EL BARCO

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En el barco partió.
Nadie la detuvo.
De ella nada se supo.
Solo desapareció.
Se la tragó el mar y de allí no salió, no se la volvió a ver.

Se dice que en su apariencia llevaba una mirada triste,
de amores perdidos que ella intentó buscar. En vano, porque la cobardía la detenía en cada altar.
Retrocedía, era como si no los pudiera tocar.
Tenía un don, veía lo que se podía acercar.
Ella misma sabía que venía para hacer daño.
Irrevocable, en sus venas lo traía.
Se marchó en su barco y nunca regresó.

Dejó una nota diciendo que la disculpen por no saber remediar.
El miedo le había dicho que no debía volver si un día ella se iba y se dejaba llevar por ese orgullo que la estanca y es su estaca, no pudo dejarse persuadir por ninguna influencia.

Lleva pesada el alma, ya sabrán mi final.

Ella no pudo amar, la soledad nunca le gustó, pero allá se dirigió. Se convenció de que le esperaban con los brazos abiertos y eso era cierto, porque de pequeña siempre se aisló, nunca entendió por qué lo hizo solo que lo hacía sentir segura. Sola, y su pared que le dio más apoyo que nadie.

Una puerta que se abrió, pero ella nunca entró. Por mucho tiempo, estuvieron cerradas. «No sé por qué... no puedo abrir las puertas hasta que otro lo hace y le dejo llevarse mis oportunidades».
Ella siempre fue así.
Mucho miedo para amar y muy cobarde para hablar.
Cedió sus mejores premios a quienes creyó que se merecían algo mejor.
Ella nunca se consideró algo así.
Sí, se desvaloró, pero por más que hubo más de uno que la quiso.
Nunca entendió su vacío, no había nada que entregar a aquellos amoríos. Es por eso que ella no quiso quedarse con alguien que pronto se cansaría y haría que se fuera la persona con la que pretendía estar.
Se obligaba a sentir algo, pero nunca podía sacar sus sentimientos. Era de no mostrar afecto.
(Es como si no pudiera sentir lo que la otra persona le da. Se daba cuenta de eso, pero no sé qué pasaba que no lo podía regresar, al menos que fuera en palabras o letras, pero no en acciones, porque cuando ella escribe, es ahí cuando dice la verdad) pero de eso ya no más, decidió su fatídico final como más lo quiso.

Marcharse para nunca regresar (solo esas cuatro palabras léelo a revés)

Ella pudo hacerlo, lo logró, ¿qué más da lo que digan? Volvió a ella misma porque en realidad nunca quiso que la vieran; y en sí, «nunca me vieron, me lo hicieron saber y sentir».
Yo soy uno de ellos y ahora cuento su historia, me lo permitió. Yo fui el último que la vio y se despidió. Me pidió que no la detuviera, que no le quitara la oportunidad de encontrarse. A ella misma se perteneció, solo que nadie la entendió.

MUJER PÁJARODonde viven las historias. Descúbrelo ahora