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Ahí en ese lugar, ese día, esa tarde, contigo me sentí libre. Estábamos en la hierba, tú no lo sabías, como las mayorías de las cosas que no logré decir-te.

Yo estaba encerrada, no salía de mí y de esta casa que me sentía cautiva, apareciste, yo sin ganas de nada. ¿Para qué luchar? ya me sentía vencida sin empezar la pelea.

Tú llegaste con un simple mensaje, ya hablándonos de hace semanas, y me invitaste a salir, en otros días no hubiera puesto de mi voluntad ni de mi parte por pisar la acera de mi casa.

Ese día sentí la luz dando en mi cara, demostrándome que no todo estaba perdido. Pasaba por las calles y todo era nuevo para mí como si mis huellas nunca fueron pisados por ese lugar, no dejé una marca, era la puta partícula que se llevaba el viento y tú me sostuviste. No lo permitiste, me agarraste muy fuerte, hace mucho no sentía querer estar sujetada a alguien (no quería estar sujeta a nadie), siempre soltaba lo que tenía.
Quería quedarme sola y así fue... me hiciste reír mucho... no recordaba la última vez que lo hacía. Sentía todo a mi alrededor una lozanía.

Sé que nos alejé, y ahora rio,
pero no mucho, como esas risas incomparables no las volví a tener.

MUJER PÁJARODonde viven las historias. Descúbrelo ahora