19. Pero me quieres.

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5 meses de embarazo...


-Mira, lo de la clínica de locos te lo pasaba, pero traerme a que la gente me vea respirar como una loca. Esto sí que no te lo perdono nunca.

Max, mi queridísimo y atento novio y futuro padre de mi hijo, nótese el sarcasmo, me había traído a realizar unas clases pre-parto. No entendía para que servía esto, lo único que te enseñan es a inspirar y expirar... y eso ya lo hacía todos los días. No puede ser tan difícil en el parto hacer lo que haces desde que naciste.

-Esto no me gusta- le dije cuando entramos a la sala llena de mujeres con barrigas como globos hinchables. La mía también estaba así pero no tan hinchada, es que las suyas iban a explotar- ¿Pero de cuanto están estas mujeres? ¡Sí parece que van a parir aquí!

Max me mandó callar y con los brazos en mis hombros me llevó hasta la esquina más alejada del cuarto.

-No digas eso en alto. ¿Nunca te han dicho que no hay que decir nada malo a una mujer que tiene las hormonas revolucionadas? Son capaces de todo- rodé los ojos por la suprema chorrada que había dicho- Oye, a mí no me ruedes los ojos señorita.

Le saqué la lengua como una niña pequeña.

¿Pero por qué me estoy comportando como un bebe?

De repente mi tripa rugió.

-Ay, Max, tengo hambre.

-¿Cómo? Si acabas de comerte un helado por el camino.

-Pero un helado no llena nada. Yo quiero algo más.

Max me ayudó a sentarme en la esterilla que había cogido.

-Quiero fresas Max.

-¿Enserio?

-Sip. Con chocolate. Y lo quiero ya.

-Aquí no se puede comer Claudia.

-Fácil- me levanté del suelo con mucha lentitud- Vayámonos.

Max me paró y volvió a sentarme con cuidado.

-No. Vas a dar estas clases sí o sí.

-Pero Max...

-No- dijo serio.

Crucé los brazos y dejé de hablarle. Iba a dejar que me muriese de hambre. ¿No se daba cuenta de que el que quería comida era el bebé? Nos va a matar de hambre a los dos.

-Venga, no te enfades- me dijo mientras me abrazaba por detrás.

-No, déjame- le aparté de mí.

-Claudia...

-Déjame- le volví a repetir.

-Si quieres cuando termine la clase te compro otro helado.

Max se puso a mi lado pero yo me giré hacia el contrario para que no nos pudiésemos ver cara a cara.

-No es eso.

-¿Entonces?

-Ya no me quieres.

-¿Eso piensas?

Yo asentí con la cabeza.

Max se puso a mi lado de nuevo y me rodeó con su brazo. Yo me apoyé en su cuerpo.

-¿Y por qué crees que no te quiero?

-Porque estoy gorda y fea. No paro de comer y encima se me están hinchando los tobillos...- le dije sin poder evitar llorar.

-No seas tonta, claro que te quiero. Y estás guapísima- Max me limpió las lágrimas de las mejillas- Nuestra hija también va a ser tan guapa como tú.

-¿Cómo sabes que es una niña?- le pregunté ya que no sabíamos lo que sería hasta el día del parto, los dos decidimos que fuese una sorpresa.

-No lo sé.

-¿Y si es un niño?

Max sonrió.

-Pues claramente será tan guapo como yo.

Le di un empujón en el brazo.

-Eres un egocéntrico y un creído- aunque quería sonar seria la sonrisa que se me formaba en la cara no me lo permitía.

-Pero me quieres.

-Sí.

Y tras eso nos dimos un gran beso. Aunque las circunstancias en las que nos habíamos conocido fueron... peculiares, los dos nos empezábamos a crear nuestra pequeña parcelita de amor. Conocí cosas, facetas de Max, que antes no hubiese visto, y poco a poco he ido cayendo en sus garras. Estaba enamorada de Max.

-Ya estás tardando en venir Richard.

Esa voz.

Me separé bruscamente de los labios de Max y miré hacia la entrada. María se estaba colocando su perfecto cabello rubio ondulado a un lado, se levantó las gafas de sol y se bajó la camiseta tapándose su imponente barriga hinchada ya que se le había subido.

La hija de puta también estaba embarazada.

-No me lo puedo creer. ¿¡Por qué en cada puta clase que voy está ella!?- le grité a Max.

-El destino se ríe de ti- contestó- ¿De cuánto crees que estará?- me preguntó asustado.

-No lo sé ¿Por qué iba a saberlo?

Max se quedó mirándome con ojos de animalillo degollado.

Y entonces caí, Max y ella también habían tenido sexo en los baños en mi reunión de exalumnos.

Volví a echarle un vistazo a la tripa de María, se veía parecida a la mía.


¿Puede que Max... también vaya a tener un hijo con María?

Vecinos con derechosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora