13.Tú a Nerea, Yo a Manuel.

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Volví a coger el móvil de la mesita dispuesta a llamar a Manuel, pero darle al botón de llamada me era imposible. Era la quinta vez que intentaba llamarle. Tina tenía razón, no iba a llamarle nunca si no había alguien presionándome al lado.

Aun así, una vez que le llamase, ¿qué le iba a decir? ¿Te dejo porque estoy embarazada de mi vecino? No, no podía decirle eso. Sobre todo porque no quería que lo supiese.

Bloqueé de nuevo la pantalla y tiré el móvil al sillón.

De repente oí unos tacones subiendo las escaleras y apresuradamente me acerqué a la mirilla a ver si era Nerea. Hoy Max había quedado con ella para decirle que debían cortar y yo estaba súper nerviosa.

Observe la melena negra de Nerea pasando por delante de mi puerta, la chica fue directa hacia la puerta de Max y toco el timbre. Al cabo de unos segundos él abrió y la abrazó. Inconscientemente bufé ¿cuándo me había vuelto yo tan celosa?

Max la invitó a pasar y miró hacia mí mandándome una mirada de advertencia. ¿Acaso sabía que estaba espiándoles?

La puerta se cerró y me quedé allí sin saber qué hacer y con ganas de escucharles. Sin darme cuenta empecé a morderme las uñas mientras en mi cabeza pasaban un montón de preguntas. ¿De qué estaría hablando? ¿Cómo se lo diría? ¿Y si al final se echa para atrás y se queda con ella? ¿Y si ella le engatusa y ahora mismo estaban desvistiéndose para meterse en la cama?

-¡Para Claudia!- me grité a mí misma. Pensar tanto no me iba a sentar muy bien así que me senté en el sillón y me puse a ver la tele. Aunque quise concentrarme en lo que salía en la pantalla, cada dos por tres estaba mirando a la puerta, y ni siquiera sabía para que, desde allí no podía ver lo que pasaba.

Me alargué en el sofá para coger de nuevo el móvil para llamar a Manuel, tenía que hacerlo sí o sí. Y ya. Si no lo hacía iba a ser peor. Aunque la verdad es que no hemos hablado otra vez desde la cena de parejitas que hizo Nerea. A lo mejor, es que ya no quiere estar conmigo y ha pasado de mí, cosa que me vendría genial. Aunque me haría sentir en parte mal. ¿Por qué coño no me llamaba el gilipollas? ¿Es que no merezco ya ni que me deje por el móvil?

-Gilipollas- le dije a la foto que tenía de él en el móvil. Volví a tirarlo al sillón.

De repente se oyeron unos gritos en el pasillo y pude reconocer la voz de Nerea. Corriendo me asomé a la mirilla de nuevo.

Nerea estaba de espaldas pero, cuando se dio la vuelta para irse, vi que estaba llorando. Por otra parte, Max la hablaba bajito intentando calmarla.

Nerea se escurrió de la mano de Max y se fue de su lado. Creí que iba a bajar las escaleras pero se paró en frente de mi mirilla y tocó mi timbre. Me pegó tal susto que se me escapó un pequeño gritito de miedo.

Di dos pasos para atrás a la vez que Nerea aporreaba mi puerta.

-Abre Claudia. Te oí gritar- dijo desde el otro lado de la puerta.

-Nerea no montés un drama de esto- oí la voz de Max cada vez más fuerte.

Con miedo me acerqué a la puerta y la abrí cuidadosamente escondiéndome detrás de esta. Lentamente asomé la cabeza por el lado, igual que hizo Max la primera vez que nos conocimos.

-¿Si?- fue lo único que pude decir, y casi ni siquiera esa palabra me sale.

-Tú, yo quería ser tu amiga, eres una zorra- me dijo-. Espero que esto nunca te lo hagan a ti, porque nadie lo merece. También espero que duermas bien sabiendo que has roto una pareja feliz.

Tras decir eso la chica se fue dejándome con la boca abierta.

Ni siquiera me insultó, solo un "zorra" flojo. Me hubiera gustado más que me hubiera llamado de todo, así se me hubiese hecho más fácil odiarla. ¿Por qué tenía que ser tan dulce esta chica?

-Increíble- dijo Max sin poder creérselo-. Pensaba que iba a haber una pela de gatas, y mira...

Los dos nos quedamos en silencio, yo por lo menos sintiéndome culpable.

-Me siento como una mierda- le dije.

Max se acercó a mí y me abrazó, yo ni siquiera me moví, mi cuerpo aún estaba en shock.

El chico le dio un empujón a la puerta cerrándola y yo me fui al sillón. Creo que ni siquiera había parpadeado en todo este tiempo.

-Bueno, pues ya está.

-¿Qué... que es lo que la dijiste?- le pregunté, él se sentó a mi lado.

-Le dije que lo teníamos que dejar y al final le tuve que contar que era por ti, no paraba de pedirme explicaciones, lo siento. Aunque no le dije nada del bebé.

Yo asentí con la cabeza.

-¿Dejaste ya a Manuel?

-No, lo siento, no he hablado todavía con él. Bueno, ni él conmigo.

-¿Pero le vas a dejar no?- me preguntó asustado, lo que me hizo sonreír.

-Claro que sí.

Coloqué mi mano en su mejilla y me acerqué a darle un beso, al que él correspondió encantado. Pero un sonido familiar nos cortó. Mi móvil estaba sonando.

Metí la mano entre los cojines del sofá buscándolo, cuando lo saqué observé como la pantalla se iluminaba con una foto de Manuel.

Qué casualidad.

-Venga, cógeselo- me animó.

Yo asentí con la cabeza y pulsé el botón de aceptar.

-Eh... ¿Hola?- dije sin saber que decirle.

-Claudia- me llamó desde el otro lado-. Quería hablar contigo pero no me atrevía- se calló esperando que le dijese algo, pero no salió ninguna palabra de mí-. Verás... Quería decirte que lo siento, me he comportado como un estúpido, un gran gilipollas. Ignorarte como un niño pequeño.... No sabía en lo que pensaba. Perdóname. Si quieres quedamos y hablamos de lo sucedido, se puede arreglar.

Me llevé la mano a la cabeza y me eché el pelo hacia atrás.

-No Manuel, no se puede arreglar.

Max me sonrió y alzó el pulgar.

-¿Pero qué dices? Si no nos ha pasado nada, es solo un bachecito tonto. Claudia...

-Que no. Que no quiero arreglarlo.

Esto hubiese sido muchísimo más fácil si me hubiese dejado él.

-¿Es porque he vuelto a quedar con Rocío? Si es eso perdóname, solo somos amigos, te lo juro. Me sentía un poco devastado y no tenía a nadie más con quien hablar...

-¿Qué hiciste qué? ¿Volviste a quedar con esa puta con hongos?

Max se rio. Seguro que pensaba que Manuel era patético. La verdad es que yo también lo pensaba.

- Mira vete a la mierda Manuel.

-Pero Claudia...

-No. Vuelvas. A. Hablarme... en tu puta vida- tras eso le colgué y expulsé todo el aire que guardaba por la presión-. Pues ya está- le dije a Max.

-Ya podemos ser una pareja normal.

Ambos sonreímos y nos abrazamos, me sentía tan protegida entre sus brazos.

Vecinos con derechosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora