CAPITULO VI

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Cortejándote

Había pasado días buscando aquel lugar ansiado; ambos eran conscientes de que debían buscar un lugar cálido y lleno de animales. El lugar de su futuro hogar era muy importante para su manada.

Cada que podía aprovechaba en robarle pequeños besos a la Omega; muchas veces esta se ruborizaba y a la vez lo empujaba con brusquedad para que se alejara de ella.

Sabia que el lado independiente de la Omega aún seguía presente y la entendía. El hecho de haber vivido sola por mucho tiempo había formado en ella el sentido de no depender de nadie, pero él estaba dispuesto de cambiar esa mala manía de su acompañante.

Aun recordaba las palabras de su padre; él siempre cazaba presas fáciles para su madre y fue así como este la había conquistado. Pensó así mismo: ¿por qué no intentarlo? Si a su padre le había funcionado, por qué a él no.

En su camino de la búsqueda del hogar perfecto, se había topado con muchas madrigueras de conejos y hasta ciervos. Cazar un conejo para la Omega le pareció una buena idea, visualizó una madriguera y sin pensarlo se acercó hacia ese lugar para comenzar a cavar con sus garras y atrapar al animal inofensivo, o bueno, eso creyó.

Sin investigar bien esa madriguera comenzó a olfatear para ver donde estaban las presas, pero sintió un fuerte dolor en el hocico y de manera desesperada se retiró de ahí, llamando la atención de su acompañante.

Realmente no había sido una madriguera de conejos, sino había sido una madriguera de erizos. Al sentir peligro uno de estos se defendió y le había clavado varias púas en el hocico de este.

Su primer intento oficial de cortejo había fallado exitosamente; se sentía tan frustrado; siempre creyó que estaba listo para cortejar a una omega, pero se dio cuenta que no era así.

De manera sorpresiva sintió como la omega rosada se acercó a él y comenzó a frotarse contra el cuerpo del alfa mientras que le daba pequeños lengüetazos en la mejilla. Sabía que su futuro alfa estaba cazando para ella y le pareció tierno aquel acto, pero también algo gracioso como terminó este.

Comenzó a ayudarle a quitarse aquellas púas que tenía en su hocico; al terminar de quitarle todo se acercó más a este, para luego solo juntar sus cabezas y ver el atardecer que se formaba detrás de ellos.

•••••CONTINUARÁ•••••••

SONAMY : LOBOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora