CAPITULO VII

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Dulce hogar

Después de aquel incidente, ambos werehogs siguieron con su trabajo de seguir buscando su nuevo hogar.

Debían admitir que estaba siendo un arduo trabajo conseguirlo; en plena época de invierno no era nada fácil encontrar un lugar con abundante naturaleza y que les proponga con facilidad muchas presas para cazar.

El Alfa, al mirar todo a su alrededor, comenzó a tener pequeños recuerdos de su infancia.

Recordaba que cerca de donde se encontraban estaba la cueva donde había pasado una parte de su infancia; recordaba que era un lugar cálido y cerca de un río donde muchas manadas de ciervos paraban.

Comenzó a correr, siendo seguido por una Omega algo confusa. Notó el riachuelo y sabía que estaba cerca de su hogar, hasta que llegó a visualizar una cueva que era cubierta por muchas hierbas y que tenía acceso a mucha luz solar.

Su mente comenzó a tener muchos recuerdos de cuando era cachorro. Casi siempre se la pasaba jugando con sus hermanos, bajo la mirada de su madre mientras que su padre salía en busca de la comida, y ahora él estaba ahí siendo el alfa de la manada, quien debía de cuidar de su omega y en un futuro de sus cachorros que lograría concebir con la rosada.

Aquella pareja se acercaron a su nuevo hogar; entre ambos comenzaron a limpiar aquella cueva donde se establecerán; se veía que era un buen lugar para ellos, así que podrían estar cómodos y felices para siempre, o eso creían.

De repente sintieron como varias gotas caían del cielo, la lluvia había llegado a esa parte del bosque. La Omega salió de aquella cueva para luego quedarse ante la lluvia, sin pensarlo jaló al azulado siendo ambos mojados por la lluvia y comenzaron a seguirse pareciendo cachorros pequeños juguetones.

Ambos corrían y una que otra vez se revolcaban en los charcos de lodos que se formaban por la lluvia, terminando todos manchados por barro. Aquella omega y alfa se miraron mutuamente; ambos eran consientes de que poco a poco nacía un sentimiento mutuo.

Solo optaron por protegerse de la lluvia y descansar. La Omega cada que podía se ponía cariñosa con el azulado. Para esta este comportamiento era algo raro de su parte, pero sabía que era algo natural para ellos, pues cada vez se acercaban más a la temporada de apareamiento de los werehogs.

Pero lo que menos esperaban era que cierto alfa azabache había comenzado su búsqueda por cierto alfa azulado en donde la disputa por el territorio se daría.

CONTINUARÁ...


SONAMY : LOBOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora