Dazai

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Una filosofía de vida

Los siguientes días a año nuevo fueron diferentes. Chuuya me mandaba mensaje por las mañanas, casi siempre eran notas de voz dándome los buenos días, acompañado del sonido de la sartén friendo algo o de la licuadora de fondo. Casi siempre era algo tipo:

-Hola, Dazai, buenos días. ¿Ya desayunaste? ¿Comiste bien? Disculpa el ruido, estoy haciendo el desayuno de mis hermanos.

Y, justo después de eso, el ruido infernal de la licuadora.

Aunque me parecía tierno imaginarlo con su sonrisa de siempre, metiendo plátanos, leche, azúcar y vainilla en la licuadora mientras cuidaba que la sartén no se quemara. A veces escuchaba la voz de su hermana diciéndole que quería un huevo estrellado, o la risa de Yumeno diciendo que quería un vaso de leche. O eso interpretaba Chuuya, porque yo no entendía nada.

Era tierno el como cuidaba de ellos en vacaciones, como si solo quisiera estar con ellos dos.

Mientras escuchaba su audio cocinando, me sentaba en la barra de la cocina a tomarme un cereal de chocolate. Comparado con el ruido que escuchaba de su lado, mi casa se sentía realmente sola y vacía, aunque así lo estaba, solo que no lo notaba tanto, prefería ignorarlo. Pero cada vez que terminaban sus audios, sentía ese vacío enorme en la casa, viendo el sillón vacío, el banco de al lado vacío, escuchando el silencio.

-Debe ser lindo desayunar con alguien del diario -pensé en voz alta, encogiéndome de hombros para después terminar mi cereal

Tenía toda la intención de quedarme en casa ese día, pero Odasaku me insistió en que tenía que ir a la librería. El día de hoy es noche de reyes y muchas personas regalan libros esta noche, sobretodo novelas juveniles, así que habrá bastante gente hoy, además de que Odasaku cerrará cerca de la 1 de la mañana y me pide que me quede con él.

Dice que quedarme solo en estas fechas hace daño, así que me inventa cualquier pretexto para que no me quede encerrado en casa con mi cangrejo enlatado.

Lo que aún no le he dicho es que, desde que pasé la noche de Año Nuevo con Chuuya, por alguna razón no me siento con las ganas de encerrarme en casa otras 2 semanas completamente incomunicado del mundo.

Es extraño, a decir verdad. No sé cómo explicarlo.

***

Las primeras horas del día casi no hubo gente. De hecho, casi siempre comienza a haber gente a partir de las 3, haciendo compras de última hora. Por culpa de esa gente me voy de aquí a la 2 de la mañana, pero está medianamente bien.

Odasaku acomodaba libros y dejaba cajas con otros a la mano para que no tuviéramos mucho problema en la noche, además de que me dejó los códigos para buscarlos con facilidad a la mano.

A medio día me dió un plato de espagueti con carne y, justo cuando comencé a comer, escuchamos la campana de la tienda.

-Ah, por favor -murmuré sentado detrás del escritorio -¿Tienen que llegar justo cuando comemos?

Siempre era lo mismo, era cosa de que decidíamos comer y llegaba alguien.

-Solo es uno, yo lo atiendo -dijo mientras tapaba su plato -. Ya vengo

Seguí comiendo mi plato de espagueti, cuando escuché a Odasaku acercarse al escritorio. En ese momento quise esconderme debajo del escritorio porque, justo frente a Odasaku, estaba la mamá de Chuuya, buscando un libro juvenil, me imagino que para Kyoka.

Agh, lo que menos quiero es que sepa que trabajo aquí, no tengo ganas de verla ni de hablarle, y sospecho que estamos en las mismas circunstancias.

Ah, no, ni de broma va a ver qué trabajo aquí, es más, ni se va a enterar de que estoy aquí, definitivamente no.

Luces de diciembre -soukokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora