2. Mi novio supermodelo

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Dejé reposar mi cabeza en la almohada. El chico no era nada malo en esto.

Ya llevábamos tres días haciendo lo mismo. A la hora de la siesta, cuando me sentía, por así decirlo, necesitada, llamaba a su timbre y lo hacíamos donde nos pillara.

Al parecer los dos estábamos contentos con esto.

-Bueno...- dije con la respiración aun entrecortada-. Me tengo que ir.

Me levanté de la cama y me puse mi ropa interior. Agarré mis vaqueros.

-Pienso que estás mejor sin ropa- dijo Max tumbado boca arriba en la cama.

-Ja. Ja.- me puse mis vaqueros y la camiseta. Agarré mis zapatillas y salí de lo que para mí es mi picadero.

Aun haciendo todo esto no podía olvidar a mi ex. Yo en verdad le quería mucho, pero él al parecer no sentía lo mismo por mí. Así que, que le den.

En el rellano me encontré con unas ancianas que vivían en el edificio. Ambas me miraban mal y cuchicheaban. Seguramente lo que estaban pensando que hice ahí, era verdad. Debí de haberme peinado un poco por lo menos.

Alcé la cabeza y pasé por delante de ellas. No me iban a avergonzar, soy joven y estoy en mi derecho de hacer lo que quiero.

Abrí la puerta de mi casa y, después de cerrarla, me quedé observándolas por la mirilla. Ellas se quedaron unos segundos mirando mi puerta y después bajaron por las escaleras. Irían al bingo o a algún sitio a donde vayan los ancianos.

Seguro que pensaban que era una puta.

Me dispuse a colocar lo último que tenía guardado en las cajas. Estaba quedando todo bastante bien, aunque tuve que deshacerme de algunas cosas por falta de espacio.

Después de media hora, cogí el bolso y salí de casa para ir a comprar. No podía seguir viviendo de la comida del microondas que compré rápidamente la primera vez.

Salí de casa contenta de no ver a las viejas, metí las llaves en mi bolso y salí a la calle. En verdad me hacía falta ver a más gente que no fuera Max gimiendo.

En el supermercado cogí un carro y empecé por el primer pasillo. Aun no sabía lo que coger, así que ya iría viendo por el camino.

A la mitad del tercero me paré para coger leche cuando al fondo vi a alguien muy familiar.

Giré la cabeza hacia el lado contrario para que no me reconociera.

Por favor, por favor, por favor.

Me giré lentamente para meter la leche en el carro y dar la vuelta.

¡Por favor que no me vea!

-¿Claudia?- oí que me llamaba con su asquerosa y melodiosa voz.

¡Puta mierda!

Me di la vuelta lentamente y ahí la vi. María, mi antigua compañera de clase y enemiga mortal, con su hermosa cabellera de color rubio, rubia de bote porque era castaña; sus ojos azules profundos y su piel con un broceando perfecto.

Y con dos tallas más grandes de pecho. Se había operado la guarra.

-¡Oh Dios, eres tú! Qué casualidad- dijo con alegría falsa.

-María...- dije sin ganas.

-Dios, esto ha sido obra del destino.

-Si tú lo dices...

-Cuanto tiempo. ¿Cómo estás? ¿Qué te ha deparado la vida?- Me preguntó.

Mi novio me ha dejado después de tres años de relación por una guarra, vivo sola en un piso del centro y me tiro a mi vecino.

-Bien- respondí.

-¿Solo bien? Venga, cuéntame más.

-Eh... salgo con un chico guapísimo. Es modelo. Nos acabamos de comprar un piso en el centro. Ahora lo estamos reformando a nuestro gusto.

-Oh... que bien- dijo con ánimo falso, se notaba que quería que fracasase-. ¿Y en que trabajas?

-Am... Trabajo en una de las empresas más importantes de la ciudad. Es relacionado con la informática, no lo entenderías.

Solo era una mísera secretaria, pero eso ella no lo sabía.

Y ya era hora de cambiar la conversación.

-¿Y tú?- le pregunté-. ¿Has llegado a ser modelo?

-Oh, no. No me he centrado mucho en mi carrera. Prefiero formar una familia.

Sí, sí. Eso es que no la cogen para nada.

- Anda, ¿Tienes pareja?

-Pues sí. Mi Richard. Es jefe de una gran empresa.

-¿Empresa de qué?- para pillar hay que meterse hasta el fondo del tema.

-De productos cárnicos- dijo sin ganas.

Ahí estamos. Claudia 1, María 0.

-Sabes, de luna de miel hemos ido a las islas Fitji- siguió intentando darme celos.

-Oh sí, son preciosas. Fui con mi chico hace tres años.

Toma golpe, asquerosa. Aunque esté mintiendo.

-¿Tres años y todavía no estáis prometidos ni nada?

-Bueno... Es que queremos disfrutar de ser jóvenes y ya después, más adelante, formar una familia estable.

- Uy, pues los niños no hay que tenerlos de muy mayor porque si no el cuerpo no se recupera. Se te queda todo colgando- dijo con su risita coqueta.

Ambas sonreímos. Esto se estaba convirtiendo en una guerra de miradas.

-Pues me joderé...- dije con la misma risita, o al menos intentada.

Seguimos en silencio sonriendo. Yo no iba a ser la que dijera que se iba.

-Bueno, me voy- dijo al final María-. He quedado con mis amigas para broncearnos en la piscina. Es lo bueno de tener un chalet, pero claro, como tú vives en un piso...

Es que se hace odiar.

-Ya te veré en la reunión de antiguos alumnos este viernes- se despidió.

Los oídos me pitaron.

-¿Cómo?

-¿No te ha llegado el mensaje? Nos vamos a reunir todos en el instituto. Tienes que asistir con tu novio modelo, así le conocemos.

Me sonrió y se giró moviendo su densa cabellera. Vi cómo se alejaba meneando su cadera.

Estaba metida en un buen lio. ¿De dónde saco yo ahora un novio supermodelo?

Vecinos con derechosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora