Chuuya

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Una voz que canta por siempre

Es un alivio para mí saber que las cosas entre Odasaku y Dazai volvieron a la normalidad, aunque también ya supe quién es la pareja de Odasaku y la verdad estoy algo sorprendido pero no soy la mejor persona para juzgar, lo cierto es que a veces te sorprendes demasiado con lo que te depara el destino.

Falta poco para volver a la escuela y admito que me muero de ganas por volver a bailar, pero primero necesito que el doctor Mori me dé luz verde. Y espero de corazón que lo haga porque sería muy triste ser bailarín y que no te dejen bailar otros meses más, aunque el doctor Lovecraft dice que voy mejorando, poco a poco me duelen menos algunos movimientos y siento que vuelvo a tener fuerza para hacer ciertos ejercicios, así que espero estar en los musicales de nuevo. Lo único malo es que me siento extrañamente cansado, como si no durmiera bien, incluso si lo hago, y Yumeno se queja mucho de que mis manos son más frías de lo normal.

Intento no hacerle mucho caso, aunque Tachihara es como una mamá cada que escucha a Yumeno decir algo con respecto a mi temperatura corporal.

-Le dices eso al doctor cuando lo veas -decía serio -. Tal vez debería acompañarte para que no se te olvide ningún detalle.

-Oye, tranquilo, estoy bien -sonreí para después darle un almohadazo -. Pero si, le diré lo de las manos, aunque yo las siento como siempre, frías y suaves

Negó con una sonrisa, pero en el fondo se veía preocupado. Pero no es culpa suya, desde lo ocurrido con mi madre se preocupa mucho y está más al pendiente, sé que también le pregunta a Dazai como estoy y que muchas de sus visitas son por ese mismo motivo, aunque está bien, es bueno tener a tu amigo en casa.

Comenzamos a ver viejas fotos nuestras, unos niños raros de secundaria que se metieron a un taller de teatro por una chica y terminaron haciéndose amigos, o los que se montaban en cualquier aventura, incluso si no era muy apta para cardíacos. Nuestra favorita fue la que más nos asustó, nos fugamos un día los 3 con el hermano de Tachihara al parque de diversiones, él de 13, nosotros de 11, montados en una montaña rusa... Tros y yo terminamos en urgencias, él porque la diferencia de presión no lo dejaba respirar, y yo por la descarga de adrenalina que tuve, mi corazón casi no resiste.

-Aún recuerdo que ni tu madre ni la suya querían que se juntaran conmigo después de eso -dijo con una sonrisa avergonzada

-Bueno, no sabíamos que podía ser tan peligroso, éramos unos niños -dije divertido mientras veía la foto que nos tomamos antes de la tragedia -. Además, en cuanto nos recuperamos nos escapamos a tu jardín

-No sabes lo horrible que es estar buscando el juguete de tu perro y encontrar a tus amigos escondidos en tu arbusto

-Es algo divertido

-Pero no a las 10 de la noche -comenzó a reírse

Seguimos viendo las fotos, recordando alguna historia o anécdota, contando cosas que ni siquiera estaban en una foto, como la vez que Albatros nos presentó a su novia, o cuando llegó con la oreja llena de perforaciones, o cuando Tachihara nos llevó a un bar y resulta que 4 chicas lo conocían, o la vez en la que me empinaron una botella de sake para que le bajara a mi ansiedad y terminé haciendo tonterías y bailando en la sala de Gin.

Sin darnos cuenta, estábamos riendo y contando anécdotas cada una más vergonzosa que la anterior, sintiendo como si ese tiempo estuviera tan cerca de nosotros que hasta podíamos sentirlo, ignorando la distancia de tiempo entre nosotros, al punto en que llamamos a Albatros como si estuviera ahí. Y fue ahí que ambos nos quedamos callados, dándonos cuenta que en la galería del teléfono comenzaron a salir fotos de él en el hospital. Los dos miramos aquella foto de él en la camilla con un respirador. Él haciendo señas con las manos, Tachihara sosteniendo el teléfono para la selfi y yo acercándome a Albatros sacando la lengua. Teníamos una pequeña carpeta de fotos del hospital, a decir verdad.

Luces de diciembre -soukokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora