Abrí los ojos lentamente y lo primero que me encontré fue un gran techo blanco. Después aparecieron un montón de cabezas en mi campo de visión.
-Está despertando- escuché decir a la hermana de Max.
Me quedé un rato observándoles y ellos a mí, ninguno decía nada.
-¿Me he muerto o algo por el estilo?- les pregunté. Todos se rieron y se apartaron para dejarme sentarme. En la habitación se encontraba todo el mundo, mis amigas y sus novios, mis padres, los padres de Max, su hermana... y estaban muy sonrientes, que suerte, yo estaba que me moría de sueño- ¿Dónde está?
-Le está cogiendo Max- me contestó Pam señalando hacia el sofá con una mano y con la otra agarrándose la barriga.
Me giré hacia el sofá y mi mirada se encontró con la de Max. El chico se levantó y se acercó hasta la cama. Bajo sus ojos también eran muy notorias las ojeras por el cansancio, seguro que no había podido dormido en toda la noche.
-Toma. Ahora está dormidito- me dijo mientras me pasaba a la bolita enrollada en una gran manta rosa.
-Dormidito... ¿Es un...?
-Sí, es un niño- me contestó con una gran sonrisa, pocas veces le había visto sonreír así.
Le aparté un poco la manta de la carita y pude ver a un pequeño bebe de piel rosada y mejillas regordetas. Me fijé en como su pecho subía y bajaba tranquilamente, parecía un ángel diminuto.
-Una foto los tres, venga- dijo Tina mientras cogía la cámara que había en el sillón y se alejaba para hacernos una foto a los tres. Después revisaría esa cámara, algo me decía que ahí adentro había una foto de yo durmiendo.
-Debemos estar fatal, pero bueno- le dije a Max.
Max se sentó a mi lado y me rodeó con sus brazos.
-Tú siempre estás guapa- me susurró al oído seguido de un besito tierno en la mejilla. En ese momento Tina nos sacó la foto.
-¡Qué monos habéis salido!
De repente el bebé empezó a moverse y sacó uno de los brazos fuera de la manta.
-Se está despertando.
Max le agarró la manita y el pequeño le enganchó el dedo índice. Empezó a quejarse un poco pero después se quedó callado y abrió los ojos, unos ojos azul eléctrico imponentes.
-Los tiene azules- dije hacia todos.
-Max ya te puedes relajar, es tuyo, tiene tus ojos- dijo un hombre que se encontraba en el fondo apoyado contra la pared, creo que era uno de sus primos. Todo el mundo se rio por su comentario.
-Cállate, hazme el favor.
*******
Después de un par de semanas en las que el bebé tuvo que estar en una incubadora, hoy le dieron el alta y pudimos llevarle a casa por primera vez. De momento íbamos a vivir en el piso de Max hasta que encontrásemos una casa o un piso más grande.
-Te tengo una sorpresa- me dijo Max mientras subíamos las escaleras. Rápidamente abrió la puerta de su piso y me hizo pasar dentro, en el salón me tapó los ojos y me guio hasta no sé dónde. A los ocho pasos sentí como él apartaba una puerta que había en nuestro camino.
-De acuerdo, abre los ojos a la de tres.
Max me apartó las manos de la cara mientras contaba pero no pude aguantarme y los abrí al uno.
-¡Oh Dios mío!
-¡Te dije a la de tres!- me regañó pero eso daba igual.
Toda la habitación estaba perfectamente decorada para un bebé, con las paredes pintadas de azul, el armario y las cortinas verdes, un gran peluche de Dumbo en el suelo y la cuna en medio.
Me acerqué hacia la cuna con nuestro bebé en brazos, era preciosa de color blanco. Había puesta una mantita verde con un oso de peluche bordado y algunos juguetitos rellenando las esquinas.
-¿Pero cómo? Si has estado siempre conmigo en el hospital.
-Se lo dije a mi primo y él decidió hacérnoslo de regalo.
En ese momento creí echarme a llorar, fue toda una sorpresa.
-No llores mi amor- dijo Max acercándose para abrazarme.
-No estoy llorando- me sequé los ojos con la manga de la camisa- Voy a dejar a... bueno, voy a dejar que duerma en la cuna.
Me separé un poco de Max y dejé a nuestro bebé en la nueva cuna tapado por la mantita rosa que nos dieron en el hospital. Se encontraba durmiendo plácidamente.
-¿Cómo le vamos a llamar?- le pregunté a Max cuando volvió a abrazarme por la espalda. Me encantaba estar en esta postura y él lo sabía.
-No lo sé. ¿Qué tal Rosendo?
-Ni de coña voy a llamar a mi hijo así.
Max se rio.
-Era broma.
Ambos nos quedamos callados observándole. Si nos quedábamos en completo silencio podíamos escuchar su respiración.
-Tenías razón Max.
-¿En qué?
-Es igual de guapo que tú.
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Vecinos con derechos
Romanzi rosa / ChickLitElla con su corazón roto y sus necesidades. Él dispuesto a satisfacerla. Pero todo esto se enreda cuando aparecen la enemiga del instituto fardando de su vida, el ex-novio con el rabo entre las piernas y una prueba de embarazo... -Oye, no te confund...