Dazai

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Luces de diciembre

Ese invierno era más frío que el anterior. Recuerdo que ese año las nevadas comenzaron a principios de diciembre, mientras que el anterior llegaron hasta casi navidad.

Al igual que el año anterior, la gente iba y venía, comprando cosas, planeando su cena de año nuevo, planeando donde pasarla, que comer o que regalar, mientras que yo permanecía sentado en una banca afuera de una cafetería, con un abrigo azul oscuro, una enorme bufanda azul y las manos metidas en los bolsillos.

Las farolas comenzaron a encenderse al mismo tiempo que la nieve comenzó a caer, solté un suspiro para ver como el vapor de mi aliento se perdía en el aire.

"Estar aquí afuera sería un suicidio" pensé, poniéndome de pie.

Recuerdo que no quería ir a casa, cualquier lugar era mejor que eso, pero tampoco quería quedarme sintiendo como mi nariz se congelaba, así que miré a aquella cafetería de enormes ventanales, con varias personas sentadas y conversando.

"Parece un lugar agradable"

Después de todo, llevaba meses sentándome fuera de aquel local y nunca había entrado. ¿Por qué no hacerlo esa vez?

La campana de la puerta sonó, haciendo que la mirara alzando la vista. Adentro se sentía un calor realmente agradable, el suficiente como para querer quitarme la bufanda.

Había una fila de 7 personas en la caja, así que me formé detrás del último, mirando cada detalle, las luces, las plantas dentro, así hasta que fue mi turno.

-Bienvenido a Petit tigre, mi nombre es Chuuya, ¿Que desea ordenar?

Miré sin mucho interés a la voz que me atendió, pero lo que vi captó completamente mi atención.

Frente a mí se encontraba un chico pelirrojo, de aproximadamente la misma edad que yo. Su cabello estaba atado con una colida que caía por el lado izquierdo de sus hombros, tenía una radiante sonrisa, unos brillantes ojos azules que denotaban inocencia, vestido con un sueter gris y un mandil color verte. No pude articular palabra los primeros segundos.

-¿Te encuentras bien? -preguntó, con tono algo preocupado.

-Si, lo siento -miré la tabla de bebidas algo distraído -. La verdad no sé qué podría pedir, ¿Que me recomiendas?

-Bueno, para este frío me gusta el chocolate blanco con leche entera -me dedicó una sonrisa amable mientras cerraba los ojos, provocando que mi estómago cosquilleara.

-Entonces anotame uno, por favor. Para tomar aquí -mi voz se escuchaba nerviosa, nunca antes me había pasado eso.

El joven asintió y comenzó a preparar la bebida que le pedí, sin dejar de sonreír en ningún momento. Y yo no aparté la mirada de él en todo ese tiempo. Se acercó a mí con una taza color roja y una cucharita.

-Aquí tienes, no te arrepentirás. ¿Quieres algo más? -negué con la cabeza y él empezó a teclear algo en la pantalla -. De acuerdo, aquí tienes tu cuenta. Puedes pagar aquí. Ten un una linda noche y disfrútalo mucho.

-Gracias... Chuuya -balbuceé, pasándole el dinero.

Me senté en uno de los bancos de la barra y probé aquel chocolate que me recomendó. A decir verdad ni siquiera me gustaba el chocolate blanco por lo dulce que era, pero ese fue el más delicioso de mi vida y lo disfruté como nunca había disfrutado uno. Aunque reconozco que la vista del chico pelirrojo que atendía ayudaba a ello.

Intenté mirarlo disimuladamente, pero me atrapó en una ocasión, sonriendo dulcemente antes de atender a alguien más.

Al terminar, dejé mi taza y me dirigí a la salida de la cafetería, mirando una última vez como preparaba un café a una pareja que acababa de llegar.

Luces de diciembre -soukokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora