La cabaña

Novato

~Seis años después~

- Nos han adjudicado el caso de la cabaña, Manu - señaló Enzo a su compañero- es la oportunidad perfecta para demostrar nuestros conocimientos. Una pena que nos den uno tan complejo.

- Enzo, puede que solo lleve cuatro años en esta brigada, pero son suficientes para saber que el mundo está enfermo y que no existe el homicidio perfecto, siempre hay un fallo que romperá los esquemas del culpable. Todo está en los datos a los que nadie parece importar, minúsculos pero de suma importancia.

-Claro, eso dígaselo a los cientos de casos que quedan sin resolver en este país. Si llegamos a dar con algo, y más aún, si resolvemos este caso, ¡nos ascenderán compa! - contestó entusiasmado Enzo, pues era su primer caso que podía realizar junto a Manu llevándolo ellos sin ser supervisados constantemente.

Manu y Enzo trabajaban de policías judiciales, se ganaban la vida resolviendo homicidios, siempre de la mano de superiores. Habían sido peones, sobre todo Enzo, que todavía seguía con el mote de novato entre los oficiales.

Manu se tomaba su café con una napolitana de crema como cada mañana, a pesar de su mala alimentación, cuidaba su físico, y a veces en exceso. Era alto y algo corpulento, tenía una mandíbula marcada y unos ojos color azabache que parecían los de un tiburón. Desde luego imponían lo suyo. Sin ninguna duda, era un hombre atractivo físicamente, pero su intelecto deslumbraba aún más que su aspecto. Era seguro de sí mismo, no dudaba de lo que se hacía, durante sus cuatro años aprendiendo, observaba con detenimiento cada pista, había demostrado tener unos dotes extraordinarios para su cometido.

Se fue a su despacho junto a Enzo, y una vez allí, leyeron todos los informes detenidamente.

- ¿Pero cómo es posible que la única persona en llamar, lo hiciera encima cuatro días después? - preguntó Enzo con un tono algo indignado.

- Creo que vamos a tener que atar muchos cabos querido compañero, además, nos espera un largo viaje por medio - suspiró Manu.