Capítulo 10: D Sith

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Madness y Sadlish, Sala de Operaciones

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Había pasado apenas un día desde que los cuatro Sith habían llegado de sus misiones y pese a que estas les habían tomado un tiempo considerable y qué habían sido bastante duras, cada uno decidió aprovechar su tiempo en pulir cada una de sus habilidades y talentos, algunos de ellos en su manejo con la fuerza o en el uso del sable de luz y otros afinando sus conocimientos y habilidades en ciertas áreas de la ciencia o de la alquimia Sith, esté último era el caso de Tayuya mejor conocida cómo Sadlish y Madness que durante varias horas esté par de Sith se encuentran en una de las tantas salas de operaciones que aquella nave de proporciones brutales tenía, encima de la mesa de operaciones se encontraba una Togruta con el cráneo abierto y el cerebro expuesto, Sadlish miraba con gran morbo el órgano de la ex-Jedi pero no solamente ella sentía fascinación por abrir y extraer su primer cerebro no humano, Madness también sentía emoción por eso, aunque había diseccionado cientos de cuerpos los cuales eran en su mayoría humanos durante su vida en la Vía Láctea, cuando estallo la guerra de las tres razas sólo había logrado analizar los cuerpos de dos especies extraterrestres los Zerg y los Protoss, de los primero para fortuna de el había logrado tener en sus manos cientos y cientos de cuerpos pues estos eran muy numerosos, gracias a la guerra los cuerpos de esta especie quedaba esparcida por diversos mundos, pero por otro lado con los Protoss no habían tenido tanta suerte, por diversas causas apenas había lograron tener unos cuantos de esta especie para su análisis, en dieciocho años sólo logro obtener poco más de veinte cuerpos muertos y algunas decenas en cautiverio, pero desde que llegó a esta nueva galaxia no había tenido la oportunidad de hacerlo con alguna de las razas alienígenas con las que había tenido ya contacto.

– Ahora entiendo porque Pedofimaru y ese bastardo mandilón de su sirviente hacían esta clase de cosas realmente es divertido, abrir a alguien y jugar con sus órganos en especial con su cabeza – comentó la Sith a su compañero Madness, esté sólo permaneció en silencio aunque podía entender el sentimiento de la chica pues él sentía lo mismo.

Con gran maestría pocas veces vista realizaron varias incisiones aquí y allá insertando en el cerebro de la togruta varios implantes algunos en el lado del cerebro donde se registra el comportamiento, otros en la zona donde se encuentra la memoria y algunos otros donde controla los movimientos corporales, pero había una zona que le causaba mucho interés y era aquella en la que ellos creían que se encontraba la parte del cerebro que domina las habilidades del control psiónico, tras varias horas de cirugía había terminado.

– Hemos terminado – comentó la chica para quien la escuchara pero más para sí misma Madness que se encontraba al otro lado de la cama de operaciones asintió a su comentario.

– Tienes razón ahora sólo falta reprogramar al sujeto de pruebas –

El rostro de la chica se contorsionaba en una sonrisa macabra – Si sólo eso y se convertirá en una linda y obediente mascota y porqué no, también en una bonita marioneta – Madness no contestó eso pues entendía a la perfección lo que su compañera quería decir pues él había diseñado el experimento en el que habían sometido a la togruta, los días de libertad de la ex-jedi estaban condenados, el hombre debajo de ese casco sabía algo y era el gran sadismo que podía demostrar su compañera, sadismo que le hacían recordar a su madre cuando aún era un simple terran con habilidades psiónicas impresionantes pero nada más.

– Bien... es hora de la cámara Madness – finalizó la chica mientras seguía con aquella retorcida sonrisa.

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