señor agarraba de la mano a una chica de cabello rubio tan claro como las nubes, seguramente debido a las horas bajo el sol. Era delgaducha, a su vez, eso le daba aspecto de ser alta. Sonreía tímidamente, parecía que se intentaba esconderse detrás de Seve. Simplemente se saludaron cuando inesperadamente el señor la empujó al suelo.

-Pégala- ordenó su supuesto padre.

-No lo voy a hacer- replicó Enzo.

-Mira hijo, ella hará lo que tu le mandes, deberás ser el líder de la familia, así que pégala, ¡vamos!- gritó Seve mientras que su mujer miraba a Enzo seriamente; y la joven miraba al suelo.

Enzo se levantó despacio.

-He dicho que no. Si me caso con ella, nunca hará falta que yo ni nadie la pegue- concluyó firmemente Enzo.

Seve se levantó y se dirigió hacia Enzo, menos esperado aún fue cuando le dio la enhorabuena junto a una palmada en la espalda mientras que su mujer sonreía y la chica se ponía en pie. Enzo no comprendía nada.

-Chaval, tienes mi bendición para estar con mi hija. Mari y yo teníamos miedo a que fueras un hombre violento. Ya sabes que la gente como nosotros tenemos mano firme para lo que hacemos. Bienvenido a la familia- anunció alegremente Seve.

Seguidamente, Enzo se aproximó a la muchacha y la preguntó por su nombre. La chica miró a Seve buscando su aprobación, y hasta que él asintió no fue que la muchacha dijo:

-Me llamo Isabel.

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⏰ Última actualización: Dec 30, 2022 ⏰

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