20. La mataré. Lenta y dolorosamente.

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Esto era imposible. Impensable. Insoportable. Mi novio podía tener un bebé con la idiota que se metía conmigo en el instituto. ¡¿Pero por qué siempre María me estaba jodiendo?! ¡Ni siquiera ya pasado el instituto conseguía sacarla de mi vida!

De la rabia empecé a golpear a Max. Ya lo había hecho tantas veces que le iba a dejar todo el brazo con moratones. Pero esto se lo merecía.

-¡Au! ¡Claudia! ¡Para!- se quejó el chico.

-¡Eres asqueroso! ¡Nos has dejado preñada a las dos!

 Max me agarró de los brazos y poco a poco deje de hacer fuerza para zafarme de su enganche.

-Cálmate.

-Está bien, está bien- Max me soltó y me lleve las manos a las muñecas- Pero dime una cosa, ¿No tienes más hijos ilegítimos que yo no conozca, no?

Max me fulminó con la mirada, la pregunta le había mosqueado bastante.

-Tranquilo, era solo una broma.

-Ahora no estoy para bromas Claudia. Tenemos que preguntarla si el bebé es mío.

-¿Qué? No, ni loca me acerco a ella.

-Necesito saber si es mío o no. No podré vivir tranquilo pensando en si tengo un hijo ilegitimo por ahí perdido.

Bufé.

-Está bien.

Max me ayudó a levantarme del suelo, el culo se me había quedado plano, y nos dirigimos hacia donde estaba María de pie, hablando por el móvil y peinándose el cabello.

-Pues aparca y ven, estoy harta de estar sola- dijo aun sin darse cuenta de que estábamos ahí.

María se dio la vuelta y casi se choca contra Max. La chica se quedó embobada con los ojos de mi novio y eso hizo que la sangre me hirviese.

Puta.

-¿Qué coño estáis haciendo aquí?- dijo medio sorprendida, medio enfadada. Después vio mi tripa y sonrió- Vaya Claudia, quien ha sido el que te ha hecho ese bombo.

-Eso mismo podría preguntarte yo- le dije seca haciéndola callar.

Que no se te olvide que yo también tengo garras, zorra.

-Pues claro que lo sé- me contestó.

-¿Y de quién es?- la preguntó Max.

-De Richard- dijo no muy convencida.

-María, sabemos que le pones los cuernos.

-¿Qué es lo que estás insinuando?- dijo a la defensiva.

-Te estamos preguntando si es mío- la dijo Max directamente, y menos mal, porque me parecía que nos íbamos a tirar en esta conversación media hora.

-¡Pues claro que no! Estoy de seis meses, y lo nuestro fue solo hace cinco.

-Osea que ya estabas embarazada...

-Muy lista Einstein- me dijo haciéndome una mueca de asco- Por cierto, ¿Ese es de este idiota?- preguntó señalando a mi barriga- Que irónico, os hicisteis pasar por parejita y la has dejado preñada.

Tras eso María empezó a reírse como una arpía aunque no hiciese nada de gracia.

-Está bien, vayámonos- le dije cansada de su comportamiento.

Cuando nos fuimos a dar la vuelta alguien nos llamó.

-Claudia, Iván. ¿Qué tal estáis?- nos saludó Richard desde la puerta acercándose hasta nosotros. Le estrechó la mano a Max, al que llamaba Iván ya que aun creía que era un modelo, y miró hacia mi tripa. En verdad que la gente hiciese eso me ponía nerviosa. ¿Tan raro era ver a una chica embarazada?- Vaya, ya veo que esperando un regalito igual que nosotros.

Richard abrazó por la cadera a María pero a ella no pareció gustarle mucho. ¿Y de verdad esta pareja iba a tener un hijo si ni siquiera ellos se toleraban? Me daba pena su bebé.

-Sí, fue una gran sorpresa- dijo Max también abrazándome por la cadera. Yo me abracé a él y apoyé la cabeza en su hombro para demostrarles que nosotros sí que estábamos bien.

-¿Y qué tal vas con tu carrera de modelo?

-Ah... pues pausada, he preferido tirar de unos ahorrillos y pasar este tiempo con mi novia.

-¿Y seguirás con ella?- preguntó María abrazándose a Richard como yo me había abrazado a Max. No se podía ser más competitiva- Porque eres muy guapo. Podrías trabajar en la agencia de modelos de mi hermana. ¿Verdad mi amor?

Miré a Max horrorizada, si aceptaba se iba a pasar días enteros en un sitio lleno de diosas griegas tentándole todo el rato y seguramente María también.

-Creo que no. Mi vida como modelo se ha acabado, ahora me dedicaré a la arquitectura de verdad y al cuidado de la familia que viene en camino- dijo lo último sin apartar sus ojos de los míos. Esas palabras me hicieron sonreír de verdad.

-Que lastima...

-De acuerdo parejitas. Cada una a una esterilla. Que los hombres se pongan detrás de las mujeres- dijo la profesora entrando en la sala.

Max y yo nos despedimos de ellos y nos fuimos de nuevo a nuestra esquina.

-Me da pena Richard, le tenemos totalmente engañado- dijo Max mientras me ayudaba a sentarme.

-A mí también. María le tiene totalmente engañado también- Max se colocó detrás y me atrapó entre sus piernas- Pero mira el lado bueno, solo vas a tener un hijo.

Max se rió y los dos pusimos atención a la clase.

Vecinos con derechosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora